martes, 22 de junio de 2010

“La noche será blanca y negra”: una novela sin desperdicio


1.
El conocer los vericuetos del engranaje cultural siendo una talentosísima escritora, le augura a Socorro Venegas una posición estelar en el mundo literario mexicano. Tal afirmación no es sólo el resultado de la buena impresión causada por la lectura de su más reciente novela, sino el sentir de varios colegas suyos, quienes ven entre los jóvenes escritores de la entidad, la capacidad suficiente como para irle sumando estrellas al marginal mundo literario morelense, provinciano, dicen algunos cuando se refieren a las dificultades que hay para publicar en las grandes editoriales. Y es que en contraste con quienes van haciendo camino por motu propio, como Socorro Venegas, habría que reconocer que la Sociedad de Escritores de Morelos se enfrenta al centralismo cultural con las armas de la autorreflexión, pero con muy pocos recursos materiales.

Es Gloria Ceijka, miembro fundador de la misma sociedad, quien argumenta que quienes se dedican a la escritura profesional en el estado, debería ponerle la estafeta a los jóvenes en las manos, ayudarlos a competir con sabios recursos: “Debemos, como agrupación conciente de lo que es luchar por la expresión propia, abrir fronteras, no quedarnos ni dejarlos intramuros con lo escrito en las manos; hay que hacer que los grandes tomen de las manos a los jóvenes cuando salen de las carreras de humanidades y de letras para formar un círculo amplio, incluyente y tal vez soñar con un nuevo boom literario”. Una opinión de alto contraste con la de la maestra Eliana Albala, para quien el talento se consolida a partir de los 65 años.

Yo, por mi parte, confieso que compré la novela titulada “La noche será negra y blanca”, publicada por Ediciones Era y la Dirección de Literatura de la UNAM con la idea de encontrar a los míos y lo mío después de hojearla en Gandhi y darme cuenta de que se hablaba de aquellos desayunos a los que tantas veces asistí, los sábados por la mañana, muchas veces en compañía de Santiago Genovés, para encontrarme con Ricardo Garibay, Vlady, Ricardo Guerra y otros cultos morelenses. Tal narcisismo –el posible encuentro de uno en una escena descrita por otro-- me llevó terminar el libro de un jalón; no obstante tengo que reconocer que la lectura me agarró desde un principio por mucho más que el anecdotario y la nostalgia enardecida: la manera de decir las cosas de la Venegas calaba hondo y me puso frente a una historia humana, verdadera como son las de los buenos escritores.

2.
Zahería Ricardo Garibay cuando hablaba, tal era su modo de conducirse, y como muchos en Cuernavaca saben, el ojiverde era cruel con los extraños pero también con los cercanos. Y Eugenio Millá, el personaje-escritor creado por Socorro Venegas, central en su novela, se le parece muchísimo; como también se le parecen a Alberto y Anne Vadas y el ex gobernador Carrillo Olea y Morgan Quero otros seres que habitan el libro y que van perfilando no sólo la vida cultural de esta ciudad, sino la historia de una joven periodista que está a punto de volcarse a la vida literaria y convertirse en escritora. Sólo que para eso será necesario el viaje hacia el interior, el desgarre emocional, el descubrimiento de las propias vilezas (¿fortalezas?) y el enfrentamiento con la ausente figura paterna.

Sin ser una novela sobre la niñez, la voz desamparada de una joven que se recuerda siendo niña, nos va guiando por los vericuetos del hogar desecho al que asistimos todos en un momento dado. Y describir el terrible hogar de los dos pequeños hijos de un alcohólico y una madre incapaz de sobreponerse a los avatares de la vida no debe haberle resultado nada fácil a Socorro Venegas, aunque hay que recordar que las estrofas más exaltadas no las escriben los artistas cuando están más exaltados, como dice Adolfo Echeverría, maestro querido, lo cual significa que el oficio y el trabajo machetero sale a relucir después de parirse la sustancia preverbal, el impulso emotivo. Así, se siente que Socorro, después de arrastrar la goma y el lápiz es capaz de lograr trabajos como este, en el que no sobran las palabras y las descripciones se tornan imágenes precisas que no abusan de patetismos, como podría esperarse en un libro en el que un niño muere. Por eso afirmo que Venegas nos hace asistir a la imperfecta y a veces atroz condición humana. Así tal cual.

3.
Confieso también que al día siguiente del desvelo por su libro llamé a Socorro para felicitarla por tan honda novela nacida en Cuernavaca, por las emociones vividas en el trayecto de la lectura de su trabajo; pensé en decirle que había logrado transformar las anécdotas compartidas en experiencias nuevas y a las personas conocidas por muchos en Morelos en personajes literarios; que había dado el salto entre el trabajo de estudiante y el profesional con el pie derecho, que como narradora dejaba de ser la joven becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes y que bien merecido tenía el Premio Nacional de Novela para Ópera prima “Carlos Fuentes” 2004, y se lo dije. Socorro, a la que apenas conozco, se mostró modesta y luego me aclaró que detrás del Eugenio Millá al que yo identifico como Garibay por el “Escriba, coño”, y el “Ya” terminante salpicado por todo el libro, está construido con por lo menos tres personas más. No se lo creí. A mí me bastó una voz para oír al Garibay regañón que conocí. Así se dirige a su pupila Andrea cuando ella le confiesa una infidelidad:

- “Los jóvenes se torturan tanto con la verdad, con la honestidad por encima de todo. ¿Usted quiere que termine su relación con Sebastián?
- No…
- Entonces se calla. Esas cosas sólo se dicen para herir.

4.
Nacida en San Luis Potosí, el 21 de agosto de 1972 y radicada en Cuernavaca por muchos años, Venegas es hermana de Ricardo Venegas, el poeta editor de la revista “Mala Vida”. Socorro se desempeña como funcionaria del Consejo nacional para la Cultura y las Artes y radica en el Distrito Federal.

La crítica literaria Eve Gil, dice de ella, en su blog literario, que en el inventario de las emociones que maneja encontramos ternura pero también ferocidad: “La brutalidad de la revelación será atenuada –acentuada, acaso –por la intervención de la poesía que –y eso Socorro lo sabe demasiado bien… tanto que quizá en esa sapiencia radique la esencia de su prosa- está hasta donde ni siquiera Dios se atrevería.”Ω

Publicado La Jornada Morelos 14 de noviembre de 2009
http://www.lajornadamorelos.com/opinion/articulos/81130?task=view

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