miércoles, 2 de junio de 2010
Alfredo Cardona: De la Figura a lo Figurado
Configurada con plena libertad de acción y pensada en función del gozo del espacio pictórico, la obra de Alfredo Cardona Chacón (Juchitán, Oaxaca, 1948) destaca, en el mundo de las poéticas pictóricas contemporáneas por el sabor fantástico que le confieren a sus composiciones la alteración de la figura humana y la sabrosura de las texturas que con tanto oficio ha sabido crear.
De una segunda lectura de su obra se infieren, además, ciertas relaciones de parentesco, tanto con la narrativa de los códices prehispánicos como con la Escuela Oaxaqueña de Pintura, pero como bien lo establece él mismo, a tal capítulo del arte mexicano habrá que vincularlo con mucha cautela porque de lo bueno poco, y no todo lo que en ese maravilloso estado se pinta es igual de bueno.
En el dibujo: ¿figuras o figurados?
Vinculado con el mundo literario por ser hijo del poeta y narrador Alfredo Cardona Peña, el autor comenzó a dibujar desde muy joven para las páginas de algunos diarios capitalinos de circulación nacional. Del trabajo realizado para los suplementos de los periódicos El Nacional, Excélsior y Unomásuno –entre otros--, cabe destacar el hecho de que siempre trascendió la idea de ilustración, que respondió, antes que nada, al imaginario propio y no al de otros.
Por lo que cabe al dibujo autónomo, hay que decir que la presencia de lo humano, y especialmente la de la mujer se verifica como una constante, pero que la cualidad de lo figurado ----entendiendo este concepto como lo que amplía el sentido de la presencia de la figura humana en su obra--, es lo que le concede un sentido superior, anímico si se quiere a su obra gráfica.
Acomódese bien las gafas de ver fino, querido espectador. Olvídese un momento del color y las fulguraciones de las telas vecinas, y déjese llevar por el mundo de las elegancias del lenguaje blanco, gris y negro de la obra gráfica, porque es de ella de donde parte este amor mío por algunas de las piezas aquí expuestas. Piense que son el pedacito de cielo que vemos por la ventana por la que nos es dado escapar de vez en cuando. Dese cuenta de que en la serie “Los corifeos del Tlatoani”, o en piezas como “El Ángel libador” existe una necesidad de animación que trasciende lo decorativo, que el trabajo va más allá de la aplicación de la tinta con el manguillo o el pincel japonés. Nótese que no hay de su parte el empleo de narrativas fáciles o dulzonas, sino estructuras flotantes, formas que se distienden, bestiarios inéditos, dimensiones tentadoras. Y es que si algo ha sabido hacer Alfredo Cardona es crear un estilo gráfico único e identificable a partir de la transformación de formas conocidas, del aprovechamiento de la línea continua y de la implementación de fondos y abstracciones compensatorias.
Insisto en el dibujo y la obra gráfica porque éstos deben apreciarse a cabalidad y entenderse no como obras procesuales, sino como trabajos acabados, habitados por personajes íntimos, únicos, vivos. Tan ligeros como dinámicos y tan mágicos como auténticos.
De su pintura, la ligereza, el dinamismo y la textura
Dice Hegel en su “Estética” que la necesidad de la que brota el arte, tiene su fundamento en el hecho de que el hombre es conciencia pensante; que lo que hace, lo hace desde sí mismo. De ahí que se piense que existe una necesidad de trascender en el pintor, de darle un sentido evolutivo a lo que hace.
Dicho afán, ha llevado en años recientes al pintor a desarrollar dos tratamientos artísticos. El primero, vinculado con su obra dibujística, se manifiesta en el empleo de un modelado dulce y la necesidad de equilibrar lo figurativo y lo abstracto en la tela.
El segundo tratamiento contrasta con el anterior y lo hace a tal grado, que podríamos decir que en términos de oficio y de eficacia expresiva, el hilo conducente de la pintura de Alfredo Cardona, de los últimos años ha sido el altorrelieve simulado. Él dice que son experimentos y que esto se ha dado no porque piense abandonar las transparencias y las veladuras, sino porque éstas simplemente han ido permitiendo el desarrollo de texturas alternativas. Que comenzadas con acrílico, las figuras van definiéndose y cobrando vida a partir de fragmentaciones y transparencias de óleo, hasta tornarse más complejas, acaso más mundanas y materiales.
Termino esta especie de visita guiada señalando que piezas como “Homenaje al General Augusto César Sandino” merecen no sólo una contemplación pasiva, sino un texto aparte por su altísima calidad, manifiesta en detalles como el ritmo de la composición y la vibración cromática.
María Helena Noval
Ahuatepec, 2010
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