1.Este 16 de septiembre desperté muy temprano, con el
ánimo exaltado porque me dirigía a presenciar el desfile cívico militar,
alusivo a nuestra Independencia, en la Avenida Poder Legislativo. Salí de mi
casa en son de júbilo porque sabía a mis gallardos alumnos de “La Colón”
dispuestos a transitar por la ruta alterna propuesta para la marcha de las
instituciones invitadas a un acto público tradicional, pero también porque
sentía que los ciudadanos hemos aprendido, hoy más que nunca, a ser un México
moderno y valiente a base de golpazos y crisis. Y eso enardece el alma.
Como directora adjunta del colegio, me tocaba arengar
a los cadetes, felicitar su prestancia y agradecerles a ellos y a sus padres su
asistencia y puntualidad. Pero también
quería decirles todo esto que hoy escribo. Como no hubo el tiempo suficiente
para hacerlo, lo que ellos vieron es que ya estando frente al contingente, la
emoción nos invadió y los directivos decidimos unirnos a los cadetes para
encabezar un acto, que en nuestros corazones rebasó la noción de tradición: se
trataba de honrar a México, no de cumplir con un protocolo. La iniciativa de la
Maestra Bettina Flatow Segerskog fue todavía más significativa, porque ella es
danesa de nacimiento. México y Morelos se sienten mejor cuando se suman y unen
las individualidades que lo conforman.
2.Para nadie es novedad que en nuestro país el
espíritu del jolgorio obnubila nuestro sentido común: el gusto por el color
contrastado, el folclor, la fiesta y el mariachi nos ha hecho pensar que comer
antojitos, disfrazarnos de chinas poblanas, charros y “adelitas”, además de
echar cuetes durante días es ser nacionalistas. Lo peor es que ni siquiera
tomamos en cuenta que al habernos invadido los artículos tricolor de papel
picado “Made in China” nos convertimos en patrioteros “light”, en sumisos
consumidores de adornos que nos llegan hasta con el escudo de nuestro lábaro
patrio mal puesto.
Platicando de todo esto con el locutor Ray Cárdenas,
coincidimos ese día en que a los jóvenes hay que hablarles de la diferencia que
existe entre la superficie de los festejos y el significado profundo de ser y
pertenecer a un país soberano. “Un buen parangón del mexicano orgulloso de
serlo es la maternidad -me dijo-, las madres aunque estén rotas por dentro, se
levantan día a día a seguirle dando a la vida y a los hijos lo que les toca
darles. Así mismo, a México, hay que abrazarlo, amarlo y defenderlo no sólo de
las malas intenciones de quienes nos vienen a pisotear: hay que sacar la casta
cuando las crisis afectan a un país entero, como nos sucede ahorita.” Y creo
que tiene razón: hoy más que nunca necesitamos concientizarnos de la nobleza y
generosidad de los mexicanos, para luego cuidarnos como nos lo merecemos. Lo
malo es que reflexionar sobre nuestras bondades e identidad es más complejo de
lo que parece: grandes contrastes nos retratan.
3.Recientemente leí un artículo publicado en Chiapas
(Cfr. “Democracia sin demócratas”, La Feria, Noticias) por el “Señor López”,
que reflexiona sobre las contradicciones que retratan al país, y me parece
importante repetir en esta columna septembrina algunas de sus brillantes ideas:
“Raro país el nuestro. Ya desde su inicio conquistado por tlaxcaltecas en favor
de los españoles y luego independizado por españoles en favor de los gringos.
Tradicional, con cada vez menos tradiciones; guadalupano que no realmente
católico; campesino sin producción agrícola; industrioso sin industria; con más
mar patrimonial que tierra firme, pero el último que comía pescado fue
Moctezuma... somos nosotros raza de raro mestizaje que se siente indigenista,
pero decir ´indio´ es insulto y serlo es desgracia; amables pero albureros,
entrones pero dejados; ofrecidos pero informales; humildes pero alzados;
acomplejados pero soberbios; bravos pero llorones; desconfiados como novicia
entre sargentos pero cada seis años, masivamente cándidos.” Y tiene todavía más
razón el Señor López cuando dos párrafos después escribe que: “En el concierto
de las naciones nos ven como a un pez que se broncea en la playa y nosotros tan
quitados de la pena”.
4.Sí, eso somos los mexicanos y ya lo habían dicho
tanto el filósofo Samuel Ramos, en su conocido libro titulado “El perfil del
hombre y la cultura en México” como Octavio Paz en “El Laberinto de la
Soledad”. El primero, siendo el padre de este tipo de análisis en torno a la
construcción de identidades, habló no sólo de los contrastes heredados del
mestizaje, sino que introdujo la idea de una autoestima colectiva que nos ubica
ante la otredad como un cúmulo de agachados. Paz siguió el ideario de Ramos
desde otro momento y en su estilo. Pero los tres escritores aquí mencionados
pintan a un mismo México contradictorio, valiente y valioso. Con todo esto en
la cabeza y con el ánimo levantado por ver a los jóvenes tornarse ciudadanos
mexicanos a pesar de todo, me sentí orgullosa una vez más de mi país. ¡Viva
México! FIN
Articulo publicado en: https://www.diariodemorelos.com/noticias/vas-ver-orgullo-mexicano
Por: María Helena Noval
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