viernes, 9 de julio de 2010
Lágrimas de sangre…
…¡Y cómo no, si los cubrieron de azul turquesa! Me refiero a la escultura dedicada a Hernán Cortés y su noble caballo, ubicada en la glorieta de Teopanzolco y Nueva Bélgica, en la colonia Lomas de Cortés. Qué horror: los fans del conquistador, que es cierto, no abundan (sólo se conocen tres esculturas dedicadas al genocida), han de estar llorando de pena, como el caballo al que le escurre un rojo bermellón de los ojos. ¿Qué dirá Sebastián Aparicio, el autor de la pieza, a quien por cierto no se le da el crédito porque no se colocó la ficha técnica de la obra?
Y no sé si la audaz combinación es parte de un performance u obra de maleantes o grafiteros traviesos; no interesa, lo que hay que decir es que la pieza antes ubicada en el Casino de la Selva, escultura de bronce a la cera perdida de cerca de dos metros de altura, muy maltratada de tiempo atrás, fue “remozada” con la idea de imitar una pátina inexistente y dar la idea de una restauración artística. “Imitar” y “dar idea” son sinonimias de falsear y lo falso es, y siempre ha sido de mal gusto.
Por lo visto a la nueva administración del centro cultural (antes Muros) no le interesó conservar la pieza y como sucede comúnmente en las ciudades en las que la planeación urbana es deficiente, la reubicaron y ya. ¿Encima habrá que agradecerles el regalo?
¿Qué idea estética basa el mobiliario urbano?
Se ha comentado en simposiums especializados el asunto de la escultura urbana como un tópico de cuidado en el sentido de que el monumento al héroe ha perdido vigencia como vehículo de comunicación; la estatuaria oficial originada en la Grecia Antigua, recirculada en la Roma Imperial y retomada con ímpetus durante el neoclasicismo del XIX ha ido perdiendo su valor ejemplar, y si acaso comunica algo en el plano ideológico sería la manera en la que el héroe, frecuentemente asimilado como una caricatura humana, es desprovisto precisamente de su humanidad para convertirse en un muñeco. El valor artístico es otra cosa y de eso no estamos hablando aquí porque es materia de otro costal.
Dice Umberto Eco en su maravilloso ensayo sobre la cultura de masas y lo kitsch, que la desmesura y la búsqueda del mero efecto estético (emoción digerida y sugerida, lista para que el espectador la consuma fácilmente) son las características básicas del mal gusto. Ya con los caballotes ubicados en Río Mayo (zona de la ciclopista, Vista Hermosa) cubríamos la dosis kitsch de la zona. ¿Para qué ostentar más el mal gusto de quienes tienen el poder de decorar la ciudad? Ω
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HOLA, PUES SOLO QUERIA SABER SOBRE LO DEL 4O CONCURSO DE PIANO CLAUDIO HERRERA DONDE Y COMO TENGO QUE ENTREGAR LOS PAPELES QUE ME PIDEN, QUISIERA SABER SI TENGO QUE IR HASTA LA ESCUELA O COMO
ResponderEliminarGRACIAS
ESPERO SU RESPUESTA
este es mi correo rachid.b1.c1@hotmail.com (soy el de el comentario de arriba sobre lo del concurso)
ResponderEliminarHasta ahora no había visto este articulo y quisiera hacer dos correcciones.
ResponderEliminarLa primera es que el autor de la obra no fué Sebastian Aparicio sino Florentino Aparicio Herreras.
La segunda es la fecha de la obra no fué en 1931 sino en 1964.
Estaría interesado en saber del paradero del resto de las obras del Casino de la Selva.
Er una pena que un lugar como ese con la cantidad de obras de escultores como mi padre y pintores de renombre fuera arrasada literalmente cuando esas obras tendrían que estar en un museo como parte de la historia de Mejico.
Qué pena ver este comentario años después. Me gustaría platicar con usted. Ojalá vea este mensaje.
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