Aprovechando el próximo puente, quiero
invitarlos a disfrutar dos muestras que pueden convertirse en inolvidables
regalos para la familia, si conseguimos activar la mirada asombrada propia de
los niños. La de ellos y la nuestra.
La primera puede verse por internet
(www.themorgan.org y antoinedesaintexupery.org) y está dedicada al El
Principito, uno de los libros más vendidos y traducidos de la historia. Curada por Christine Nelson, para “The
Pierpont Morgan Library”, en NY., la misma exhibe los borradores originales
(textos e ilustraciones) creados durante la Segunda Guerra Mundial por Antonie
de Saint-Exupéry, quien además de ser piloto experto en correo aéreo, fue
exitoso escritor. Como sabemos, el libro habla no sólo del encuentro entre
quien arregla su avión averiado y un viajero interestelar, sino de la amistad,
la condición humana, lo subjetivo frente a lo objetivo, el candor y la malicia,
las apariencias y la realidad.
Estamos hablando de visiones encontradas y por
lo tanto, el tema podría ser también la Otredad, pero si vemos la muestra
tratando de entender el proceso creativo de la obra, nos daremos cuenta de cómo
un autor entra en pánico, se desvela pensando en el valor de su trabajo, duda
sobre sus personajes, hace sentidas consultas a lectores amigos y construye
poco a poco, atravesando a veces un miserable estado de ánimo. Esto, que es el
proceso creativo, se ve en carne viva en esta muestra y nos comprueba que no
sólo de intuición y arduo trabajo están compuestos los libros, sino de un
titipuchal de emociones.
Les cuento que Antoine de Saint-Exupéry
escribió tal obra con más del doble de palabras con las que finalmente fue
publicada por Reynald & Hitcock, editorial norteamericana y que una de
las primeras lectoras de la obra, la piloto Anne Lindberg, esposa de Charles,
dijo que el autor desconocía lo que es un niño, que más bien el personaje era
un santo, el alma de un adulto tristísimo y solitario.
Quienes
leyeron la historia, tal vez no saben que el protagonista es un alter ego del
autor (siempre hay desplazamientos e identificaciones entre el autor y sus
personajes, no hay manera de evitarlo), incluso hasta el grado de que las
imágenes primigenias lo representan medio calvo y no como finalmente apareció
el personaje, más aniñado, de cabellos rubios, pisando un planeta del tamaño de
un tapete.
En la muestra también se exhiben las cartas
entre Saint-Exupéry y algunas amistades quienes le dieron recomendaciones sobre
el abordaje. Está la carta de la primera fan del cuento y el diario del primer
niño lector del texto. También se
muestran detalles curiosos, como un error del escritor al mencionar una fecha
que al final fue corregida, pero que coincide con el año de su muerte, 1944,
como todos sabemos a causa de un desastre aeronáutico.
Les confieso que yo entré a la muestra con un
poco de flojera porque siendo documental, sabía que requeriría del espectador
un trabajo de atención y concentración más arduo, pero también les comparto que
por la manera en la que se dispusieron e iluminaron los objetos, todo el asunto
fue ganando mi atención y corazón porque me encontré antes que nada con la
intimidad del escritor.
Vestiditos típicos, preciosas artesanías
Pasando a otro tema, les cuento que el día de
hoy se inaugura en el MMAPO la muestra de trajes típicos en miniatura que
comentamos hace un par de años en estas páginas. Se trata de la colección de
María Esther Zuno de Echeverría, a quien le gustaba pero sobre todo amaba con
conocimiento de causa, la artesanía mexicana. Recordemos que ella fue hija del
escritor José Guadalupe Zuno, prominente hombre dedicado a la promoción
cultural en su estado natal, Jalisco, a quien se le debe entre otras cosas, el
haber formado el Centro Bohemio de Guadalajara, un semillero para artistas como
Juan Soriano, Manuel González Serrano, José Clemente Orozco, Roberto Montenegro
y Raúl Anguiano, por mencionar a unos cuantos.
Lo que se verá en el centro de esta ciudad,
allí en la calle de Hidalgo, son algunas réplicas de los vestidos de ceremonia
y uso diario de varios de los pueblos y culturas de los 32 estados de la
República Mexicana. Lo curioso y lo inteligente de su parte, fue que la señora
María Esther mandó a hacer muñequitas-maniquíes chiquitas para exhibir las
elaboradas piezas que van con todo y sus accesorios, cosa que le da otra
dimensión a la muestra, pues permite el acercamiento íntimo del espectador, y
sobre todo le abre las puertas al niño que visita el museo (provoca su interés)
porque lo relaciona con su mundo natural de sopetón, me refiero al mundo de los
juguetes. A sus ojos aparece una muchedumbre ataviada para la fiesta, siendo el
resultado de uno de los trabajos artesanales más finos que hay en el país, me
refiero al textil.
Como les digo, esta muestra se exhibió hace
unos dos o tres años en el bellísimo y único Museo de Arte Popular de la Ciudad
de México, ese que está a una cuadra de la Alameda y ahora por gestiones del
gobierno estatal viene a exponerse aquí. Lo malo es el espacio que no dará para
deambular como se debe, lo bueno es que podremos apreciar en Cuernavaca esta
muestra única en el mundo. FIN
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