martes, 15 de junio de 2010

Arte y niñez


“Ser niño, niña, significa ser libre, no estar contaminado con prejuicios e ideas limitantes sobre el mundo, las cosas o las personas. Un niño dice lo que piensa y frecuentemente lo que piensa es sinónimo de verdad. A todos nos gusta escuchar las sentencias de los niños; nos causa gracia o nos conmueve ¿no es cierto?” Pregunto, pero no respondo con un sí devastador porque no son ideas mías sino del vulgo y las mismas provienen de postulados relativamente modernos.

De acuerdo con la concepción decomonónica y los postulados de Jean Jacques Rousseau sobre la niñez, se dice que el niño juega con su cuerpo, lo aprovecha todo, partiendo de su ritmo contado… un ritmo que proviene del centro instintivo y que no es premeditado, racional sino simplemente natural.

Un niño descarga energía excedente cuando juega y se previene a sí mismo de lo que Freud denominó como neurosis.

Un niño se prepara para la vida mediante el juego, ensaya mundos, arregla paradigmas, repara territorios, compone su casa.

¿Qué tienen que ver con el arte las anteriores reflexiones?
Pues que el arte, queridos ustedes que me hacen el favor de leerme, reúne todo eso que acabo de decir:

Quien se atreve al arte es libre, expresa ideas verdaderas, dice lo que piensa. Alcanza otra fase del potencial humano. Y no lo digo yo, ahí está la pirámide de Abraham Maslow sobre las necesidades básicas del ser humano y el arte como una de ellas.

Quien se atreve al arte, entra en contacto con el ritmo que su cuerpo le propone y eso habla de integración físico-espiritual. Basta ver las obras de Pollock para ver cómo se pinta con el cuerpo. Se pone el color mediante el gesto.

Quien se atreve al arte, se está curando a sí mismo de las neurosis y la locura. Loco el que no se expresa, sabio el que sabe hacerlo.

Quien se atreve al arte, arregla el mundo, propone ideas, nos dice cómo hemos sido en el pasado y qué podríamos hacer por un futuro mejor. El artista, la artista, entiende el mundo dado como un orden –no caos-- al que le falta algo por ser explicado y ese algo es la pieza, las piezas que nos regala.

Al lado de todo esto y como enlace entre las dos ideas que hoy expongo: la niñez y el arte, está el propio arte de los niños, quienes poseen grandes disposiciones estéticas, quienes pueden lograr obras de primer nivel si se les ayuda, sabiendo aprovechar la espontaneidad natural que poseen, tan admirada por Joan Miró.

A nuestros niños, hay que proveerlos de material, educarlos en el goce del arte, de los museos, de la buena música.

Por favor, no los maleduquemos haciéndolos cuadrados, chatos ante la vida que es vibrante. Alejémoslos de las tramas tan complicadas de las telenovelas, aunque digan que son para ellos.

El arte es un territorio todavía sano. Acérquese y acerque a sus niños al mismo por favor; se va a sentir de maravilla. Encuéntrele sabor a los museos.

Yo soy amante del mismo. Si quiere y puede, escríbame a helena_noval@prodigy.net.mx

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