miércoles, 21 de marzo de 2012

Espectaculares: espectáculo

Vivimos en la era de la imagen y por lo mismo, la mirada es el sentido más convocado del cuerpo cuando se reflexiona lo social.  La mirada nos revela. Comienza por evidenciar nuestros deseos y termina por informarnos sobre los del semejante.

La mirada es tan importante, que según Peter Sloterdjik, uno de los pensadores más brillantes de la actualidad: "El espacio cuatro-ojos tiene que estar abierto antes de que pueda derivarse de él la esfera dos corazones, radicalmente intima." El envenenamiento erótico, la atadura visceral, dice el alemán, tiene que comenzar con un intercambio de miradas por fuera. De la vista nace el amor.

Dicho en otras palabras y recordando al Dr. Juan David Nasio: Existo porque me ves, existes porque te veo. "Si no me ves, me diluyo y haré cualquier cosa por atraer tu mirada", podría ser la frase que resuma la historia de los seres vivos, hombres y animales.


A propósito de esto, mi amiga Elisa Cano ha bautizado  "la mirada del político" como aquella mirada que nos atraviesa como si fuéramos transparentes, como si no existiéramos. Claro está que esta mirada se le da al político electo, no al que anda en campaña, ese todavía nos ve. De hecho, busca cual perrito ansioso, nuestro rostro complaciente.



Miradas que matan
La mirada que nos desaparece del mapa, esa que nos pesa porque viene de arriba, de una tarimota (a veces solo se trata de subirse a un ladrillo muy decorado) suele vivirse como un puñal helado. Al ser un desprecio intencionado, viene cargada de puro sentimiento mala onda. De dulzor del alma, de amor, no hay nada en esta mirada.

En cambio, se considera que quien mira de frente mucho tiempo, quien sostiene la mirada, está abriéndonos la ventana de su interior.  Siendo así, pensamos, debe de tratarse de alguien que no tiene nada que ocultar. Si los ojos son el espejo del alma, entonces, quien nos permite  asomarnos a través de ellos  debe ser bueno.

¿Pero qué sucede si este mirar de frente, esta actitud tradicionalmente entendida como un gesto de franqueza, se transforma en una simulación? ¿Si no podemos leer al semejante como leemos a los niños pequeños?

Llama la atención el hecho de que No existe en todo el estado, un sólo espectacular o cartel propagandístico en el que los candidatos no ofrezcan el rostro de cerca y de frente. Se cree que en los rostros reside su responsabilidad,  y que por ello voltean a la cámara a la hora del flashazo. Dicho atrevimiento, por ende, se recibe con buen ánimo.

Pero la experiencia indica otra cosa. Nos han engañado ya mucho. Entonces ¿debemos creerles o desconfiar?

Cada período de gobierno, cada campaña electoral abre la puerta de la esperanza. Queremos creer y por eso aceptamos la máscara de buena fe. Pero ¿hasta cuando?

Tal  vez sea hora de pedir auxilio como los niños que le temen a los payasos porque saben a un impostor, a un ser escondido debajo de otro. Ellos denuncian el gesto.  Desenmascarar de vez en cuando el espectáculo en el que se han convertido los espectaculares, nos hará recobrar algo de la paz perdida. O por lo menos la congruencia.¥


El chambeador
Si la imagen del hombre vestido formalmente sobre un fondo decorado con slogans la sentimos muy gastada, si sus sonrisas  nos saben a representación,   una versión más de este tipo de propaganda personificada resulta por lo mismo igual de vana.

Me refiero a la del hombre que aparece trabajando, con la camisa arremangada, como para evidenciar la "labor de campo", "el pan ganado con el sudor de la frente". Rodeado de gente común y corriente, dándole la mano a un niño o echando a andar algún proyecto o máquina, el aspirante a la lanita del erario público está dispuesto a hacer su mejor papel para ganarse la confianza del Votante.

Lo malo es que esto de hacer un buen papel se queda en la mera representación de una actitud y no pasa a transformarse en actitud de vida.  La culpa, dicen algunos como Jean Baudrillard, es de la cultura transestética que vivimos, una cultura fascinada con las imágenes, con la estetizacion fractal de todo. Pero acaso lo más preocupante es que  en el fondo ya no distinguimos realidad de ficción: la mentira nos fascina, la pose nos seduce.

1 comentario:

  1. María Helena me parece muy interesante tus escritos, tienes una amplia perspectiva de la realidad y el arte en la actualidad. Llevas a tus lectores por un mundo donde el común de la gente no lo puede notar o simplemente no tienen el valor para poder expresar lo que sienten.. sigue adelante con humildad y dedicación.
    C. Casas

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