lunes, 2 de julio de 2012

Con la espátula bien cargada


Con un par de exposiciones dedicadas a mostrar algunos de los mejores ejemplos del expresionismo pictórico, la Ciudad de México se volverá, durante este verano, el escaparate de uno de los estilos artísticos más interesantes de la historia del arte moderno y contemporáneo. Recordemos que el expresionismo nace en Alemania, a principios del siglo XX, con la intención de exteriorizar el mundo emocional del artista, más que la copia o la impresión de la realidad (naturalismo, impresionismo).
En realidad, lo que buscaron expresar estos artistas por diversos medios --pues no sólo se trató de pintura sino de literatura, música, teatro--, era una manera alternativa de entender el arte: aquella que nace de las ganas de decir con él, lo que se siente individualmente, de gritarle al mundo lo que duele, aunque ello implique lo irracional, la distorsión, la deformación. No interesa reportar lo que se ve, sino cómo se recibe la vida.
En el Palacio de Bellas Artes se verán, a partir del 5 de julio algunos ejemplos del expresionismo alemán y una muestra dedicada al noruego Edward Munch (30 obras), como resultado de un intercambio de exposiciones entre el MoMA de Nueva York y el CONACULTA. De ello próximamente.

Johan Falkman: la alteridad en el espejo


En el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico), se presenta la muestra del trabajo más reciente de un pintor sueco, Johan Falkman, a quien se puede describir, a secas, como uno de los más grandes retratistas del siglo XX.
Pintados con la espátula cargada de pintura y muchos de ellos dedicados a retratar médicos, las pinturas de Johan Falkman se perciben como la resolución plástica de un problema: cómo lograr que se entienda un rostro de lejos a partir de un tratamiento excesivamente libre de la pincelada. A pesar del interés en el reconocimiento de las diversas identidades de los retratados (el  tema), y del empleo de la intuición del artista para reportar eso que nos diferencia de los demás (personalidad, fisiognomía, estilo), se entiende que Falkman está más interesado en lo artístico, en lo plástico.
El empleo de los colores es violento y se percibe directo del tubo; la manera de sombrear viene de la teoría del color que empleaban los impresionistas: no se da idea de volumen oscureciendo con un tono más umbroso que el color base, sino con su opuesto o complementario. Y las piezas, a pesar de que no se soban, parecen terminadas. Esto es un prodigio logrado por los expresionistas, al cual nos hemos acostumbrado, un estilo llamativo para la retina, al cual debieron acostumbrarse poco a poco aquellos primeros espectadores de los expresionistas, llamados “Fieras” (Fauves) en Francia.
México en Suecia

Lo inolvidable de Falkman para nosotros los mexicanos, reside en el hecho de que él conoce la obra de los muralistas y está ávido de aprender a pintar a la manera de Orozco y Siqueiros. Pudiera parecer increíble, pero a estas alturas, nuestros muralistas siguen haciendo escuela y causando admiraciones al grado de motivar el viaje, imitar la pincelada, recibir la inspiración. De este impulso nació el mural que Falkman pintó en Trelleborg, sobre la historia de su país.

Cuando Johan Falkman vino a nuestro país, en 2008, “encontró lo que siempre ha querido representar, lo que ya hacían los pintores mexicanos y que aún hoy muchos hacen. Entonces, confirmó que su cercanía artística estaba más fuertemente ligada a los pintores mexicanos como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Pablo O´Higgins y Federico Cantú.

“Por ello, la muestra integra un apartado con seis obras de los artistas José Chávez Morado, Federico Cantú y Arturo Estrada, en el que se muestran las confluencias artísticas que Falkman encontró en creadores mexicanos, principalmente de la primera mitad del siglo XX. Se presentan tres obras del artista regiomontano Federico Cantú (Autorretrato, Nicki Morris y Elisa Saldívar de Gutiérrez Roldán), donde se confirma que la pincelada, el uso del color y el espacio compositivo de Falkman se acerca en mucho a los recursos pictóricos de este pintor. También se exhibe la obra de José Chávez Morado Diego Rivera va a firmar, que muestra las empatías estilísticas con Falkman, quien en muy pocas ocasiones dota a sus representados de atributos, lo que contrasta con este retrato de Chávez Morado. Y dos piezas del “Frido” Arturo Estrada que presentan a sus mentores Frida Kahlo y Diego Rivera en su lecho de muerte y que aluden a la misma emoción que Falkman sintió frente al ataúd de su hermana mayor en la soledad de su sala, señala la investigadora Leticia López Orozco, curadora de la exposición y miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.” 

La muestra estará colgada hasta el 15 de julio.


María Helena Noval



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