Con un par de exposiciones
dedicadas a mostrar algunos de los mejores ejemplos del expresionismo pictórico,
la Ciudad de México se volverá, durante este verano, el escaparate de uno de
los estilos artísticos más interesantes de la historia del arte moderno y
contemporáneo. Recordemos que el expresionismo nace en Alemania, a principios
del siglo XX, con la intención de exteriorizar el mundo emocional del artista,
más que la copia o la impresión de la realidad (naturalismo, impresionismo).
En realidad, lo que buscaron expresar
estos artistas por diversos medios --pues no sólo se trató de pintura sino de
literatura, música, teatro--, era una manera alternativa de entender el arte: aquella
que nace de las ganas de decir con él, lo que se siente individualmente, de
gritarle al mundo lo que duele, aunque ello implique lo irracional, la
distorsión, la deformación. No interesa reportar lo que se ve, sino cómo se
recibe la vida.
En el Palacio de Bellas Artes se
verán, a partir del 5 de julio algunos ejemplos del expresionismo alemán y una
muestra dedicada al noruego Edward Munch (30 obras), como resultado de un
intercambio de exposiciones entre el MoMA de Nueva York y el CONACULTA. De ello
próximamente.
Johan Falkman: la alteridad en el espejo
En el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico), se presenta la muestra del trabajo más reciente de un pintor sueco, Johan Falkman, a quien se puede describir, a secas, como uno de los más grandes retratistas del siglo XX.
Pintados con la espátula cargada de pintura y muchos de ellos dedicados a
retratar médicos, las pinturas de Johan Falkman se perciben como la resolución
plástica de un problema: cómo lograr que se entienda un rostro de lejos a
partir de un tratamiento excesivamente libre de la pincelada. A pesar del
interés en el reconocimiento de las diversas identidades de los retratados
(el tema), y del empleo de la intuición
del artista para reportar eso que nos diferencia de los demás (personalidad, fisiognomía,
estilo), se entiende que Falkman está más interesado en lo artístico, en lo
plástico.
El empleo de los colores es violento
y se percibe directo del tubo; la manera de sombrear viene de la teoría del
color que empleaban los impresionistas: no se da idea de volumen oscureciendo
con un tono más umbroso que el color base, sino con su opuesto o
complementario. Y las piezas, a pesar de que no se soban, parecen terminadas.
Esto es un prodigio logrado por los expresionistas, al cual nos hemos
acostumbrado, un estilo llamativo para la retina, al cual debieron
acostumbrarse poco a poco aquellos primeros espectadores de los expresionistas,
llamados “Fieras” (Fauves) en Francia.
México en Suecia
Lo inolvidable de Falkman para
nosotros los mexicanos, reside en el hecho de que él conoce la obra de los muralistas
y está ávido de aprender a pintar a la manera de Orozco y Siqueiros. Pudiera parecer
increíble, pero a estas alturas, nuestros muralistas siguen haciendo escuela y
causando admiraciones al grado de motivar el viaje, imitar la pincelada,
recibir la inspiración. De este impulso nació el mural que Falkman pintó en
Trelleborg, sobre la historia de su país.
Cuando
Johan Falkman vino a nuestro país, en 2008, “encontró lo que siempre ha querido
representar, lo que ya hacían los pintores mexicanos y que aún hoy muchos
hacen. Entonces, confirmó que su cercanía artística estaba más fuertemente
ligada a los pintores mexicanos como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José
Clemente Orozco, Pablo O´Higgins y Federico Cantú.
“Por ello,
la muestra integra un apartado con seis obras de los artistas José Chávez
Morado, Federico Cantú y Arturo Estrada, en el que se muestran las confluencias
artísticas que Falkman encontró en creadores mexicanos, principalmente de la
primera mitad del siglo XX. Se presentan tres obras del artista regiomontano
Federico Cantú (Autorretrato, Nicki Morris y Elisa Saldívar de
Gutiérrez Roldán), donde se confirma que la pincelada, el uso del color y
el espacio compositivo de Falkman se acerca en mucho a los recursos pictóricos
de este pintor. También se exhibe la obra de José Chávez Morado Diego Rivera
va a firmar, que muestra las empatías estilísticas con Falkman, quien en
muy pocas ocasiones dota a sus representados de atributos, lo que contrasta con
este retrato de Chávez Morado. Y dos piezas del “Frido” Arturo Estrada que
presentan a sus mentores Frida Kahlo y Diego Rivera en su lecho de muerte y que
aluden a la misma emoción que Falkman sintió frente al ataúd de su hermana
mayor en la soledad de su sala, señala la investigadora Leticia López Orozco,
curadora de la exposición y miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas
de la UNAM.”
La muestra estará colgada hasta el 15 de julio.
María Helena Noval
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