jueves, 2 de febrero de 2012

“Champagne”: obra de teatro sobre arte y locura de Rubén Pizano

Divertida y profunda nos pareció, a quienes asistimos a la casa de la escritora Marcela del Río el domingo pasado, la lectura dramatizada de "Champagne", pieza teatral en dos actos del escritor Rubén Pizano. La misma aborda el caso de un artista plástico al que su hermana Olga y su galerista apellidado Fregor, quieren declarar loco para así poder disponer de su fortuna a voluntad. El drama se desenvuelve en la casa del pintor (leído por el propio Pizano); los diálogos nos enteran de su vida, sus anti-convencionalismos y las falsas premisas que se manejan en el mundo de arte.


Aparecen en escena además del representante artístico (actuado por Gerardo Sánchez) y la solterona hermana (Silvia Benítez), una famosa periodista (personaje actuado por la actriz Carmen Rodríguez, basado en Oriana Fallaci), la novena esposa del pintor, el psiquiatra que dará cuenta del estado mental del artista (nuestro amigo Ares Demertzis personificó a un simpático psiquiatra aquejado de tics) y el juez del que se espera el veredicto final (Arístides García).


Como es de esperarse, al final resulta que el supuesto loco es el más cuerdo de todos, mientras que aquellos que lo juzgaron insano terminan quedando en ridículo por insensibles, avaros y egoístas, aunque él mismo no deje de ser un manipulador. No deja de insistir Pizano en el hecho de que lo único que ha buscado Campaneri es realizar plenamente su vocación artística y salirse con la suya.


De interés para el espectador, debe ser el hecho de que se pone claramente en tela de juicio la valoración de la obra de arte basada en el criterio de genialidad, tan propio del arte de vanguardia como sospechoso si se pretende ser sensato al hablar de arte.

Arte y locura: ¿binomio inseparable?


La serie de preguntas que surgen ante la excelente obra de Rubén Pizano son de orden ontológico: ¿es el artista un ser hipersensible dotado de una mentalidad especial? ¿Es excéntrico porque busca ganar dinero haciéndose el interesante? ¿Se trata de una idealización romántica del oficio?


La bibliografía sobre el tema arte-locura es abundante. Hace algún tiempo que se vienen dando interesantes disquisiciones sobre la patología en los artistas. Los libros de Lombroso y Kris y Kurs son clásicos. En El genio y la locura, Philippe Brenot, nos cuenta cómo se ha concebido al artista a lo largo de la historia, pasando de ser un creador equiparable a Dios, a ser un simple artesano, hasta que a raíz del romanticismo se le considera un genio en el sentido peyorativo, un loco.


Recientemente la Dra. Teresa el Conde publicó “Arte y psique” en México para dar cuenta de casos como los de Leonora Carrington, Martín Ramírez y Manuel González Serrano. De especial interés es el capítulo que le dedica a la excentricidad de algunos creadores mexicanos que son precisamente eso, excéntricos, no enfermos. Consigue pues, diferenciar actitudes de enfermedad.


Además de eso, las diversas biografías de Camille Claudel, Federico Nietzsche, Antonio Gaudí, Vincent van Gogh, o Antonin Artaud, dan cuenta de que efectivamente existe lo que se ha dado en llamar personalidad artística.


Esta se organiza en torno a un sentimiento estético de la vida, produce obras artísticas, no le interesa mucho la resolución de vida práctica, resalta lo subjetivo en sus reacciones, se relaciona difícilmente con los demás, privilegia la libertad de expresión y provoca que el artista se manifieste melancólico, que no es lo mismo que estar deprimido.


A salvo del cliché


Analizadas por los especialistas en el comportamiento humano, las características de la personalidad artística fueron estupendamente retratadas por Pizano sin caer en la creación de un cliché. “Se trata de una colección de artistas sintetizados en uno solo” --me dijo--, hoy lunes que le hablé para felicitarlo por el éxito obtenido ayer.


No me quedé con las ganas de decirle que a mí lo que me sorprende es que dichas características sigan siendo motivo de extrema curiosidad y sorpresa por parte del público del arte; no me quedé con las ganas de decirle que me parece curioso que se idealice la locura ajena antes de entender la propia. Pizano ha escrito 24 obras de teatro y es un escritor en activo que vive en nuestro estado desde hace mucho años. Ω


HELENA NOVAL


















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