Si uno voltea a ver la enorme cantidad de publicaciones que salen a la luz en Estados Unidos, por ejemplo, notará que el trabajo de campo, el clavado en los archivos, la entrevista directa es muy común. Se rescatan las fuentes originales. Se oye o se lee lo dicho y escrito por los actores de la cultura. En México, en cambio, lo común es el libro basado en el libro, la opinión sobre lo conocido. Lo dicho sobre lo dicho. Por eso, un epistolario hecho público en nuestro país, puede ser revelador a pesar de ser por su naturaleza reiterativo.
Hipocondriaco y monero
Cuando le escribe el joven José a la niña Cuquita, le dice que la ama apasionada pero secretamente: protagoniza una relación inventada por él, una relación basada en el deseo de ser amado. Es un amor del que nadie debe enterarse porque ella tiene 12 años y el 26. Pero cuando ella le contesta pidiéndole cordura y congruencia, cuando se siente presionada por la diferencia de edades y sobre todo por el que dirán, está asimismo construyendo la vida de los amantes. Nadie debe morir sin haber conocido estas intensidades y sobre todo sin entender que el amor ofrece posibilidades insospechadas de interacción.
La historia se da en los primeros años del siglo XX en el México que se prepara para la Revolución, un México habitado por una clase alta afrancesada y sostenido por una gran cantidad de trabajadores aleccionados en el "hay que aguantar vara, que así nos tocó vivir". Carta tras carta, Orozco le cuenta a Cuca el creciente incendio del país, las incomodidades que se viven en la Academia de San Carlos y las suyas propias porque se siente tan enfermo como pobre, porque los diagnósticos lo enferman aún más, porque se sostiene haciendo "monos" y retratos de muertos. Porque a cada rato cree que se va a morir...de amor.
Son casi 500 cartas las que la autora Adriana Malvido recogió de manos del periodista Julio Scherer (son del coleccionista José Antonio Pérez Simón) para transformarías en una novela-epistolario que viene a revelarnos a un pintor desconocido, a un hombre apasionado, atrevido y soñador que busca dejar de ser pobre para aliviar las penas maternas y poder casarse con su "Fugito", la hija de la portera de la vecindad en la que habitan, ubicada en la calle de Pila Seca, hoy Isabel la Católica, en el centro de la Ciudad de México. En dicha vecindad se cruzan papelitos, se dejan recados en las macetas y debajo de las cubetas, se miran y se poseen de cuerpo entero sin tocarse jamás.
Cuando su familia se la lleva a Sombrerete, Zacatecas, buscando mejores oportunidades de trabajo, los cuerpos vírgenes, las bocas sedientas, las frases dispuestas a susurrarse en encuentros imaginados comienzan a apagarse. Después de casi diez años de noviazgo y promesas, él se casa con Margarita Valladares y ella se convierte en maestra en Zacatecas. Los azahares nunca la coronaron. Hay que suponer que ella cual flor de temporada, se fue secando; que la amargura creciente en el tono de las cartas de ambos fue tornando dulzura en sinsabores y veneno:
"¿Dónde quedó el fuego? ¿Por qué la escogió a ella como protagonista de una interminable espera? ¿Por qué no la deja ir de una buena vez? Hace meses que no sabe de él; se siente desterrada en su propia casa y sin embargo lo piensa en todo momento, lo sueña, mira sus retratos...", escribe Malvido antes de contarnos cómo la imagen fotográfica viene a suplir el contacto humano entre los dos: "Te vas a retratar con la blusa más bonita que tengas...que la blusa sea escotadita como la que tienes en este retratito, que sea de cuerpo entero y lo más grande posible. Luego lo besas mucho y lo pones sobre tu corazón todo un día y muy bien envuelto me lo mandas si quieres proporcionarme una dicha aunque sea pequeña mientras puedo tenerte a ti de veras, toda entera, enterita..."
En fin, que este tipo de libros enriquecen la historia del arte no sólo por la vía de lo anecdótico: invitan al espectador al usar la imaginación a la hora de acercarse a la obra museística; nos hacen mirar humana y no acartonadamente la pieza salida de las manos y el corazón del semejante. Así el arte nos parece más cercano, más obra nuestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario