1.Hace un par de meses, me invitó la escritora y promotora cultural Alejandra Atala a participar este martes 23 de agosto, a las 11 AM en la Cátedra Rosario Castellanos de la UAEM (Auditorio de la Biblioteca Central), convocatoria que dada mi talla frente a las otras dos ponentes sentí inmerecida: a Eliana Albala, Doctora en Letras la admiro al grado de querer oírla hablar de libros hasta en las reuniones sociales, mientras que a Ethel Krauze la gozo por ofrendar desconsoladamente el pellejo en sus libros. Las dos son inmensas. No obstante, por amor al arte y pasión por la obra castellaneana acepté participar, no sin hacerle una advertencia: “Mi Rosario es una que he ido armando de acuerdo a mis necesidades -le dije-, no corresponde a la academia, ni a la cultura WWW, aunque incluye esos discursos. Si me permites hablar desde las lecturas textual, intertextual y transtextual, que no son transgresión, sino práctica cultural de hoy, ¡va, acepto con mucho gusto! ¡Ah! y te aclaro que todo esto tiene que ver con una pregunta que me hice hace tiempo, a resultas del pensamiento binario que nos caracteriza a los seres humanos: ¿Cómo resuelve Rosario el asunto de defender los derechos de la mujer, mientras sufre terriblemente en su vida privada?”
Como Alejandra confió en que del simplismo pasaría yo a algo más interesante, voy mañana con el miedo que caracteriza al que se va a exponer frente al micrófono, pero también con la alegría que me dará leer a Rosario en voz alta.
2.
Hay que tomar en cuenta que a Castellanos se le considera una feminista porque además de retomar las voces de otras defensoras de los derechos de la mujer en varios ensayos, defendió particularmente la profesión de las escritoras. Por si fuera poco, abordó la situación del ama de casa a la que se le trata como a “una criada”: ¡¡Grrrrrr!! -decía ella-, ante esta tremenda injusticia
Pero también hay que entender que la considerada chiapaneca se sabía muy infeliz por el desamor de su pareja. Esto lo sabemos por las más de 70 cartas que le escribió a Ricardo Guerra, el filósofo con el que se casó en 1958 (luego conocido personaje de la cultura morelense), publicadas de manera póstuma (CNCA, 1994). Este sufrimiento también se lee en sus desgarradores poemas, uno de ellos “Lamentación de Dido”.
3.
¿Dime de qué presumes y te diré de qué careces? ¿Qué sucede con esta aparente contradicción entre el pensar y el sentir? ¿Por qué lo primero no resuelve lo segundo?
Para entrar en materia diré mañana que Rosario, como todos los seres humanos, estuvo consciente de que una cosa es la realidad y otra lo que debería de ser. Sólo que ella tuvo el don de la elaboración del tema mediante la escritura, lo cual la alivió temporalmente cientos de veces. Por eso abordó lo individual y lo social de manera diversa en su vasta obra. Y hay textos como “Lección de cocina” (del libro Álbum de Familia”) en donde lo hizo de manera brillante, conmovedora, ejemplar.
Por supuesto, no me quedará otra más que hablar de la expansión del espíritu que se logra con la escritura de calidad (al autor y al lector) y citaré a Sor Juana, que es la madre de todas nosotras: “El acero es un discurso / que sirve por ambos cabos, de dar muerte por la punta, por el pomo de resguardo”.
4.
Por último, si alguien me pregunta qué sucedió con el asunto de la descomunal necesidad de amor de Rosario, contestaré que aunque nos amen locamente, los seres humanos jamás nos sentiremos satisfechos porque esto sólo se da en el mundo del arte. “Hay cosas que sólo desde el arte se pueden decir”, dijo Mónica Mayer hace unos días en La Tallera, en donde habló del devenir del arte feminista. Y tiene razón: el arte resuelve, descarga, sublima, alivia y aligera, aunque no cure totalmente. Tiene indudablemente una función terapéutica. Ω
Articulo publicado por: https://www.diariodemorelos.com/noticias/vas-ver-rosario-castellanos-la-escritura-como-alivio
Por : María helena Noval
helenanoval@yahoo.com.mx
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