1."El territorio es como el
amor: difícil de definir, pero en cuanto se le ve se le reconoce", afirmó
Víctor Hugo Sánchez Reséndiz el sábado pasado, en una más de las sesiones de trabajo
propuestas, a partir de un seminario, por la Secretaria de Cultura del Estado
de Morelos para la reflexión de la Ley de Cultura que tanto urge. El sociólogo,
a partir de una frase del historiador norteamericano Erick van Young pretendía,
con tal afirmación sentar las bases para problematizar las relaciones que se
dan entre la territorialidad, la cultura y la legislación sobre ésta. Es decir,
plantear desde la diversidad que caracteriza a nuestra población, qué
necesidades se le presentan a la gente, con el fin de solucionarlas a partir de
una reglamentación dada.
La reflexión más fuerte que
hicimos quienes estábamos de público apasionado, nació de la pregunta ¿En dónde
están las capacidades de control del territorio? Y fue contundente porque nos
dimos cuenta de que la autoridad no nace de la imposición, sino del simple
hecho de conocer a la comunidad. No de simular conocerla, sino de vivirla. Las
raíces de la gente se evidencian.
“La cultura incluye las prácticas
de los pueblos indígenas en la relación con la naturaleza; el agua, los montes,
los elementos productivos, lo relacionado con el alimento marca pautas de
comportamiento. Las fronteras que limitan y nombran lugares son producto de la
modernidad capitalista, antes éstas eran laxas y como tales se podía, o se
puede, hablar de territorios culturales, que son más amplios.
En Morelos, por ejemplo se han vivido conflictos sociales a partir de la necesidad de controlar los afluentes de los ríos para el aprovechamiento de la tierra fértil alimentada por las cenizas volcánicas. El Popo en Morelos es un referente geosimbólico y Amecameca se asume más como Estado de Morelos, que como Estado de México.
En Morelos, por ejemplo se han vivido conflictos sociales a partir de la necesidad de controlar los afluentes de los ríos para el aprovechamiento de la tierra fértil alimentada por las cenizas volcánicas. El Popo en Morelos es un referente geosimbólico y Amecameca se asume más como Estado de Morelos, que como Estado de México.
“Lo simbólico y lo sagrado atañen
asimismo a los pueblos indígenas y algunas cosas se esas hay que pensarlas
desde una reglamentación. Las fiestas religiosas impactan territorios amplios;
es curioso que mientras todos evadimos impuestos, en los pueblos morelenses
todo mundo da su coperacha para la fiesta, porque esta se torna espacio de
resistencia e identidad permanente.
“Y si vemos el Plan de Ayala, nos
daremos cuenta de que en este importantísimo documento se reconoce a los
pueblos, terrenos, montes y aguas como parte de nuestra cultura, de nuestra
identidad.”
Esto y más nos dijo Víctor Hugo,
a quien conocemos de tiempo atrás por ser el autor de “De rebeldes fe”, un
libro indispensable para quienes somos afectos al tema del zapatismo. Escrito a
partir de investigación de campo, caminando un Morelos que ya no es el de
antes, el libro no tiene desperdicio alguno. Afecto al sarcasmo, mi amigo
Víctor Hugo terminó diciendo que hoy las casas Geo, implican una
territorialidad que habría que estudiar porque son lo que Marc Augé define como
“no lugares”, sus relaciones se dan a partir de tecnologías y redes sociales y
por tanto habrá que buscarles satisfactores culturales diferentes de los que
buscaba la gente que vive en el campo, en el que se asumía a la casa, el
cuexcomate, el tecorral y la huerta como “casa”.
2. Por su parte, el antropólogo
social Miguel Morayta dijo que un territorio no es lo que marca la ley, sino lo
que se vive; la noción de propiedad y la ley agraria son una cosa y otra es
cómo la comunidad reparte bienes comunales; en Ocotepec, por ejemplo, la gente
establece derechos de acuerdo a 2 generaciones de familias que hayan trabajado
para el pueblo. La gente no puede apropiarse tan fácilmente del patrimonio
natural. Además, los pueblos suelen dividirse culturalmente en mitades --como
Chalcatzingo--, barrios y santuarios. Éstos últimos enlazan comunidades a
partir de prácticas ancestrales. Todo esto tienen que tomarlo en cuenta quienes
trabajen desde el congreso estatal la ley de cultura.
3. De lo que no se habló y yo
propongo en esta columna semanal como un tema de reflexión es de la
territorialidad surgida a partir de la crisis económica y la inmigración de
indígenas de Puebla y Guerrero, me refiero al pueblo de Atlacholoaya, en el que
hay una casa de cultura que necesita participación social, trabajo voluntario y
muchos recursos. Allí los niños trabajan en el corte de la caña y poco van a la
escuela porque sus madres no están convencidas de la utilidad de la educación.
Tampoco se habló de esta nueva
territorialidad nacida del crimen organizado que nos impiden el paso a los
habitantes de este estado por ciertas zonas: nos territorializó la ignorancia y
el egoísmo humano y eso es gravísimo. Ω
María
Helena Noval
helenanoval@yahoo.com.mx
twitter:@helenanoval
No hay comentarios:
Publicar un comentario