viernes, 5 de noviembre de 2010
El nuevo Zapata es muy viejo- Reflexiones sobre el monumento ecuestre de la Plaza de Armas.
1.
En Cuernavaca y debido a la filiación local del caudillo, a Emiliano Zapata Salazar (1879-1919), se le han rendido varios homenajes escultóricos, pero el conjunto de bronces de la Plaza de Armas de la ciudad, develado en días pasados, destaca por su ineficacia como imagen de culto. El mismo refleja la pobre visión de quienes nos gobiernan con respecto a lo que debe ser la urbe, pero además refleja el anhelo del político que busca inmortalizarse junto a los héroes que no se despeinan. El hecho de que el presidente municipal en turno haya mandado inscribir su nombre en las cabeceras del zócalo dedicado a sostener la figura de Zapata implica un exceso de egolatría.
La pieza responde a los cánones de la estatuaria oficial nacida en la antigüedad clásica, no obstante y a diferencia de otras ubicadas en la República Mexicana, ésta no propone ni ofrece una lectura a la altura del hombre que participó activamente en la reivindicación del campesinado y en la modernización del país. Lo que se ha dicho en los últimos tiempos sobre Zapata en mesas de trabajo, tanto académicas como no académicas, es muy rico en imágenes, por lo que pienso que bien podría el autor de la pieza, el señor Miguel Michel, haber abrevado en significantes más completos que los que ofrece la iconografía tradicional.
Representar el momento en el que el personaje histórico se convierte en un héroe, en un elemento de la religión de la patria que se engrandece por la muerte trágica, implica seguir traduciendo literalmente la historia oficial. La composición de la pieza no ayuda a crear consciencia histórica, más bien propone la repetición de clichés y simbolismos rancios. En pocas palabras, representar a Zapata montando un brioso corcel que bien visto se torna en un jamelgo enclenque con la idea de evocar el dinamismo de la historia grandilocuente no es novedad: es una solución simplista tomada desde un escritorio en el que no se manejan más que dineros y los libros de arte no existen.
Un simple análisis formal de la pieza nos lleva a pensar en más de una desproporción: ya se ha dicho que el pedestal es demasiado grande y que el caballo no sostiene al un jinete que se preciaba del porte de sus animales, pero además, están la falta de cuidado en los detalles por parte del fundidor porque los acabados, en vez de aprovechar las cualidades específicas del bronce y destacar su calidad de fiel reproductor del molde durante la fundición, imitan los de la cantera.
Según Roland Barthes, el imaginario colectivo está estructurado por dos instancias que se interrelacionan: la estructura verbal y la estructura fotográfica. De lo anterior se desprende el hecho de que la información que recibimos de una pieza como la que comentamos reposará en los discursos que se le inscriban y en como lo hemos visto representado desde que el nacionalismo revolucionario lo encumbró como un ideal. De lo anterior se desprende la pregunta crucial para estos tiempos electorales: ¿debemos leer el mensaje denotado --el nombre grabado del político-- como un uso político de la imagen del general más carismático de la historia nacional? ¿debemos ver la pieza como un simple acto electorero chafa?
2.
Me parece que la idea que se ha venido manejando de hace unos días para acá en el medio artístico sobre la resolución formal de la pieza a partir de la idea del fusil, de la copia, del plagio, de la cita o del homenaje a la mejor escultura ecuestre de Zapata en el estado, me refiero a la de Xerxez Díaz Loya en Chinameca, tiene fundamento en la estructura de la inspiración. En primer lugar porque Díaz Loya solucionó así la composición hace más de tres décadas. Al haberse hecho pública su escultura, él conserva los derechos de autor sobre la pieza y hasta el momento no se ha pronunciado como plagiado, lo que se ha dicho entonces, es simple jerigonza.
Los atributos físicos de Zapata, la elegante y delgada figura corporal, los penetrantes ojos obscuros y el bigote pobladísimo, dieron pie a una gran cantidad de retratos que poco a poco derivaron en leitmotiv de la iconografía zapatista. El traje de charro, el sombrero y el rostro así estructurado identifican al caudillo a tal grado que se hace casi imposible deslindar los términos antes señalados. Pero lo que sí debemos destacar es la diferencia de tratamientos técnicos entre ambas piezas, porque si una destaca por sus acabados, la otra, patinada en negro para disimular poros y chorreados recubiertos con cera, opaca no sólo las caras de los personajes sino la figura del héroe.
En fin, que ni los detalles de los pastitos que sostienen al flaco monumento, ni la inclusión de Eufemio Zapata o Genovevo de la O acabados estilo “judas de cartón” o las lonas que rezan “Estamos trabajando para ti” puestas por el gobierno municipal nos levantan la moral a los ciudadanos de esta desprotegida y eternamente edénica ciudad. Ω
Publicado Diario de Morelos 28/10/2010
http://www.diariodemorelos.com/index.php?option=com_content&task=view&id=75916&Itemid=80
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Es horrible y ridícula esa burla de escultura, estamos hartos de que arovechen falsos nacionalismos para poner en verguenza la figura de nuestro querido Zapata. Gracias por poner atención en el arte y la política.
ResponderEliminar!No es justo! Es un monumento ridículo de Zapata (es mas pedestal que escultura) y ahora quieren quitar la escultura de la Avenida Emiliano Zapata. ¿Que hacemos como ciudadanos ante nuestro descontento?
ResponderEliminarLa escultura esta bellisima y mantiene las proporciones aureas,felicitades sr Presidente Municipal Martinez garrigos.
ResponderEliminarla figuras que pusieron en el centro estan muy horribles y lo que le hiceron al centro se ve pecimo anteriormente se veia mejor el centro de cuernavaca deberian de quitarlos y lo que le hicieron al morelotes se me hace una mala jugada por que para los que somos de aqui ya era un simobolo nombrar al morelotes
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