Esta mañana, en una rueda de prensa a la que convocaron el Profesor Pablo Rubén Villalobos y el comunicador Teodoro Rentería Villa como miembros de la APECOMOR[i], me fue permitido hacerle una pregunta al candidato de las izquierdas, senador Graco Ramírez Garrido.
Comencé con un planteamiento que me permitiera poner en perspectiva la urgencia del establecimiento de políticas culturales claras desde el máximo nivel de gobierno, cosa que nunca se ha hecho en este estado:
Entre la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales, celebrada en la Ciudad de México en 1982 y la Declaración de Friburgo en 2007, en la que se sistematizan y se analizan los derechos culturales, ha habido algunos avances en México con respecto a entender la cultura como instrumento de cambio, no obstante, en Morelos no ha habido vinculación política entre la llamada alta cultura y la sociedad civil, más que cuando se trata de ir amostrar cosas bonitas, por un ratito y aún más, se ha dado una involución respecto de lo que sucedía en tiempos pasados, cuando grandes personalidades se reunían en esta ciudad a vivirla por la tertulia que implicaba.
En este sentido ¿cuáles van a ser los primeros pasos que va a dar para echar a andar su muy particular política cultural y cómo va a verse reflejado esto en la imagen de la ciudad y el ámbito de lo social?
Y Graco fue claro –su claridad mental es siempre evidente, a veces sentimos que su franqueza raya en rudeza--.Partió de la noción de sustentabilidad e insistió en la innovación como el acelerador del cambio en el estado. Dijo que aumentaría el presupuesto a casi 400 millones de pesos (actualmente se destinan 20 a este sector de la economía), que crearía la secretaría de cultura para influir de manera transversal en el gobierno, que insistiría en la educación artística en todos los niveles, porque no se puede hablar de educación básica sin incluir cultura: cultura de la sustentabilidad, cultura de la innovación, cultura de la civilidad.
Dijo que en México tendemos a formar empleador o trabajadores y no innovadores o gente creativa, y creo que tiene mucha razón: hoy en día se habla con una gran soltura de emprendedores en el ámbito de los negocios, pero no se dice que para esto hay que desarrollar una facultad innata que se llama creatividad y que esa tiene que ver con la educación y con el arte, con ese viaje del espíritu que nos hace felices cuando vamos al cine, al libro, al museo.
En fin, mañana se presentarán las propuestas para el sector cultural en el Jardín Borda; se anuncian festivales de varios sabores, desde el dedicado al chinelo en Tepoztlán, y las bandas de viento para Tlayacapan, hasta lo gastronómico y el pensado para el “corridista”. Habrá, según dice, fiestas patronales, un gran auditorio.
La cultura como un derecho, es una prioridad, dijo y me quedé pensando en que sí, que la cultura, al ser todo lo que nos organiza como sociedad, como seres emocionales y parlantes, es un tema básico. Pero también concuerdo con Vargas Llosa cuando dice que hay que recuperar la noción de alta cultura, entendiendo el término no a partir de la noción marxista de clases sociales, sino de la profundidad que le es inherente a una obra calidad, situación que la diferencia del espectáculo y la banalidad. Me quedé pensando en que queremos CULTURA, con letras mayúsculas y no entretenimientos, queremos entrarle al ámbito del goce estético de a de veras. Aunque a veces duela la reflexión.
María Helena Noval
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