1.
¿De qué manera puede beneficiar a los demás
el vivir por los sentidos? ¿Es la belleza un motivo vital? ¿De qué manera se
pueden unir arte y generosidad?
Son
algunas de las preguntas que debió haberse hecho durante su primera juventud el
Dr. Mario González-Ulloa (1913-1995), renombrado cirujano plástico que vivió
entre nosotros, los morelenses varios años, la mayor parte de ellos dedicado a
exaltar el encanto de un lugar que encontró casi derruido: la Hacienda fundada por
Hernán Cortés en Atlacomulco.
Hace
unos días habría cumplido cien de vida el también coleccionista de arte y por
tal motivo me asomo al libro-códice que le dedicó, como editora, en 1993, en su
onomástico número 80, la señora Yolanda González-Ulloa a su padre.
Impreso
y encuadernado a mano por Juan Nicanor Pascoe Pierce, el compendio es lo que
hoy llamamos un “libro de artista”, no sólo por la arte-factura del mismo y la
inclusión de grabados de Juan Manuel de la Rosa, sino porque los textos, muchos de ellos de
la autoría del médico, disertan sobre asuntos filosóficos, como las relaciones
entre ética y estética, el arte de ser feliz o la mejor manera de encontrarle
sentido a la existencia:
“Un
hombre con la pupila afocada, como si se tratara de una cámara fotográfica,
puede captar permanentemente la belleza que enriquece constantemente su alma y,
como reacción, pone belleza en ejecución de los actos que forman su
vida”, nos dice en Atrévase a vivir, publicado por Editorial Diana.
2.
El Dr. González Ulloa fue tocado por la
consciencia de la belleza, una idea que no se puede definir con palabras, pero
en la cual todos coincidimos como un valor universal. Verdad, belleza y bondad
son los ideales supremos del ser humano, pero dos de ellos son fácilmente
condensables en uno sólo: la belleza. Quien se dedica a pensarla a buscarla en
todas partes, a desagregarla tratando de reducir lo irreductible es un esteta,
un filósofo del arte. Para llegar a tal sensibilidad se necesita una
educación especializada y aún así, entre los expertos habrá divergencias de
opinión; no obstante, al hablar de la belleza del cuerpo, del paisaje, de una
mesa bien puesta habrá consenso general sobre lo bello en cuestión. Conceptos
como armonía, simetría, perfección, consonancia salen al paso cuando se
coincide en que algo es bello, pero ¿cómo se logra armonizar la divagación
estética con la vida práctica?
3.
Manifiestan los testimonios de la hermosa antología reunida, ordenada y
diseñada por Gabriel Breña Valle, que una de las preocupaciones vitales del
médico era reintegrar a la sociedad a las personas que sufrían a causa de algún
accidente, defecto de nacimiento o el paso del tiempo. Es decir, las relaciones
entre belleza y felicidad le eran familiares al médico especialista en labio
leporino. Lo curioso es que estas mismas relaciones las llevaba a casa, en
donde al lado de artistas e intelectuales vivió una vida artística sui
generis.
“Su
gran pasión era la belleza, viajó buscándola por Asia y Europa --vivió un año
en Florencia, me cuenta su hija Yolanda--; nos explicaba las obras de arte,
becaba artistas como Pedro Coronel –quien me hacía mis dibujos para la
escuela-- y José Hernández Delgadillo. Construyó en Tetelpa, en el
Desierto de los Leones, una colonia que quería para creadores. Les
comisionó obra a Ernesto Alcántara, Irma Grisá, Federico Cantú, Benito
Messeguer, Trinidad Osorio, Jorge Cázares y Víctor Contreras. Era un mecenas.
David Alfaro Siqueiros, José Iturriaga, Fernando Gamboa y Daniel Rubín de la Borbolla fueron sus
amigos. Los domingos organizaba comidas culturales a las que acudían 20 o 30
personas. Mucha de su obra está en el Hospital Dalinde.”
En
1985 él tuvo su taller de pintura en la loggia de la hacienda y su
maestra fue Elisa Cano:
“Yo
le daba la clase a él, pero él estaba siempre rodeado de amigos entre ellos
Gutierre Tibón. La gente lo veía pintar, era aficionado al color morado –
¿qué usted no ve la papaya morada?”, le preguntaba a la pintora, quien agrega:
“Se
pasaba un buen rato pintando, era muy simpático y acompañarlo durante el
proceso creativo era divertido. Para él mujer y belleza eran lo mismo. Decía
´La mujer es importantísima en materia de belleza y eso se refleja en lo
social, lo económico, lo político. No las podemos detener, y el hombre que no
lo sepa está perdido´. Como Agustín Lara, quien le cantaba en su hacienda
“Mujer divina”, el Dr. González-Ulloa se postraba ante la delicadeza y la
armonía de las formas femeninas. Era un sibarita, le gustaba comer y vivir bien.
Fue uno de los personajes más importantes de Cuernavaca, su personalidad era
muy fuerte. Médica, política, humanamente fue una personalidad influyente”.
Agrega
la pintora de los manzanos que han hecho historia en Cuernavaca, que Yolanda es
la continuación de la obra y sensibilidad de su padre: “porque no ha parado de
crear y arreglar cosas. Su interés es genuino, ella es también muy sensible.” Y
yo, al coincidir con ella pregunto al lector: ¿Qué son cien años para quien
trasciende en el tiempo por su legado? ¿Verdad que se toca la eternidad
apostándole a un valor como este? Ω
María Helena Noval
helenanoval@yahoo.com.mx
http://www.diariodemorelos.com/blog/belleza-y-tiempo-cien-a%C3%B1os-del-nacimiento-del-dr-mario-gonz%C3%A1lez-ulloa
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