1.
Dos asuntos me llevan a pensar en la noción de “estética comunitaria”, una especie de creación colectiva consensuada que se transmite de generación en generación, mostrando las preferencias formales de una época. Me refiero a la estética presente en el ARTE POPULAR, vinculada íntimamente al trabajo artesanal; por el otro a la estética del GRAFITI, tan comentada estos días a raíz de las pintas hechas por las feministas, por segunda ocasión, la semana pasada, en la vía pública.
En el primer caso, me atrevo a decir que no dejará de sorprendernos la voluntad de los artesanos morelenses, que saliéndose de la rutina de la elaboración de piezas decorativas o utilitarias similares, de cuya venta se sostienen, se dan a la tarea de echar a andar la imaginación para presentar nuevas creaciones a un concurso. Me refiero al certamen que inició en este estado, hace más de 20 años, el generoso Guillermo Helbling, quien era además coleccionista y legó a nuestro estado un rico acervo, hoy lamentablemente perdido y expuesto en mínima parte en el Museo de Arte Indígena Contemporáneo.
A ese concurso se presentaron en días pasados 132 artesanos con 189 piezas y la premiación se dio este sábado. No dejo de señalar que los miembros del jurado, integrado por los maestros Adalberto Ríos Szalay, Gobi Stromberg, Edgar Assad, Lázaro Sandoval y Eduardo Hernández, verdaderos conocedores de las culturas del estado, insisten en reconocer la calidad y sencillez de las piezas.
Un chiquihuite tallado en piedra que imita la cestería con detalle; una “maromera” tallada en madera que recuerda un juguete antiguo; una calavera de cartón con bebé que nos lleva a pensar en las “maternidades” presentes en tantas pinturas renacentistas y un rebozo rojo de lana que parece pieza de pasarela dan cuenta de lo que dice el teórico Kirk Varnedoe: la historia del arte es la suma de una serie de pequeñas vueltas de tuerca, una serie de pequeñas adiciones a lo preexistente. A aquello que existía le damos un giro, lo recombinamos, le modificamos presentación, dimensiones, materiales, etc., y se convierte en algo nuevo que a la mirada resulta maravilloso. Lo increíble es que la creatividad nos sorprenda. Por favor, querido lector, no deje de ver las piezas ganadoras en el Museo Morelense de Arte Popular, hoy a cargo de la comprometida Maestra Gudelia Colín.
2.
El otro asunto que me trae el pensamiento como si me volara una mosca zumbadora adentro, es el que se refiere al patrimonio cultural material pintarrajeado por las manifestantes en contra de la violencia en contra de las mujeres, en el centro capitalino. Las posturas en las redes sociales son diametralmente opuestas. Hay quienes las defienden a raja tabla argumentando que es muestra de sumo hartazgo, una acción desesperada porque no se toman medidas al respecto, porque mueren en promedio 9 mujeres diario por culpa de eso que eufemísticamente se llama “violencia de género” y que no es otra cosa que el despiadado maltrato que vivimos muchas, por culpa de una educación machista, inequitativa en muchos sentidos. Además de eso que es ya insoportable, me refiero a la impunidad.
Platico de este asunto con mi amiga, la reconocida artista feminista y crítica de arte Mónica Mayer, quien no condena las pintas, a pesar de ser una clara defensora del arte y el patrimonio cultural y en la conversación feisbukera intervienen Cynthia Grandini y Claudia Barragán, quienes me comparten dos links que amplían el punto de vista sobre la postura que defiende las manifestaciones estéticas de hartazgo de las que hablamos: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=157143735661371&id=100633174.... Y https://www.facebook.com/100633174645761/posts/158599175515827?d=n&sfns=mo.
Ya usted normará su criterio, querido lector, yo por mi parte añado que si bien las pintas no son una creación planeada para reconocerse como obra artística, sí son una acción colaborativa que seguramente será recordada en más de un texto académico por el ideal coherente que la sostiene. Y no puedo evitar pensar en lo que dijo Jung, quien hablaba de que la imaginación del creador es la expresión de la consciencia colectiva integrada por arquetipos. Falta el análisis de lo que se escribió con spray de colores sobre los pedestales, para entender la expresión plástica grafietera posmoderna de la furia. FIN.
Por: María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario