martes, 20 de abril de 2010

Abstracción y síntesis

¿Por qué no nos quejamos cuando nuestras sábanas son cuadriculadas, las toallas rayadas y el mueble de la sala repite un diseño geométrico? ¿Por qué nos gusta el diseño de una pared vieja y manchada? ¿Por qué nos vestimos a diario pensando en términos de combinaciones y contrastes sin el menos problema?

¿Por qué en cambio disentimos de la expresión abstracta cuando se trata de una pintura pensada para la pared? ¿Por qué nos es tan difícil entender que nuestra cabecita piensa lo mismo en términos abstractos que en términos figurativos?

Se ha creído a lo largo de la historia del arte que la función de las artes plásticas gira alrededor de transmitir contenidos religiosos, sociales o políticos. Este craso error nos ha impedido voltear a vernos como seres sensibles además de pensantes, y nos ha hecho perdernos la mitad de la belleza del mundo.

Entendiendo a Kandinsky en un extremo y a Mondrian en el otro --las dos posibilidades extremas de la abstracción, uno orgánico y el otro geométrico--, podremos ir armando un catálogo personal hecho a la medida de nuestros gustos y personalidad. En algún lugar intermedio quedaría la capacidad de transformar, de evocar lo figurativo, de no perder por completo la voluntad de la representación, la forma identificada. Me refiero a la capacidad de elegir, de aislar una de las partes del mundo objetual y transformarla en otro lenguaje.

En ese tramo intermedio, un trecho rico e infinito, también cabe la posibilidad de lo ornamental y de lo puramente sensual, además del expresionismo puro, la capacidad del tachismo, el rayonismo, etc. Los musulmanes fueron, durante muchos años, los amos del ornamento debido a que su religión les prohíbe la representación de la figura humana.

En el mundo del arte, cada quien abstrae como puede y como quiere: Felguérez, Rojo y Aceves Navarro los maestros de la abstracción en México, prefieren lo orgánico, mientras que Pablo Amor y Alfonso Mena prefieren destacar el poder del color; de sutilezas son las obras de Ricardo Mazal, Alfredo Falfán, Ilse Gradwhol y Perla Krauze, y geometristas no duros son Jorge Robelo, Francisco Castro Leñero y José González Veites, mientras que Sergio Hernández se desvía por el camino del juego con la imagen y la composición sin faltar por supuesto quienes se quedan a medio camino y abstraen a medias o transforman, como diría Arnaldo Coen. En este caso están Francisco Toledo, Juan Soriano y Gilberto Aceves Navarro, aunque no faltan los conceptuales Diego Toledo, el mismo Mena Pacheco, a quien ya mencionamos, o siguiendo el afán ornamental y el diseño se encuentra Pedro Preux.

En fin, que el llamado “arte por el arte” o expresión “retinal”, el que se ocupa de sus propios asuntos siendo estos el color, la forma, la materia, la composición, la línea, la mancha y las proporciones, desligándose del asunto de la representación es el meollo del arte abstracto, un estilo al que muchos no se acercan porque piensan que su función es identificar al mundo natural en el artístico, creen que hay que entender mensajes y no se dan cuenta de que el universo entero, incluido el arte, es para gustarlo. Ω

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