Tratar de articular una exposición que aborde la historia del Colegio Cristóbal Colón en fotografías no ha sido nada fácil; no lo es porque habiendo suficiente material de época, la selección implica privilegiar unos recuerdos y descartar otros. ¿Con qué criterio vamos a exponer las fotos de grupo y los desfiles? En el caso de los ex alumnos fotografiados de manera individual y en primer plano ¿a quién seleccionamos?¿A los hoy famosos, a los que más sonríen, a los que salen de frente? ¿Separamos por temas o por fechas las fotografías? Se trata de la historia de muchas familias morelenses ¿Destacamos nombres o sólo la emoción condensada en cada evento?
Tales han sido las cuestiones que nos han llevado semanas de reflexión en la escuela fundada por el Padre Armando Vargas Caraza hace 67 años en Cuernavaca, ciudad a la que llegó el jalapeño proveniente de la Ciudad de México, con la vocación magisterial decidida, sin imaginarse que terminaría representando el papel de "padre de todos", según me han contado algunas personas a las que he entrevistado, siempre instigada por el hecho de que su obra está viva y de que su recuerdo se engrandece con el tiempo.
No deja de ser una gran sorpresa, una vivencia muy agradable el hecho de que cada vez que menciono que colaboro en el departamento de cultura de dicha institución, termine narrándoseme una anécdota ocurrida en la escuela, la mayor parte de las veces estando involucrado el Padre Armando. "Dimos mucha guerra...Un día pasó atrás de mí y me tiró un gancho el Padre, me pegó de broma, yo sin verlo, le contesté el golpe sin querer...pero no se enojó, entendió que era una reacción lógica y terminamos riéndonos", me cuenta Roberto Abe, distinguido ex alumno al que entrevisté la semana pasada frente a un montón de fotografías antiguas. Disfruté sus recuerdos, sus sonrisas, porque me trasladó a aquella época, la época de la ciudad provinciana, aquella en la que los jóvenes soñaban con las muchachas de la federal, porque la Colón todavía no era mixta. "Fuimos el primer grupo que desfiló, causamos una conmoción, la gente esperaba ver pasar a los muchachos de la Colón, porque no estaban acostumbrados a aquellos uniformes y a aquella disciplina." Añade Abe, quien amablemente me presta material para la muestra.
La Colón es la Colón
Bautizada en femenino, como si fuera una referencia materna, la escuela militarizada de la ciudad es recordada ampliamente por la gente de raigambre morelense, no sólo la de cierta edad; me refiero a que los hijos y los nietos de quienes aquí estudiaron también identifican sus lugares emblemáticos. A años de distancia de las graduaciones de algunos, pudiera parecer difícil que se diera una vinculación espacio-temporal duradera, pero la semana antepasada, que conviví con un grupo de ex alumnos entusiasmados con el desfile en el que van a participar, me convencí de que los amores permanecen y de que la gente busca vivir de nuevo el pasado. No pongo aquí su nombre, pero una ex alumna, hoy destacada empresaria, derramó lágrimas al encaminarse por el pasillo que da hacia el gran patio. Muchos otros comentan por FB si el uniforme les queda o no todavía y si será apropiado llevarlo al desfile organizado por el Subteniente Giles para dentro de tres semanas.
El recuerdo tan vivo que guarda la gente de algunos profesores, el entusiasmo del Padre por las artes escénicas, su destacada función como fundador de los Boy Scouts de Morelos, su pasión por lo militar y desde luego los actos religiosos, sugieren una museografía dividida por temas, no obstante, el tema principal de la muestra que estamos colgando será precisamente el Padre Armando, de quien se sabe poco en el aspecto familiar. Allí se verán por ejemplo, imágenes de sus hermanos y se dirá que su familia fundó la Asociación de Charros de Jalapa, Veracruz.
Una Expo para que se sientan como en la sala de su casa
Hay una voz en Morelos: es la voz del exalumno del Padre Armando, la voz del "colono", palabra que usan para nombrarse a sí mismos los jóvenes y no tan jóvenes tocados por esta figura tan ejemplar. Para esa voz que articula emociones atragantadas con recuerdos visuales es la muestra. La idea es que la nostalgia no se quede a medias, queremos, que las imágenes cristalicen en sentimientos positivos, dicho de otro modo, que el linaje, el sentimiento de pertenencia a una comunidad, nos recuerde a todos que en esta ciudad y en este estado se han vivido tiempos inolvidables, sucesos gloriosos, hechos históricos: que somos capaces de vivir como hermanos, en paz, aprendiendo y siendo creativos.
De ahí que el cierre implique dejar un espacio vacío para colocar la última foto, que es la que se va a tomar cuando marchen todos, es la que va a revelar el espíritu que se sostiene 67 años después. Lo que hay que entender es que el espíritu no muere y que este espíritu vivo, el del Padre Armando es el que queremos exponer. Una tarea nada fácil en términos museográficos, desde luego, por eso esperamos que el esfuerzo se vea coronado con muchas visitas a la galería ubicada en el segundo piso de la escuela.
"Pocas veces ha habido en Cuernavaca una pesadumbre tan negra como cuando murió el Padre Armando. La gente se volcó a la calle, hubo un duelo generalizado, sucedió como con los ídolos", me dice por teléfono el maestro Cázares, distinguido "colono" , autor de los escudos del colegio. "Es que era un papá para todos", me dice su esposa Minda, al recordar asimismo que sus hijos hicieron la Primera Comunión en el colegio. De esta función paterna tan sui generis y completa es de lo que se va a tratar todo esto.¥
María Helena Noval
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