1.
Lo que se ve no se juzga: la
cosa está que arde en este estado, el ánimo decae por el alboroto social que
percibimos y sin embargo, la cultura sigue dando nobles frutos porque es desde
allí, de las nociones de resistencia y
de supervivencia que propone la misma, de donde nos podemos nutrir para pensar
qué nos conviene como ciudadanos. Todo esto lo digo porque se dan eventos en
Morelos de donde sale una contenta, con ánimos de seguirle echando ganas a la
vida, a pesar de todo.
Uno de ellos, fue la
conferencia sobre Emiliano Zapata que vino a darnos el Maestro Salvador Rueda
Smithers el miércoles pasado. ¿Quién mejor que él, que lleva tantos años siendo
el experto en el zapatismo, desde la perspectiva de los de los insurgentes que
acompañaron en la lucha a nuestro máximo héroe? ¿Quién mejor que él, autor de
tantos textos sobre el tema para hablar de la esperanza que le inyectó el líder
agrario a todo un pueblo doblegado? En fin, Salvador Rueda, estuvo en el mal
llamado Museo de la Ciudad de Cuernavaca (MUCIC) como el primer invitado a un
ciclo de 4 conferencias que de seguro fomentarán el principio de orgullo por
ser morelense, aunque sea sólo en unos cuantos cientos de personas asistentes.
Ahora bien, a la par de
reconocer el interés en generar reflexiones por parte del presidente municipal
Cuauhtémoc Blanco a través de su Dirección de Cultura, del INAH a través de su
titular, Víctor Hugo Valencia y de los miembros de la Asociación PROCENTRO, hay
que reconocer con respecto al también llamado “Atila del Sur” (desde 1913 en el
periódico El País), que además de ser un idealista de carne y hueso, éste se ha
venido convirtiendo en un ícono porque (como dijo Malraux) su muerte le cambió
la vida y porque logró que el labriego adquiriera personalidad jurídica a
partir del Plan de Ayala. El evento se nutrió con imágenes tomadas del libro
“Zapata en Morelos” (Lunwerg-Planeta), en el que se aborda la evolución de la
imagen del caudillo hasta la actualidad.
2.
Este viernes y en concurrido
acto se celebró el primer año de actividades del Museo de Arte Indígena
Contemporáneo, ubicado en Ave. Morelos. El maestro Wilfrido Ávila García dio su
informe como director del mismo (lástima que no mencionó la importante gestión
de la Maestra Graciela Salas) y el Rector de la UAEM, Alejandro Vera Jiménez
contestó con un amplio reconocimiento a la dignidad y la importancia de los
pueblos indígenas. Habló de un proyecto dedicado a la creación de Bachilleratos
Interculturales para Coatetelco y Xoxocotla, (comunidades que como en DDM hemos
informado, están en camino de reconocerse como Municipios Indígenas), pero lo
que a mí me pareció más interesante fue que se planteara el museo como un
espacio desde donde pueden generarse estrategias sociales, no sólo
consideraciones estéticas, que no están mal, pero que hoy resultan incompletas.
Las identidades plurales son
un tema de origen, pero si se entienden como un tema de destino, la cosa
cambiará para las llamadas minorías, comentamos algunos asistentes, durante el
recorrido de las salas del museo en el que además se inauguró una exhibición
resultado de los talleres de cerámica y orfebrería que allí se imparten.
3.
El Museo Brady es quizá el
recinto expositivo más conocido a nivel internacional de Cuernavaca. Su
fundador, Robert Brady fue coleccionista
y artista y su particular manera de concebir su casa habitación, ubicada en la
calle de Nezahualcóyotl, en la llamada Casa de la Torre, en el centro de
Cuernavaca, ha venido generando un turismo cultural muy particular en la
ciudad, además de vínculos sólidos en la nutrida comunidad de extranjeros que
viven en el estado.
De su director Alberto
González Torres se habla bien porque ha ido posicionando el lugar en la mira de
la comunidad morelense, poco afecta a visitar los recintos culturales más de
una vez y por eso, junto con algunos miembros del patronato, como la señora
Josefina Quezada y el señor Carlos Córdova, organizó una elegante cena este
viernes pasado, en la Hacienda San Antonio El Puente, para recaudar fondos en
pro del museo.
El tema, evidentemente es la
gestión cultural tendiente a generar no sólo el público que le debe dar sentido
a su existencia, sino su supervivencia en términos económicos. A diferencia de
otras propuestas en las que existen museos de autor en cuyo soporte financiero
intervienen las familias (Tápies en España) o los fideicomisos (Franz Mayer en
México), el Brady tiene que basarse en autonomía de gestión y apostarle a la
creatividad de los miembros de su patronato para poder mantener la operación.
No depende del dinero público y a pesar de que los directivos de algunos museos
de marca opinan que las obras deben exhibirse no desde lo monográfico, sino
desde la gran empresa cultural, habemos miles de personas que gustamos de
penetrar en el espacio estético del coleccionista que al juntar cosas
inconexas, logra la magia del bien vivir. O dicho de otro modo, del vivir
bonito. ¿Qué opina usted, querido lector, lectora: servirá la belleza en
tiempos de crisis? Ω
Por: María Helena Noval
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