jueves, 22 de abril de 2010

¿Qué es lo que no vemos cuando nos sentimos tan asustados?

Comía este viernes en un céntrico restaurante --después de una conferencia dictada por José Luis Sánchez Rull sobre la novela gráfica como documento que me había dejado un poco embotados los sentidos--, cuando el email más comentado y reenviado de la semana hizo su fatídica aparición: el Cártel del Pacífico-Sur avisaba a la población que se soltarían las balaceras, que los esbirros del “Jefe de jefes” buscarían la preeminencia a como diera lugar. El narcomundo mostraba así sus alcances mediáticos y por fin esa noche habría “toque de queda” en Cuernavaca, un “toque de queda” dictado y difundido, hay que enfatizarlo para sopesar su importancia, por los malos del cuento, lo que habría representado una grave inversión de poderes, un estado de sitio total e inédito en el mundo.
Me dirigí al supermercado, pero como soy afecta a la observación y el detalle, pronto me di cuenta de nadie estaba haciendo compras de pánico, de que la ciudad que habitamos está escindida entre dos mundos antagónicos: el mundo de los precavidos y el mundo de los aficionados a las escenas dantescas.
¿Qué clase de ciudad es la que recordarán los turistas que se vieron obligados a guardarse ayer en sus hoteles? ¿Qué clase de país les presentamos a los niños a los que les cancelamos la fiesta del viernes por un email? ¿La gente que seguía su rutina diaria, la que paseaba, comía helados en el Zócalo y escuchaba música es gente irresponsable? ¿Hacen bien los medios al magnificar los crímenes repitiéndonos una y otra vez terribles crímenes y detalles?
Los momentos que vivimos los morelenses merecen un análisis de las historias que nos contamos, dado que arman cuadros que no sólo son incompatibles, sino que nos trastornan. Los discursos que norman nuestro juicio se están dando en altavoces atronadores, han perdido su mesura tradicional.
Como sabemos, cualquier sociedad está conformada por múltiples escenarios, pero esto no representa mayor problema porque las acciones de la mayoría de la gente se dan a sotovoce; el dilema se está dando en estos momentos en Morelos porque los discursos que oímos están canalizándose amplificados, lo cual ha contribuido a modificar nuestras vidas.
Así, nuestras actitudes se perciben esquizoides, parten de dos creencias que hemos ido apropiándonos alternativamente, “a según”, como dicen algunos. Una de ellas es apocalíptica y escandalosa: el mundo se acaba por los pecados cometidos, no habrá vuelta de hoja, la sociedad es víctima de sus propios vicios, la inoperancia de las leyes y la mala leche de las autoridades acabará pronto con “la Ciudad de la Eterna Primavera”. Al impacto de tal discurso contribuye, desde luego, el silencio del sujeto neutralizador del mal, el mundo del héroe o salvador, representado en este caso por las autoridades. En la mente de cada ciudadano existe un ideal de héroe, y esta necesidad la llenan, aunque sea malamente, quienes dicen velar por nuestro bien.
¿Cómo –pensé--, un comunicado de tal importancia, no lo han desmentido la PGR, la policía, las comisiones de seguridad de las cámaras? ¿Cómo el gobernador no ha salido a tranquilizar a la población a la que está obligado a proteger? ¿No es tal actitud el resultado de la carencia de una estrategia inteligente en contra del crimen organizado?
El comunicado apócrifo, adjudicado al narco lleva ya una semana llenándonos de humo la cabeza. Saturado de faltas de ortografía y carente del más mínimo buen gusto, se ha transformado en la realidad que percibimos, aunque dicha realidad no sea la que vivimos. Por fortuna.
El caos morelense no existe a pesar de los desafortunados cuarenta y tantos crímenes, afortunadamente no hemos llegado a la ingobernabilidad y la anarquía. El diario “Reforma” de hoy sábado 17 de abril, reporta en la página 5 de la sección nacional, que ayer “Decenas de comercios cerraron sus puertas ante el temor de enfrentamientos entre grupos de sicarios rivales. El transporte público disminuyó sensiblemente su actividad nocturna y las calles de la capital se veían vacías a partir de las ocho de la noche”, pero hoy en la mañana la sociedad se levantó de la cama con la idea de proseguir su vida cotidiana, de buscar la comodidad de costumbre, de sonreír.
Lo que no se ve cuando estamos tan asustados es: LA ESCENA TOTAL. Vemos partes de un rompecabezas que vamos armando conforme nuestra tendencia al fatalismo y hasta cultura visual lo dicta. La imagen de la ciudad que habito se alimenta de lo que mis memorias visuales proponen, algo vendrá de la tele, pero algo vendrá también de lo que he visto en imágenes pintadas o narradas, del mundo del arte. ¿Usted cómo va armando su Morelos particular?
Desde luego, espero que no lleguemos a tal situación de peligro en este estado, hay que tener precaución, pero no apanicarnos. El “Sitio de Cuautla” no se está repitiendo. Y esto que le escribo es sólo para recordarle que como siempre, el sentido común es la mejor arma que tenemos como seres humanos ante la adversidad. Ω

1 comentario:

  1. MARIA JOSE LASSO8 de mayo de 2010, 14:26

    LO QUE ESTA CLARO, DE ESTA SITUACION ES QUE EL NARCO PUEDE MANIPULAR A SU ANTOJO AL PUEBLO Y ESO SI, ES UNA DESGRACIA.

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