miércoles, 23 de mayo de 2012

Cultura escrita: hay que dar la batalla




1. Primer round


El domingo pasado se publicó en este diario un incisivo reportaje sobre la lectura en nuestro estado: en una esquina del ring las bibliotecas, en la otra los antros. La contienda la ganó la cultura de los consumos etílicos. Los libros salieron muy mal parados. Lo mismo sucedió con esos centros de acopio llamados bibliotecas públicas: se están cayendo de soledad y su equipamiento y acervo son lastimeros.
Se dice que en México se lee medio libro al año y que ni la creciente calidad en el diseño editorial aminora la agonía de estos objetos, depositarios de la letra escrita, si su consumo se mide en términos de preferencias para el rato de ocio. ¿Qué van a hacer los políticos que están proponiendo más cultura y menos ocio, escuelas de tiempo completo, elevar los niveles de educación para revertir este problema vinculado íntimamente con la moral de guerra que estamos viviendo? La situación se ve muy difícil, de entrada porque no se trata de un asunto que se disipe por decreto o gastando más en bibliotecas.
alla 

En esta sociedad de enfermos de la letra, a la SEP con su legión de maestros y a los institutos de cultura de los estados les toca el papel de instancias salvadoras de almas. En el caso de Morelos, las preguntas que se antojan giran en torno a la formación de lectores en la presente administración. La cantidad de publicaciones y presentaciones de libros cuenta como un índice nada despreciable si se trata de medir la existencia de escritores en el país, no obstante, las clases de Comprensión Lectora impartidas en los colegios del estado tienen el papel más relevante por cuanto respecta al futuro de la lectura en la entidad.


El panorama es alentador si se voltea a ver lo que se hace en algunas de las Salas de Lectura de CONACULTA. Será porque son más pequeñas, será porque responsabilizan a un tallerista entrenado, será porque están dirigidas a niños, será porque se trata de libros muy atractivos visualmente, pero lo cierto es que la mayoría de estos lugares reporta actividades constantes en el estado. "Como las salas están estrechamente vinculadas con los programas de formación de lectores --explica Lidsay Mejía, Subdirectora de Cultura Escrita del Instituto de Cultura de Morelos--, y se piensa antes que nada en los públicos que no son lectores asiduos, nuestros talleristas terminan por motivar el acercamiento sin prejuicios. Ellos trabajan antes que nada con la gente común, no con los académicos y los profesionistas. Trabajamos para la sociedad civil sin recursos ni formación académica y resulta que sí se comprometen. Actualmente contamos con 87 salas de lectura y tenemos 3 más que se llaman Paralibros (Palacio de Justicia, Casa de los Pequeños Hermanos y junto a la Vecindad). Estos lugares son como paradas de autobuses en los que puedes recoger un volumen. Realizamos el Maratón de lectura, donde se compite contra uno mismo en ritmo y marcha y se invita a dejar allí mismo el libro, se dan credenciales y se marca con separadores el lugar en el que cada quien suspendió la lectura.
La Casa de Lectura Infantil y Juvenil Comenios, quien fue un defensor de los libros, héroe casi desconocido de la lectura, contiene más de tres mil ejemplares especializados en estos lectores, sin ser una biblioteca tradicional. Por su parte, la Biblioteca Vagabunda también va a las comunidades a realizar talleres.


3.- Knock Out por amor 


Pero ¿cómo es que se contagia el amor a la lectura? me pregunto y les pregunto a mis entrevistados, porque sabemos que no se trata sólo de proporcionar el material sino de hacer que lo abran. Como predicamos con el ejemplo y estamos convencidos de que leer y escribir pueden cambiar la vida, porque así nos ha sucedido a nosotros, nuestra primicia a transmitir es precisamente que leer se torna vital. Hay un taller que se llama "Mujer: escribir cambia tu vida" que se torna cada día más en una herramienta de autoconocimiento.
En este caso termina por darse empatía y complicidad entre lectora y escritora. En el caso de los Paralibros hacemos hincapié en que no tiene que ver con una biblioteca tradicional, o sea un espacio ceremonial para guardar compostura, se trata de la calle y si pasa un fontanero se le comparte un manual de su oficio: les damos la cotidianidad vista por especialistas y grandes escritores. Los demás mediadores también saben, que hay que adaptarse al lector, termina por decirnos Lidsay Mejía.   



4. Políticas culturales creativas: el verdadero punch


Los seres humanos nos comunicamos mediante la palabra incluida la escrita. Pero leer implica un trabajo y este se dificulta más si el mundo nos distrae.
La historia de la Biblioteca de Alejandría, aquel sitio de indagación que llegó vivo hasta los inicios de la era cristiana y que se acabó entre otras razones por el fanatismo de quienes confiaron más en el creacionismo que en la cosmovisión naturalista del mundo, contribuyó para el nacimiento de las primeras políticas culturales de la historia de occidente. La dinastía de los Ptolomeos quiso que allí se guardaran libros provenientes de todo el mundo conocido y que se incluyeran textos sobre las culturas de los pueblos gobernados. Aquellos estadistas tuvieron la visión de un imperio incluyente y civilizado. No sólo se trataba de que una élite gozara del saber, sino de que lo humano se aprovechara a favor de lo humano. 



5. ¿Y la bio-política qué?


La idea de nuestros brillantes candidatos sobre el fomento a la lectura como contrapeso a la narcocultura que vivimos no es nueva. Lo nuevo será en todo caso la manera en la que estas políticas culturales se implementen.
La creatividad a la hora de presentar el material, lo que se difunda sobre la experiencia cumbre con el libro, la desacralización de las bibliotecas como lugares de culto, elitistas y sobre todo el cuidado del lenguaje de los propios dirigentes (no pedante, sino cuidado) se tornarán en el verdadero punch contra los agentes pervertidores del ciudadano. Se trata de que hagan bio-política, de que usen lo humano en favor de lo humano y no sólo en favor de la cultura material.
A propósito de la lectura ¿Quién cree usted que ha leído más de los 4 candidatos morelenses a la gubernatura del estado?









María Helena Noval


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