miércoles, 11 de enero de 2012

Vas a ver...¿De qué se ríen?



Dependiendo de la forma de su mentón y lo acostumbrados que estén a ejercitar los orbiculares, pelan más o menos el diente blanqueado. ¡Quieren verse contentos y guapos en los espectaculares que rentaron! Para conseguir su mejor imagen, les plancharon el atuendo, eligieron la corbata del color más conveniente y posaron largos minutos. Claro está que esperan el flechazo (¿flashazo?) de la suerte, el que los haga más llevadero el engorroso trabajo que implica una campana sembrada de promesas. Pero ¿de qué se ríen los políticos morelenses? ¿Acaso saben algo que nosotros los ciudadanos desconocemos? El exhibirse de ese modo es costumbre política antigua, querer agradar buscando mostrar la mejor cara, darse a entender como amigos, camaradas, iguales, simpáticos, ligeros tiene su historia. Convocar empatías, identificaciones contigo y conmigo, con nosotros, a quienes sin embargo desconocen, es lo primordial. Es estrategia probada. Se ha hecho así desde el nacimiento de la modernidad, se hizo propaganda política en tiempos de Maquiavelo y algunos de los más grandes pintores trabajaron este tipo de telas hoy pertenecientes al género histórico. La otra caraNo obstante, la cosa cambia cuando se trata de la preservación de la imagen del ya electo, del que ya agarró chamba, en la memoria colectiva. Ese retrato es de otro estilo: ese pide seriedad, exige respeto a la investidura ...en esos rostros la sonrisa desaparece. ¡Ya no somos cuates!, parece decirnos ...el servidor público que en algún momento nos apapachó. La reverencia se impone. La mirada la dispara de frente, obligando al que lo ve desde abajo, al ciudadano de a pie, a cubrirse con parpadeos, a bajar el testuz como muestra de decepción o simplemente a quedarse con la boca abierta...de la sorpresa. Obedeciendo ambos tipos de retrato a códigos casi inamovibles, resulta interesante compararlos por qué nos lleva a preguntarnos por qué la sonrisa se torna en rictus, cómo es que una representación se conecta con la otra, por qué nos causa tanto VÉRTIGO el cinismo abierto: por que del vértigo no pasamos al vómito y nos quitamos de una vez el malestar y la indigestión. No hay más. La proliferación de imágenes como estas que hoy comentamos, dan cuenta de la necesidad de sustitución de algo que se ha perdido. Me refiero a la alegría y la seriedad verdaderas.


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