Boquiabierta estoy por dos
noticias recientemente difundidas. Por un lado se nos da a conocer el hecho de que
alguien que goza de un sueldo pagado por trabajadores cada vez más empobrecidos
e indignados es
coleccionista de importantes obras de arte, y por otro se avisa que una de las
colecciones más importantes del país va a ser retirada de la exhibición pública
porque la UNAM ya no va a financiar la operación del museo que la acoge.
1.
Según nota del periódico Reforma,
la profesora Elba Esther
Gordillo organiza la construcción de la llamada Ciudad de la Innovación, misma
que incluiría una universidad, un teatro y un museo; un proyecto de 40,000
metros cuadrados ubicado en la Delegación Cuajimalpa. La idea de incluir la
Biblioteca de la Mujer, la Universidad de la Educación y un teatro al aire
libre, en una zona en la que los
recintos dedicados a la cultura no abundan es loable, sobre todo habiendo sido
avalada por los delegados del Sexto Congreso Nacional Extraordinario del SNTE,
a quienes se supone les interesan las Bellas Artes porque forman parte de la
educación estética y sensible de los mexicanos. Lo que llama la atención es que
la colección de arte de la profesora vaya a incluirse como acervo, una
colección vastísima, según declaraciones del arquitecto Enrique Norten,
encargado del proyecto.
Según la misma nota, la señora
Gordillo ha recuperado y mandado restaurar 6 murales de Diego Rivera, una obra
realizada en Nueva York, vetada en la década de los 30, por su contenido
político.
De todos es conocido el hecho de
que el arte prestigia. No hay necesidad de explicar que el coleccionista de
importantes acervos llega a formar parte de una élite privilegiada que tiene acceso
a elegantes eventos privados en los que se reúnen importantes personalidades
ricas y famosas. El arte sirve para codearse con la “gente bien”. El coleccionismo de obras de arte entre
adultos recuerda la emoción del niño que va coleccionando estampitas hasta
llenar el álbum de moda. En ciertos círculos, no son las joyas o las
propiedades inmobiliarias lo que da caché,
sino el poder decir “tengo un Toledo, un Tamayo y un Kahlo” porque los pude
pagar y sé de quiénes estoy hablando” (estos nombres son las apuestas más
seguras del mercado de las vanidades). Y aunque se trate de regalos, como
seguramente afirmará la señora --y entre los regalos de este tipo se cuelan
muchos falsos porque “A caballo regalado no se le ve el diente”--, motiva
ciertas reflexiones que llevan a la conclusión de que la profesora quiere
quedar bien porque “tiene cola que le pisen”, pero termina demostrando de nuevo
que ni la lectura, ni la alta cultura son su fuerte.
Primero porque parece que no va a
donarle al pueblo de México sus obras, sino a prestarlas en comodato (no se ha
aclarado este punto); luego porque se estrena como coleccionista ante el
público con obra de una de nuestras glorias nacionales y no de algún artista
bueno pero desconocido; y en tercer lugar porque invita, como cereza del pastel,
al arquitecto más renombrado como constructor de museos, previendo no fallar en
esto que comienza a verse como la imposición de un auto-monumento.
…
2.
Las colecciones de arte memorables están
basadas en un concepto que les da cohesión y las diferencia de la mera
acumulación de objetos. Por lo mismo, terminan reflejando las personalidades de
sus dueños. En México, fueron Marte R. Gómez, Cesar Martino, Pascual Gutiérrez
Roldán, Jacques Gelman, Lola Olmedo, Licio Lagos y Alvar y Carmen Carrillo Gil quienes
pusieron el ejemplo, al atreverse a comprar lo que les gustaba, y no lo que
dictaba la moda. Después de ellos,
vinieron otros que le apostaron a lo mexicano como bueno.
No obstante, la Colección Blaisten es la más
importante del país por cuando respecta al llamado arte moderno mexicano. Tratándose
de Escuela Mexicana de Pintura y sus variantes, no hay mejor lugar al que
acudir, que a Tlatelolco.
Duele pensar que se va a cerrar su museo el
día último de este mes, porque a quienes dirigen cultura en la UNAM les parece
demasiado onerosa su operación. Ninguna colección de las que se han mencionado
la sustituirá.
No abundo porque sobre este asunto se ha
escrito ya bastante en diarios de circulación nacional; sólo diré que Andrés comenzó
a comprar obras hace más de 20 años y que en el camino se hizo experto en sus
pintores. Me consta que ve los cuadros centímetro a centímetro, los apapacha,
se enamora de ellos, los estudia y les dedica su vida diurna y nocturna.
Escasos coleccionistas en el país como él. No me imagino yendo a visitarlo a una
bodega. Nos cierran las puertas de un gran acopio de valores artísticos. Por
ello, el corazón se nos marchitará a muchos.
He aquí dos maneras de entender el coleccionismo:
el que nace marcado porque se da por razones oscuras y el que termina generando
amor al arte por nacer del corazón. Ω