“Yo, es otro”
Rimbaud
1.
Hemos hablado en este espacio de que
las discriminaciones se cuelan por las barreras supuestamente más confiables de
la cultura, entre ellas los museos. A lo largo del tiempo se han mostrado más en
estos recintos las historias de los vencedores, las pinturas elaboradas por
varones, las colecciones de los ricos. Por si fuera poco, desde tiempos
inmemoriales, las figuras más cercanas a la belleza codificada por los cánones
clásicos son las que se enseñorean de las mamparas y las bases para escultura.
No hay razas en nuestra especie, pero el racismo y el clasismo existen.
Por otro lado, la estética tiene sus
capítulos preferidos, y el mayor es la belleza. Lo feo y lo desagradable se
convierten en temas de estudio y exposición precisamente por estar vinculados
en nuestros cerebritos con “lo otro”. Lo raro siempre deviene objeto de nuestra
mirada curiosa, de nuestra mirada morbosa.
2.
Actualmente el racismo es trending
topic. Lo ocurrido en Estados Unidos a George Floyd levantó ámpula en todo el
mundo. Y la cosa obviamente rebasó el ámbito de lo público y lo político. Entre
los cultos dirigentes de la cultura ya se habla de curar exposiciones sobre el
tema, dejando a un lado el super de moda COVID-19; trayendo a las mesas
de debate un asunto que ha estado de tiempo atrás en las agendas de los museos.
El racismo adquirirá nuevas caras y narrativas.
3.
Por otro lado, en el ámbito de los
consumos, a las sangres marcadas por la ignominia también se les hará algo de
justicia. Este fin de semana las redes sociales anuncian un giro de 180 grados
en la presentación de algunas marcas que no se quieren arriesgar a reprobar el
examen de lo políticamente correcto. Circula la noticia de que “Aunt Jemima”,
por haber sido una esclava afroamericana dejará de alegrar nuestros desayunos
con sus sonrisa. Y parece que también lo harán el hombre maduro del arroz
“Uncle Ben´s”, el chef de “Cream of Wheat” y la indígena de “LandOlakes”. HBO
retira de su catálogo la película “Lo que el viento se llevó” por lo
mismo. Nos quieren contar la historia de otro modo.
4.
Carlos Gershenson, en su columna del
periódico Reforma del martes pasado se explaya sobre la intolerancia y la
discriminación, haciendo hincapié en la necesidad de la empatía, en un mundo en
el que todos dependemos de todos: “Gracias a la globalización, cada vez más,
los beneficios de cooperar sobrepasan los costos de competir...Las
interdependencias son tales, que cada vez es más difícil etiquetar a cualquiera
como otro. Vemos que nos conviene eliminar el racismo y otras discriminaciones.
Pero si tienen causas evolutivas, psicológicas e históricas ¿qué hacer para
propagar cambios necesarios?” -se pregunta-.
El primer enemigo es la ignorancia
-dice-, no la ignorancia que se quita con la escuela, sino la ignorancia de los
demás: “Si conocemos a los demás, veremos que tenemos más similitudes que
diferencias.”
Con él coincide Carlos Villaseñor,
quien esta semana se dirigió a un amplísimo público por zoom, afirmando que en
tiempos de pandemia es indispensable entender que el individualismo extremo
debe darle paso a la inclusión y la colaboración si queremos sobrevivir.
Nuestras costumbres -lo que nos hace diferentes de los demás-, el patrimonio
cultural intangible, no debe ser motivo de confrontación, sino de
complemento.
5.
¿Cómo apreciar mejor al ser humano
que somos? Indiscutiblemente, la literatura y los museos nos ofrecerán siempre
los mejores espejos. A lo largo de la historia la condición humana completa ha
quedado retratada por los creadores de manera inmejorable. Si una novela nos
emociona es porque estamos poniendo en práctica nuestra capacidad de empatía.
Si nos miramos en los ojos de un retrato renacentista y su alma nos dice
“somos”, el paso se ha dado.
Legislación y participación
ciudadanas sí, pero partiendo de que el mundo es nuestra casa. Nos conviene ser
un gran NOSOTROS los imperfectos, esos que vivimos en el arte, en los libros,
en los museos.
Por esto de la igualdad tenemos que
repetirnos hasta el cansancio que el cuarto pilar de desarrollo es la cultura.
FIN.
María Helena González
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