1.Hay una preocupación crónica por el destino de la cultura y sus instituciones, que el COVID-19 ha revivido. La crisis económica que viene arrastrando la pandemia ha generado la idea de que el presupuesto público debe redirigirse a las instituciones de salud y del sector primario, dejando al final las inversiones que desgraciadamente mucha gente sigue considerando un lujo, me refiero a las industrias culturales, esas que producen libros, conciertos, música grabada y películas. Esto por supuesto deja más atrás, en un lugar casi depauperado, a las empresas culturales, esas que por requerimientos hacendarios a veces ni siquiera caben en las llamadas Mipymes, susceptibles de urgentes apoyos financieros y créditos blandos.
Los museos no son industrias, pero igual caen en el rubro de la desatención de las políticas económicas, porque se consideran espacios públicos para el ocio. Ni siquiera el paradigma epistemológico dominante, aquel que equipara aprender con investigar provoca que las secretarías de educación les tiren un lazo en estos momentos.
Los museos no son industrias, pero igual caen en el rubro de la desatención de las políticas económicas, porque se consideran espacios públicos para el ocio. Ni siquiera el paradigma epistemológico dominante, aquel que equipara aprender con investigar provoca que las secretarías de educación les tiren un lazo en estos momentos.
2.
Dejaré a un lado el hecho de que el confinamiento ya nos demostró que si no fuera por los libros, las películas, la música y el arte ofrecido mediante las plataformas digitales, nos la habríamos pasado peor encerrados. Esto ya se ha dicho mucho, pero parece no quedar claro que la “alta cultura” es sinónimo de salud mental -básica para la sobrevivencia de la especie humana-, porque entre otras cosas, la cultura popular que nos toca vivir está empapada de las frivolidades más grotescas que se puedan concebir.
Dese un paseo por Home and Health, Discovery Channel y History Channel -la TV cultural norteamericana más promocionada-, querido lector, para comprobar lo que le digo. Programas que ofrecen cambios extremos de imagen, configuraciones de nuevos hogares en cuestión de horas, subastas de posibles tesoros escondidos en bodegas, etc., que lo que hacen es maquillar fruslerías y gusto por lo grotesco con algunos datos históricos.
Dejaré a un lado el hecho de que el confinamiento ya nos demostró que si no fuera por los libros, las películas, la música y el arte ofrecido mediante las plataformas digitales, nos la habríamos pasado peor encerrados. Esto ya se ha dicho mucho, pero parece no quedar claro que la “alta cultura” es sinónimo de salud mental -básica para la sobrevivencia de la especie humana-, porque entre otras cosas, la cultura popular que nos toca vivir está empapada de las frivolidades más grotescas que se puedan concebir.
Dese un paseo por Home and Health, Discovery Channel y History Channel -la TV cultural norteamericana más promocionada-, querido lector, para comprobar lo que le digo. Programas que ofrecen cambios extremos de imagen, configuraciones de nuevos hogares en cuestión de horas, subastas de posibles tesoros escondidos en bodegas, etc., que lo que hacen es maquillar fruslerías y gusto por lo grotesco con algunos datos históricos.
3.
En este contexto es en el que comenzó a circular la semana pasada una carta dirigida al titular del poder ejecutivo de la nación que seguramente será firmada por miles de personas que anhelan un mejor mundo, porque el milagro del arte les ha tocado en algún momento el alma.
Firmada por el Frente ProMuseos, un colectivo de alcance nacional que concibe a los museos como detonadores de consolidación cívica, la misiva parte de la definición de cultura de la UNESCO para sustentar la solicitud de apoyo para esas vitrinas de la educación y laboratorios que son los museos. Por supuesto no falta en el texto aquello de que “los museos desencadenan experiencias estéticas, lúdicas y significativas, además de desarrollar la creatividad y el aprendizaje significativo”, pues es el lema básico de presentación de quienes trabajamos en ellos.
En este contexto es en el que comenzó a circular la semana pasada una carta dirigida al titular del poder ejecutivo de la nación que seguramente será firmada por miles de personas que anhelan un mejor mundo, porque el milagro del arte les ha tocado en algún momento el alma.
Firmada por el Frente ProMuseos, un colectivo de alcance nacional que concibe a los museos como detonadores de consolidación cívica, la misiva parte de la definición de cultura de la UNESCO para sustentar la solicitud de apoyo para esas vitrinas de la educación y laboratorios que son los museos. Por supuesto no falta en el texto aquello de que “los museos desencadenan experiencias estéticas, lúdicas y significativas, además de desarrollar la creatividad y el aprendizaje significativo”, pues es el lema básico de presentación de quienes trabajamos en ellos.
4.
La cuestión es que el hecho de que el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 -que defiende la inclusión y nuestra diversidad cultural- haya dictado las líneas de construcción de los planes de trabajo de los museos no implica que se reconozca pública y políticamente que hay sectores precarizados que deben ser atendidos en y por quienes laboramos en estos recintos, como debería de suceder. Como tampoco lo es el hecho de que contemos con una Ley de Cultura y Derechos Culturales desde 2017 que dicta que todos debemos tener acceso a la cultura.
Lo que quiero decir con esto, es que siento que a la carta le faltó algo, por ejemplo decir cómo se deberían medir los niveles de impacto emocional y significativo de la gente que sale de los museos con cara de que algo cambió en sus vidas.
Se menciona que buscando sobrevivir ante un panorama poco alentador, las instituciones se han visto forzadas a anular programas educativos y sociales y desamparar a su personal. El Frente ProMuseos solicita apoyo inmediato para los museos, los creadores y las iniciativas culturales autogestivas y que el plan de emergencia diseñado por el ejecutivo los incluya.
Solicita asimismo que se postergue el proyecto Espacio Cultural de los Pinos y Bosque de Chapultepec y la construcción de su Pabellón de Arte Contemporáneo, de tal forma que se redirijan los recursos para conformar un paquete que recupere las instituciones al borde del cierre. Pero no se dice por qué un centro enorme como el planteado para la antigua residencia presidencial, supondría una peor inversión.
Adicionalmente, el Frente ProMuseos solicita medidas emergentes para la flexibilización de cargas fiscales y tributarias para los museos, en tanto son instituciones educativas sin fines de lucro. Se refiere a impuestos sobre espectáculos apoyo para negociar convenios de pagos de impuestos con SAT e IMSS. Y disposición de ingresos por taquilla y autogenerados. Y esto está muy bien. En el caso de Morelos, por ejemplo, el Diputado Marcos Zapotitla trabaja ya en la iniciativa de Ley para que los llamados autogenerados se queden en la secretaría de Turismo y Cultura y no se vayan a la Secretaría de Hacienda, como actualmente sucede. FIN.
La cuestión es que el hecho de que el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 -que defiende la inclusión y nuestra diversidad cultural- haya dictado las líneas de construcción de los planes de trabajo de los museos no implica que se reconozca pública y políticamente que hay sectores precarizados que deben ser atendidos en y por quienes laboramos en estos recintos, como debería de suceder. Como tampoco lo es el hecho de que contemos con una Ley de Cultura y Derechos Culturales desde 2017 que dicta que todos debemos tener acceso a la cultura.
Lo que quiero decir con esto, es que siento que a la carta le faltó algo, por ejemplo decir cómo se deberían medir los niveles de impacto emocional y significativo de la gente que sale de los museos con cara de que algo cambió en sus vidas.
Se menciona que buscando sobrevivir ante un panorama poco alentador, las instituciones se han visto forzadas a anular programas educativos y sociales y desamparar a su personal. El Frente ProMuseos solicita apoyo inmediato para los museos, los creadores y las iniciativas culturales autogestivas y que el plan de emergencia diseñado por el ejecutivo los incluya.
Solicita asimismo que se postergue el proyecto Espacio Cultural de los Pinos y Bosque de Chapultepec y la construcción de su Pabellón de Arte Contemporáneo, de tal forma que se redirijan los recursos para conformar un paquete que recupere las instituciones al borde del cierre. Pero no se dice por qué un centro enorme como el planteado para la antigua residencia presidencial, supondría una peor inversión.
Adicionalmente, el Frente ProMuseos solicita medidas emergentes para la flexibilización de cargas fiscales y tributarias para los museos, en tanto son instituciones educativas sin fines de lucro. Se refiere a impuestos sobre espectáculos apoyo para negociar convenios de pagos de impuestos con SAT e IMSS. Y disposición de ingresos por taquilla y autogenerados. Y esto está muy bien. En el caso de Morelos, por ejemplo, el Diputado Marcos Zapotitla trabaja ya en la iniciativa de Ley para que los llamados autogenerados se queden en la secretaría de Turismo y Cultura y no se vayan a la Secretaría de Hacienda, como actualmente sucede. FIN.
Por: María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com
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