Si bien el ICM no ha destacado por el montaje de muestras concluyentes en los últimos años, necesario es decir que la retrospectiva del grabador y pintor Adolfo Mexiac que encuentra en la Sección Juárez del Jardín Borda, , viene a cerrar con "lujo de acopio" la presente administración. Obligado resulta también decir, que no se trata de una muestra fácil por la multiplicidad de obras colgadas, en las que destaca el manejo expresionista de la figura humana: hay conmoción, ruptura, dolor, deformidad; composiciones que escapan a las nociones clásicas de belleza. Como además no hay "aire" suficiente entre las piezas, aconsejo ir con calma, con ganas de pararse un buen rato frente a cada mampara, mirar una por una las piezas sin atender al conjunto.
Por efecto de contraste, podemos decir entonces, que las piezas más relacionadas con la interpretación de la naturaleza terminan brillando por sus efectos poéticos: en el alma de nosotros los espectadores acostumbrados cada vez más a una naturaleza traducida a fotografías retocadas, el encuentro con las texturas propias del grabado sobre madera y linóleo implica un re-descubrimiento de nuestra casi infinita capacidad de entender de profundidades y texturas.
Estamos entonces, en el hecho de que las piezas que se alejan de la intención narrativa, entre ellas un hermoso árbol sobre un fondo amarillo, al pie de un río y un haz de varas enmarañado detrás del cual aparece un ojo, nos muestran a un Mexiac productor de obra constante, comprometido no sólo con la necesidad de informar o ilustrar, sino con la necesidad de expresar valores y sentimientos estéticos. Esto habla de la íntima vinculación del alma humana con el entorno a través de sus formas. Justo es decir, que la pieza del ojo consigue atraparnos porque a pesar de la fuerza del primer plano, éste termina cediéndole su importancia al gran tema de la vida humana que es "te veo".
Los Migrantes
Mucho se ha hablado sobre el Taller de la Gráfica Popular y sus integrantes como generadores de contenidos artísticos vinculados con la identidad nacional. En la mayoría de los trabajos de sus integrantes, reunidos a partir de los años treinta en la Ciudad de México, los indígenas protagonizan escenas en las que destaca la dificultad de sus labores cotidianas, sus carencias, su tragedia. Vinculadas con la figuración nacida de la Escuela Mexicana de Pintura, especialmente con la producción de José Clemente Orozco, estas piezas han venido a conformar una parte importantísima de nuestro imaginario colectivo. No podemos negar el hecho de que seguimos pensando en el campesino mexicano a partir de lo que el TGP y las películas fotografiadas por Gabriel Figueroa.
En este sentido, la serie Los Migrantes, en la que destaca el afán de mostrar el proceso del grabado, viene a ser la cereza de pastel. No sólo porque vemos la plancha sobre la que el artista trabaja, de manera inversa siempre el tema a representar, sino porque el grabado, también llamado original múltiple, retrata un tema de gran actualidad: la huida, la despedida, la migración del semejante.
María Helena Noval
helenanoval@yahoo.com.mx
Twitter: @helenanoval
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