domingo, 12 de mayo de 2013

Hacia la Ley de Cultura del Estado de Morelos: ¿sobre qué se trabaja?


1."El territorio es como el amor: difícil de definir, pero en cuanto se le ve se le reconoce", afirmó Víctor Hugo Sánchez Reséndiz el sábado pasado, en una más de las sesiones de trabajo propuestas, a partir de un seminario, por la Secretaria de Cultura del Estado de Morelos para la reflexión de la Ley de Cultura que tanto urge. El sociólogo, a partir de una frase del historiador norteamericano Erick van Young pretendía, con tal afirmación sentar las bases para problematizar las relaciones que se dan entre la territorialidad, la cultura y la legislación sobre ésta. Es decir, plantear desde la diversidad que caracteriza a nuestra población, qué necesidades se le presentan a la gente, con el fin de solucionarlas a partir de una reglamentación dada.


La reflexión más fuerte que hicimos quienes estábamos de público apasionado, nació de la pregunta ¿En dónde están las capacidades de control del territorio? Y fue contundente porque nos dimos cuenta de que la autoridad no nace de la imposición, sino del simple hecho de conocer a la comunidad. No de simular conocerla, sino de vivirla. Las raíces de la gente se evidencian.


“La cultura incluye las prácticas de los pueblos indígenas en la relación con la naturaleza; el agua, los montes, los elementos productivos, lo relacionado con el alimento marca pautas de comportamiento. Las fronteras que limitan y nombran lugares son producto de la modernidad capitalista, antes éstas eran laxas y como tales se podía, o se puede, hablar de territorios culturales, que son más amplios. 
En Morelos, por ejemplo se han vivido conflictos sociales a partir de la necesidad de controlar los afluentes de los ríos para el aprovechamiento de la tierra fértil alimentada por las cenizas volcánicas. El Popo en Morelos es un referente geosimbólico y Amecameca se asume más como Estado de Morelos, que como Estado de México.


“Lo simbólico y lo sagrado atañen asimismo a los pueblos indígenas y algunas cosas se esas hay que pensarlas desde una reglamentación. Las fiestas religiosas impactan territorios amplios; es curioso que mientras todos evadimos impuestos, en los pueblos morelenses todo mundo da su coperacha para la fiesta, porque esta se torna espacio de resistencia e identidad  permanente.


“Y si vemos el Plan de Ayala, nos daremos cuenta de que en este importantísimo documento se reconoce a los pueblos, terrenos, montes y aguas como parte de nuestra cultura, de nuestra identidad.”


Esto y más nos dijo Víctor Hugo, a quien conocemos de tiempo atrás por ser el autor de “De rebeldes fe”, un libro indispensable para quienes somos afectos al tema del zapatismo. Escrito a partir de investigación de campo, caminando un Morelos que ya no es el de antes, el libro no tiene desperdicio alguno. Afecto al sarcasmo, mi amigo Víctor Hugo terminó diciendo que hoy las casas Geo, implican una territorialidad que habría que estudiar porque son lo que Marc Augé define como “no lugares”, sus relaciones se dan a partir de tecnologías y redes sociales y por tanto habrá que buscarles satisfactores culturales diferentes de los que buscaba la gente que vive en el campo, en el que se asumía a la casa, el cuexcomate, el tecorral y la huerta como “casa”.


2. Por su parte, el antropólogo social Miguel Morayta dijo que un territorio no es lo que marca la ley, sino lo que se vive; la noción de propiedad y la ley agraria son una cosa y otra es cómo la comunidad reparte bienes comunales; en Ocotepec, por ejemplo, la gente establece derechos de acuerdo a 2 generaciones de familias que hayan trabajado para el pueblo. La gente no puede apropiarse tan fácilmente del patrimonio natural. Además, los pueblos suelen dividirse culturalmente en mitades --como Chalcatzingo--, barrios y santuarios. Éstos últimos enlazan comunidades a partir de prácticas ancestrales. Todo esto tienen que tomarlo en cuenta quienes trabajen desde el congreso estatal la ley de cultura.


3. De lo que no se habló y yo propongo en esta columna semanal como un tema de reflexión es de la territorialidad surgida a partir de la crisis económica y la inmigración de indígenas de Puebla y Guerrero, me refiero al pueblo de Atlacholoaya, en el que hay una casa de cultura que necesita participación social, trabajo voluntario y muchos recursos. Allí los niños trabajan en el corte de la caña y poco van a la escuela porque sus madres no están convencidas de la utilidad de la educación.


Tampoco se habló de esta nueva territorialidad nacida del crimen organizado que nos impiden el paso a los habitantes de este estado por ciertas zonas: nos territorializó la ignorancia y el egoísmo humano y eso es gravísimo. Ω


María Helena Noval

helenanoval@yahoo.com.mx

twitter:@helenanoval

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario