1.
El sábado
pasado se llevó a cabo una sesión más del seminario titulado” Legislación
Cultural y Políticas Públicas en Morelos”, en la Sala Ponce del Jardín Borda.
Partiendo del ideal parlamentario de que las leyes tendrían que ser consensadas
antes de discutirse en el pleno de la cámara – antes de votarse-, la idea de
que un grupo de ciudadanos interesados en la cultura se reúna a pensar en sus
necesidades, identidad y manifestaciones culturales parece ejemplar, toda vez
que muestra participación ciudadana en
los procesos democráticos. No obstante, las cosas no están saliendo a pedir de
boca en nuestro estado.
El primer
acercamiento oficial entre el grupo de ciudadanos conocido como Cultura 33 y la
Secretaría de Cultura se dio por iniciativa de los primeros, el 11 de diciembre de 2012, unos días después este
mismo grupo buscó el diálogo con el Congreso del Estado. A 5 meses de
distancia, desgraciadamente poco se ha avanzado en este asunto tan importante porque
la representatividad indispensable para que un proyecto institucional,
gubernamental o social llegue a buen término ha disminuido. Este sábado ningún miembro
de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados o de la Secretaría de la
Cultura acudieron a escuchar las ponencias anunciadas sobre el complejo asunto
del patrimonio en sus dos facetas, material e inmaterial. Ante la ausencia de
uno de los dos ponentes programados, a quien escuchamos con entusiasmo fue el antropólogo
Miguel Morayta, quien explicó cómo se “patrimonializan” los bienes materiales y
los lugares a partir de los “usos y costumbres” en nuestro estado.
Aunque el
seminario ha venido funcionando más como un programa de conferencias que se
desmenuzan al término de cada sesión con el fin de aprovechar lo escuchado, es
indispensable señalar que difícilmente se verán resultados provechosos si no se
cuenta con la participación activa y tripartita (gobierno, sociedad civil,
legisladores) en la creación de la ley de la cultura.
Somos de los
pocos estados que no cuentan con una, y hay estados que tienen más de una ley
que compete a lo cultural. Esto abre preguntas: ¿Cómo protegeremos nuestro
patrimonio cultural y natural frente a la amenaza de la mina en Xochicalco, por
ejemplo? Hay que recordar que en ciertos temas no todo está previsto en las
leyes federales.
En México es
común la “asambleítis”, la voluntad de organizar, pero no de estar. A la mera
hora falta el compromiso el no seguimiento de los acuerdos echa por tierra las
ilusiones iniciales. Ahorita el Pacto por México ha dado buen resultado, porque
hay voluntad de quienes tienen voz y voto y el miedo al estancamiento económico
es enorme. El motor que impulsa a los diversos partidos a sentarse a negociar
es la macro- economía. Veremos qué sucede al paso del tiempo, con el
seguimiento de los acuerdos, con la operación del factor humano y la
administración de los tiempos y los recursos.
Volviendo a lo
nuestro, me parece que sería un súper punto a favor de la Secretaría de Cultura
que cumpliera con una agenda estructurada a partir de una Ley de Cultura. Una
ley lleva a una normatividad y si a esto le agregamos un plan de trabajo, avanzaríamos
mucho. Ni siquiera es un asunto que requiera un enorme esfuerzo de
coordinación, es más que nada un asunto de voluntad política.
2.
De lo que
habló el especialista en esta ocasión, con mucha claridad y con un nutrido número
de vivos ejemplos --- lo cual demuestra que ha “puebleado” hasta el
cansancio el estado ---- es de la tensión, la diferencia existente entre la
legalidad y la legitimidad de las manifestaciones culturales: ¿hasta dónde las
personas pueden realizar actividades rituales y simbólicas sin afectar a la
comunidad? ¿Se debe considerar como bien patrimonial un árbol seco, como el del
atrio de la iglesia de Ocotepec, alrededor del cual se reúne la gente porque le
tiene afecto por su valor simbólico? Detrás de estas consideraciones, dijo
Morayta, están las nociones de derecho positivo y derecho consuetudinario; el
derecho a tener y practicar lo propio es innegable, pero ¿de dónde y cómo nace
el derecho a protegerlo? “No es lo mismo que le mesmo”, digo yo, o como dijo
él: “los ‘usos y costumbres’ son verdaderos sistemas normativos que incluyen
principios éticos, no simples prácticas ancestrales que deben aceptarse porque
si nada más.”
Un tema también
interesantísimo se abrió cuando alguien se refirió a las acciones
institucionales que buscan “RECUPERAR LA IDENTIDAD” -como si ésta no existiera-, obedeciendo más
a una voluntad de “operadores turísticos “ que de estudiosos de la identidad,
es decir, forzando la voluntad para que se den programáticamente ciertos
rituales, o construyendo una escenografía llamada “pueblos mágicos”.
Para terminar
diré que son respecto al patrimonio faltó comentar la ley pertinente, una ley
que obedece a otra iniciativa propuesta ante el congreso.
María Helena Noval
helenanoval@yahoo.com.mx
twitter: @helenanoval
http://www.diariodemorelos.com/blog/hacia-la-ley-de-cultura-del-estado-de-morelos-%C2%BFsobre-qu%C3%A9-se-trabaja-3
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