miércoles, 29 de agosto de 2012

Promoción de las artes: dos modelos que nos deben animar

Pensar la cultura en nuestro estado implica considerar dos de los varios modelos de promoción del trabajo creativo con los que contamos, me refiero al asistencial privado (organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro) y al empresarial (pequeñas y medianas empresas legalmente constituidas que venden bienes y servicios culturales). Sobra decir que ambos esquemas coinciden en el entendimiento de la cultura como un importante factor de desarrollo social y económico. Por fortuna la economía cultural adquiere cada vez más respeto entre los profesionales de las cifras macroeconómicas. Estados como Oaxaca, por ejemplo, han servido de parámetro a nivel nacional por haber desarrollado un análisis de su economía cultural, misma que representa 6.5 por ciento de la economía local y más de 7 por ciento del empleo.
 

A la reflexión sobre la importancia del papel de la sociedad civil que produce cultura llego por dos razones. La primera es que me emocionó mucho la inauguración del Auditorio de la Casa de Cultura de Ocuituco, uno más de los exitosos proyectos echados al vuelo por Fundación Rayuela. La segunda razón es que hay que insistir en la trascendencia del Premio Morelos a la Empresa Cultural 2012 que está por fallarse en unos días más. 
 

¿Qué se habrá de entender por una empresa cultural? Se trata de una unidad económica legalmente establecida, que vende servicios o bienes, en su cadena incluye un elemento creativo y proyecta valores simbólicos sujetos a propiedad intelectual.
 

Jornadas MIPYMES Y PREMIO MORELOS A LA EMPRESA CULTURAL

Hace dos años que Eduardo Cruz Vázquez le propuso a Martha Ketchum, directora del ICM la formación profesional de emprendedores culturales. La iniciativa académica, ligada íntimamente con la labor periodística de Cruz Vázquez (su libro sobre Economía Cultural, resulta indispensable) fue evolucionando; pasó de ser un curso a ser un seminario y hoy lo que se imparte aquí es el segundo Diplomado en Cultura y Negocios. Transitaron de menos a más, en el sentido de construir los marcos conceptuales, la dotación de instrumental académico-teórico para aquellos que aspiran a ser emprendedores culturales.
 

En este modelo de enseñanza participan distintos maestros que se organizaron para tal efecto por primera vez en el Programa de Monitoreo en Economía Cultural de la UAM Xochimilco. La promoción del Premio Morelos a la Empresa Cultural y las Jornadas MIPYMES coronan el esfuerzo realizado por dicho grupo de docentes y sus alumnos; queda pendiente en cambio, el nacimiento de la incubadora pensada para conseguir financiar empresas, pues se trata de procesos lentos que obedecen no sólo al entendimiento de que existen recursos etiquetados para el desarrollo y el impulso de productos culturales, sino al hecho de que hay que saber desarrollar y presentar un plan de negocios de manera profesional.
 
 
Valga decir que esta es la primera vez que la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados etiqueta recursos para estos fines; las gestiones para tal evento comenzaron con la 59 Legislatura y el financiamiento con el que hoy se cuenta asciende a un millón de pesos. El fallo se dará el miércoles 5 de septiembre. Ya comentaremos más al respecto.
 

Asimismo, hay que decir que las jornadas dedicadas a las pequeñas y medianas empresas culturales preparadas por el ICM incluirán la presencia de destacados conferencistas la próxima semana. Entre ellos destacan Luis Miguel González, director editorial de El Economista, Alejandro Soberón, Director del Consejo de Administración de Ocesa, Lupita Gómez, de “Remedios Mágicos” y Federico González Compeán, director corporativo de CIE Internacional.
 

Las Rayuelas
 

Llego al final de esta nota destacando la labor de las señoras de la Fundación Rayuela, organización de la sociedad civil encargada de obtener recursos para fomentar el arte y la cultura entre los jóvenes de Morelos, porque operando con una estrategia que parece simple --parten de la detección de necesidades de las comunidades seleccionadas, integran a un líder cultural local y se enlazan con autoridades pertinentes--, han logrado un montón de cosas en comunidades en las que la alta cultura no era tomada en cuenta. ¿Cómo le hacen? Sin duda es la supervisión de los proyectos, la entrega amorosa y desinteresada a los mismos de estas “rayuelas” lo que las hace distintas. Hacen suyo el proyecto, logran que niños y jóvenes incluyan en sus vidas lo sensible, las emociones y la belleza y como lo hacen desde lo académico, lo hacen perdurable.
 

Lo que digo no es desde luego mera retórica sino el reporte de lo que me tocó ver el sábado pasado en esta fría población: me envolvió un Ocuituco progresista y hospitalario enaltecido por un coro de niños que cantó como los ángeles. Este Ocuituco se vistió de gala por obra y gracia de unas niñas y una niñita danzantes que flotaron en el escenario. La cereza en el pastel fue el Huapango de Moncayo silbado por los alumnos de flauta del lugar. Música de ángeles.
 

He escuchado en repetidas ocasiones que el modelo casa de cultura dejó de funcionar hace tiempo, yo misma me he preguntado de qué manera la recuperación del espacio social depende de la mera convivencia, tarde a tarde, en estos lugares a los que se va a descansar de la vida rutinaria. Lo que sé es que la respuesta no tiene que ver con el nombre que se le dé a un espacio, sino con la voluntad de poner el corazón y el cuerpo en un proyecto artístico. Ω
 
 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Creatividad, innovación, convivencia, estrategias contra la delincuencia


Tales palabras me dejaron estupefacta no sólo porque la fehaciente realidad me recuerda que hemos dejado de salir de noche, que les hemos prohibido a nuestros hijos ejercer parte de su vida social, que tenemos miedo de contestar el teléfono, que desconfiamos dolorosamente del semejante, sino porque las declaraciones del gobernador electo, Graco Ramírez, sobre los delincuentes como “gestores sociales y dueños del territorio” (cfr. Excélsior, 15 de agosto) vienen a confirmar el hecho de que hemos sido secuestrados, aislados; de que deberá ser el énfasis en el desarrollo social el gran tema a tratar en las mesas de trabajo del gobierno entrante. No la militarización, o el combate a la delincuencia con más armas y reciedumbre.

 ¿Y qué tiene que ver la cultura con todo esto? Si la entendemos exclusivamente como difusión de las bellas artes, no mucho, pero si la entendemos como la creatividad necesaria para generar nuevos espacios, para recuperar el territorio, para encontrar formas de interrelacionarnos sanamente, será un verdadero instrumento de cambio. La cultura entendida antropológicamente es todo lo que hacemos, lo que nos distingue como especie, lo que nos lleva a considerarnos homo sapiens-sapiens. Lo que nos hace llamarnos mexicanos. Nuestra cultura actual, la morelense, la del siglo XXI, está determinada por el miedo y la violencia. La cultura que tenemos que generar tendrá que estar determinada por la voluntad colectiva de cambio, la acción conjunta.

Por otro lado, las teorías sobre la creatividad proponen que ésta no interesa únicamente al mundo de las bellas artes, sino que se trata de aquella facultad que nos permite solucionar problemas y adaptarnos a las condiciones de la vida cotidiana. La creatividad tiene que ver con la imaginación y con la innovación. Implica un cambio, una vuelta de tuerca a la realidad. No es la primera vez que traigo a las páginas de DDM el nombre de Kirk Varnedoe, uno de los críticos de arte que más me gustan, por ser uno de los autores que propone que la historia del arte es un continuum consistente en pequeños añadidos a lo que ya está hecho, variaciones creativas de lo existente.

Arte y ciencia
Quienes trabajamos en ámbitos escolares, frecuentemente nos vemos obligados a hacerle entender a los padres de familia que, mientras más creativos sean sus hijos, más fácilmente generarán discursos, soluciones, contextos. La educación hoy en día tiene que ver con la autogestión del conocimiento. Con la creación de imaginarios propios. Ellos tendrán que inventar el mundo del mañana. Ejercerán la creatividad con más conciencia.

  Hace ya muchos años que algunos artistas comenzaron a declarar que todos somos creativos, que dicha facultad, relacionada antiguamente con la noción de “genio”, no le pertenece exclusivamente a los pintores o a los músicos. El alemán Joseph Beuys fue más lejos al afirmar que todos somos artistas. Vio lo mejor del ser humano en su capacidad de gustar la belleza y entender las nociones de orden y armonía, términos que atañen asimismo al universo de la ciencia. Por eso, no será descabellado que arte y ciencia vengan a formar parte de un proyecto de desarrollo social, ya no como ingredientes de la vida académica necesaria en toda sociedad, sino como agentes de concientización y formación necesarios desde temprana edad a nivel población general.

  Hace rato me tocó ver en un centro comercial muy conocido una exposición itinerante que relaciona estos dos temas, arte y ciencia. La misma viene del Museo Universum, de la UNAM, un espacio dedicado a difundir la noción de creatividad, empalmando arte y ciencia como productos de dicha facultad. Ver a tanta gente dedicada a explorar las mamparas ocupadas por reproducciones de obras de Salvador Dalí y experimentos científicos me animó mucho. Me hizo pensar que estamos entrando en una época en la que las palabras “creatividad” e “innovación” se emplearán con mayor libertad, con mejor disposición y entendimiento de sus beneficios. Creo que nuestra cultura comunitaria revivirá por el simple hecho de sabernos creadores.

María Helena Noval
helenanoval@yahoo.com.mx
Twitter: @helenanoval
http://www.diariodemorelos.com/blog/creatividad-innovaci%C3%B3n-convivencia-estrategias-contra-la-delincuencia

martes, 14 de agosto de 2012

Economía cultural morelense: ¿de emprendedores culturales a un estado turístico de primer nivel?

Es lógico suponer que las empresas culturales tendrán un papel destacado, en el esquema en el que se está pensando la cultura hoy en día en este maravilloso estado; me refiero a que los museos, las galerías, los festivales, las publicaciones, las ferias del libro y la venta de artesanías, por poner unos ejemplos, deberán generar recursos no sólo para subsistir, como ha venido sucediendo hasta la fecha, sino que con un aumento considerable del presupuesto para estos rubros, estaremos contribuyendo a la generación de empleos a través del impulso a la creación de nuevas empresas y la consolidación de las llamadas PYMES culturales existentes.



¿Soñamos demasiado cuando pensamos que en los periódicos análisis macroeconómicos a los que está obligado el Estado habrán de integrarse cifras antes no cuantificadas? Desde luego que no. Se vale soñar en grande, si como en Oaxaca se contabiliza al sector cultural como factor real de desarrollo social y económico. Un plan sectorial de cultura urge para nuestro estado. Y se vale soñar todavía más en grande si como en Bilbao, el crecimiento económico se sustenta asimismo en la generación de un estado turístico de fama internacional. Tenemos con qué. Hace doce años la firma Guggenheim vino a hacer tratos con el gobierno en turno para establecer uno de sus museos de marca y no se concretaron las acciones por falta de voluntad política. ¿Por qué un museo? Porque la identidad nacional se desprende de la memoria visual que guardan estos centros culturales. Sin el reconocimiento y las resonancias que una institución de prestigio internacional pueda acarrear, el arte mexicano no quedará historiado a la altura del siglo que vivimos.
 
 
Si como se viene prometiendo, se logra una fuerte suma de dinero para asuntos concernientes al desarrollo social a partir de la cultura, si se piensa en el fortalecimiento de nuestra identidad, si se piensa que lo que somos vale la pena, si se piensa en que nuestro patrimonio cultural, nuestras tradiciones, nuestra historia y nuestra imagen son productos redituables, entonces nos habremos salvado no sólo de la pobreza intelectual, sino de la ignominia que ya nos ahoga. Si lo pensamos en chiquito es mejor que se nos conozca en el mundo por la belleza del barro de Tlayacapan que por los colgados en los puentes. Si lo pensamos en grande, es mejor que el turismo cultural llegue en bandadas a que la gente se siga yendo de aquí por miedo.
 
 
Desde luego que las circunstancias no serán fáciles para el gobierno entrante y convencer a algunos de que la cultura ayuda lo será menos. Nos hemos acostumbrado a la mediocridad, los desarreglos y la violencia. No obstante, como especie tendemos a lo bueno y lo bello y por eso no todo está perdido. Lo bello le concierne a las artes a las que se les dará más difusión, ¿y quién se resiste a la belleza? Lo bueno, entendido como calidad, le concierne al factor presupuesto ampliado y el ánimo de aceptar el cambio, la vuelta a la vida, nos concierne a todos. De voluntad se trata esto. Pero ¿cómo empezar?
 
 
De entrada entendiendo que cultura y economía no son antípodas del pensamiento sino esferas que se pueden combinar de manera cada vez más perfectible para el bien de nuestra comunidad. Entendiendo que la economía crece sabiendo aprovechar las ventajas comparativas. La resistencia al cambio se irá eliminando en la medida en la que se piense en términos de inversión y no de gasto cuando se habla de cultura. Invertir en el cuidado y la promoción de las rutas turísticas, por ejemplo, no es gastar, es ganar.
 
 
Extraño resulta hablar de estos conceptos en tales términos dado que sabemos de la existencia del mercado del arte de toda la vida y de las culturas del entretenimiento como uno de los negocios más redituables de la vida contemporánea. Sin embargo y en contraposición a estas nociones, tenemos el hecho de que la mayoría de nuestros artistas no pueden subsistir a partir de lo que producen aquí en Morelos. A estos emprendedores culturales y a quienes viven del turismo hay que voltear a verlos, hay que pensar en su trabajo como un producto necesario.
 
 
Lo mismo deberá suceder en las empresas culturales que viven en gran medida de la buena voluntad de sus promotores. Basta darse una vuelta al Callejón del Libro para entender cómo la organización de los libreros es el único pegamento con el que cuentan, porque nadie los apoya económicamente.
Tradicionalmente se ha pensado que la cultura vive del aire y que se genera por una necesidad (necedad) expresiva en la que no cuenta el factor económico. ¡Qué friega nos puso el Romanticismo!

María Gutiérrez Blanchard: la gran revelación española

“Era feísima y jorobada, pero mi padre la adoraba. Tan es así, que adelantó su viaje a México de regreso cuando ella murió, no quiso quedarse allá. Eran primos hermanos, ella era en realidad Gutiérrez Blanchard, pero como mi padre, prescindió del apellido paterno a la hora de firmar sus obras --dice Javier Cueto, hijo del gran escultor Germán Cueto, quien me platica sobre su famosa tía, la estupenda pintora Marie Blanchard, estrella por estos días de la Fundación Botín, y desde mediados de octubre, del Museo Nacional de Arte Reina Sofía, ambas instituciones españolas.

A 80 años de su muerte, María Blanchard (Santander, 1881-Paris, l932) ha sido redescubierta. Su obra pictórica cubista se presenta como si se tratase de una gran aportación a este movimiento centrado en la geometría y la perspectiva múltiple. El texto que la presenta en la Fundación Botín dice que circunstancias ajenas a la calidad de la misma hicieron que fuera quedando olvidada, no obstante, para los mexicanos el nombre de Blanchard no debiera ser del todo desconocido, ya que por su amistad con Diego Rivera se le menciona en varios libros que abordan los años de residencia del pintor en Europa. Uno de ellos el indispensable texto de Olivier Debroise titulado “Diego de Montparnasse” (Fondo de Cultura Económica, 1979).


Cubista por derecho propio

Si bien las imágenes de su obra son escasísimas en las publicaciones dedicadas a la revisión del cubismo parisino de principios de siglo, esta muestra le hace justicia, al evidenciar cómo supo adaptar a sus propias necesidades expresivas un estilo, en especial con referencia al color, pues ella lo humanizó, esto quiere decir que no se concretó al uso de una paleta fría, sino al uso de rosas, carmines, duraznos, como si en el empleo del universo femenino reposara su aportación personal.

Dulce, piadosa, virgen

Sin embargo, no es necesario hablar de lugares comunes para dar cuenta de que Blanchard fue feminista de un modo contemporáneo. Ella se atrevió a romper esquemas al establecerse por cuenta propia en un mundo habitado mayoritariamente por hombres. Abandonó su condición de hija de familia y se estableció en Paris, en donde sintió que era menos criticada. En septiembre de 1911 se instaló en el número 26 de la rue du Départ con Angelina Beloff (1879-1969) y la pareja de ésta, Diego Rivera.


“A ella le tocó sentir que todo para las hermanas que eran unos cromos --me cuenta Javier Cueto--; en Santander le tiraban piedras porque era de mala suerte ver a una jorobada. Luego se fue a París y entonces dijo ‘de aquí soy’, porque la trataron mejor. Hoy mucha gente no sabe que era española.
“Pero comenzó a pintar en su tierra natal, la gente le pedía pinturitas para regalar, le decían hazme una florecita; desde niña pintaba cositas por encargo y por gusto porque se descubrió a sí misma con esta inclinación irrefrenable. Fue más autodidacta que formada, aunque hay que destacar que Angelina Beloff, --a quien mi padre conoció en París, pues lo recibió antes que la prima--, decía que era una científica de la pintura porque conocía la geometría y sabía de teorías del color, de tratados de pintura, etc. Ella se cultivó siempre. Una de sus curiosidades es que tenía épocas de católica y en otros momentos era completamente atea.


Por lo que respecta a su vida artística, a la suerte que ha corrido su obra entre coleccionistas mexicanos y extranjeros, se puede afirmar que es una artista muy apreciada entre expertos, mientras que para el caso mexicano, Cueto afirma: “Mi media hermana Mireya Cueto tiene obra de ella, un “San Tarsicio” que ha sido comentado en publicaciones y otra pintura. El intercambio entre artistas se usaba menos antes que hoy y por eso creo que mi padre no guardó nada de su prima.”


Sobre Blanchard escribió Federico García Lorca una elegía memorable, en la que menciona algunas vicisitudes de su vida, por ejemplo el hecho de que acogiera en su casa a algunos de sus familiares, cosa que ella sentía como carga, pues económicamente le pesaba mucho tener que sostenerlos con el producto de la venta de sus obras de arte. Además, se dio el caso de que recogiera indigentes obedeciendo a una especie de identificación con los torturados.


A este respecto de la personalidad de la artista, Javier Cueto señala: “Ella decía que los santos le hacían milagros: guardaba el dinero entre las páginas de los libros y luego lo olvidaba. Cuando se presentaba la necesidad, cuando andaba sin dinero, entonces sucedía el milagro, que no era otra cosa más que encontrar el dinero que había escondido. Donó todo lo que ganó a la Iglesia Católica, que no fue mucho.”


“Nunca se casó. Incluso quiso ser monja, pero no aguantó la idea después. Estuvo enamorada de Diego, quien la respetaba mucho. No sabría decirte si hubo algo más entre ellos”, finaliza Cueto.


María Helena Noval
http://www.diariodemorelos.com/article/mar%C3%ADa-guti%C3%A9rrez-blanchard-la-gran-revelaci%C3%B3n-espa%C3%B1ola

Cultura y Seguridad Pública: Intervenciones Culturales para el desarrollo integral

Planteábamos el tema de la cultura desde la perspectiva de lo que se hizo en Medellín, capital del departamento de Antioquia, la segunda ciudad en importancia después de Bogotá, para revertir el clima de guerra que les ha tocado vivir a los colombianos durante la segunda mitad del siglo XX, a partir de un excelente seminario impartido por tres integrantes de Cultura México, una asociación de especialistas en desarrollo social centrado en lo cultural, en el Jardín Borda de esta ciudad.



Visto de manera simplista, el asunto podría llevarnos a pensar que tal vez en aquel país la gente es romántica hasta el grado de fundamentar constitucionalmente su nacionalidad en su cultura, no obstante, estudiando el caso como modelo de desarrollo (existen gráficas, encuestas, videos, libros, artículos, declaraciones, leyes, etc.), concluimos que la suma de sueños individuales sí genera realidad. 


En Latinoamérica hemos venido trabajando con un modelo de producción de conocimiento centralista, no obstante hoy sabemos que lo que viene desde el centro, lo que se impone, no produce nivel de satisfacción, ahora se trata de que la gente elija el tipo de vida que quiere llevar con las herramientas para que lo hagan creativamente. En este sentido, es interesante estudiar el proceso que va de la Declaración Universal de los derechos Humanos de la ONU en 1948, a la creación de leyes sobre patrimonio cultural tangible e intangible en 1972 y la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales celebrada en la Ciudad de México en 1982, porque nos aclara cómo se ha llegado a entender que el papel de los gobiernos de avanzada tiende cada vez más a la coordinación de acciones entre los estados, los municipios y los sectores social y privado en materia de promoción cultural. De esto ha venido hablando Graco Ramírez, por cierto.
Vida cultural o cultura viva 
 
En Morelos hemos sido desterrados, necesitamos recuperar el lugar para el sujeto, dejar de ser objetos contables, recuperar la palabra, sentirnos seguros en la calle. Pasar de la represión a la libertad. Pitágoras dijo: Educad a los niños y no castigad a los hombres. Pero ¿cómo logarlo desde la desesperanza? ¿Sirven las bellas artes para esto?
 
Por supuesto que sí, si nos conmueven y también las fiestas callejeras, las ferias, las pintas en las calles, la comida típica, la música vernácula y el teatro siempre y cuando se presente todo esto como un significante propio, como un referente en el que nos podamos reconocer.
El gran tema es el cambio en la consciencia moral de la gente; en Colombia el camino lo abrieron las organizaciones culturales de Medellín y estas no eran el gobierno, no eran los empresarios, era la gente y las ONG´s que querían una mejor convivencia y la lograron. Se transformaron en gran medida los imaginarios, lo que la gente creía de su ciudad.

En este esquema de trabajo, el papel de los medios de comunicación con respecto a la difusión de contenidos será crucial porque finalmente éstos tienen el enorme poder de sembrar creencias, deseos, ideologías y sobre todo las nociones de belleza y armonía en las mentalidades de niños y adultos. 
Cultura y negocios

 
Para completar el panorama deseable en nuestro estado, tendríamos que hablar de un esquema de capitalización de recursos esto recuerda la urgencia de una visión empresarial de la cultura en nuestro país--, y del trabajo voluntario de la gente sin ánimos de lucro (esto no choca con la necesidad de reconocimiento), se trata antes que nada de creer que desde la plataforma de la cultura es desde donde se pueden generar estos cambios. Estamos hablando de una cultura viva, no sólo de vida cultural.
Entender que Medellín no ha sido el único lugar en el que se ha apostado a la cultura como vía de dignificación social debe implicar un fuerte jalón de orejas para nosotros, poseedores de riquísimas tradiciones y de un valiosísimo patrimonio cultural tangible e intangible. Michoacán, Oaxaca y el Distrito Federal constituyen asimismo ejemplos a seguir por lo que respecta a planes de desarrollo social basados en acciones cada vez más tendientes a desligarse del paternalismo que caracterizó a nuestros gobiernos hasta la década de los ochenta. Oaxaca, por su cuenta sectorial de cultura resulta un foco de atención importantísimo, allí se sabe cuánto invierte el estado, cuánto se recupera, cuántos productores de artesanías viven de eso, cuánto dinero dejan los turistas que llegan. 
Por su parte, el caso de la Ciudad de México es de una relevancia insoslayable para nosotros toda vez que la señora Elena Cepeda, esposa de nuestro gobernador electo, participó activamente en la creación de su ley de cultura entre 2007 y 2011. La memoria de su gestión no deja duda de que durante el gobierno de Marcelo Ebrard se creyó en los productos del espíritu y la estética como un capital aprovechable.
¿Quién se resiste a la música y el efecto poético de una buena obra de teatro? Por más mal que se vea el panorama social, siempre habrá deseos de esparcimiento y necesidades afectivas y relacionales que tengan que ver con la belleza. Recordemos la pirámide de Abraham Maslow, quien decía que detrás de las necesidades fisiológicas, materiales y de seguridad, venían las de amor y de autorrealización.
¿Qué sería de Cuernavaca sin sus espacios públicos, museos, obras artísticas, monumentos, tradiciones? Si sólo nos tuviéramos que quedar con lo que nos resuelve la vida material ¿seguiríamos llamándonos Cuernavaca? Desde luego que no, no y no. No tendríamos espejo en el que vernos, libro en el que leernos, crónica en la que reconocernos, sabores que recordar. Seríamos algo parecido a los autómatas.

viernes, 3 de agosto de 2012

Cultura y Seguridad Pública: El anhelo de dos gobiernos

Con suma pertinencia, el Seminario sobre Cultura y Desarrollo Social promovido por el Instituto de Cultura de Morelos este lunes y martes, abrió una serie de reflexiones que me parece importantísimo traer a las páginas de DDM porque se da el caso de que coinciden con la vocación de desarrollo social de los 2 gobiernos electos, el municipal y el estatal. Estamos hablando aquí de un ideal mayor, no de micropolítica, no de intereses partidistas, sino de la recuperación de la paz, del tránsito de la era del vacío al retorno de los ideales colectivos, del anhelo de hacer de esta ciudad y de este estado un sitio memorable, diferente a partir de la dignificación social y la ganancia de los espacios públicos para el bienestar de todos. Se trata del tránsito a la macroesperanza, a partir de una coincidencia que pudiera leerse en estos momentos de crisis casi como un milagro.



Para quienes estamos interesados en la aplicación de intervenciones culturales, Medellín ha sido un referente importantísimo por haber pasado de ser la ciudad más violenta del mundo --en 1991 se contaban 120 muertes por cada 100 000 habitantes, era la época de Pablo Escobar Gaviria, las escuelas de sicarios, donde “probar finura” implicaba atreverse a matar a sangre fría aún a los conocidos— a ser una ciudad turística y exitosa y ni siquiera la más violenta de Colombia. Sus bibliotecas, centros culturales, museos comunitarios y programas sociales son caso de estudio en el mundo académico. El trabajo se ha replicado en ciudades como Sao Paulo, en Brasil. La pregunta ¿cómo le hicieron? Se torna en estos momentos en Morelos en: ¿de qué manera, aplicando algunos de los lineamientos de intervención probados exitosamente podríamos trabajar en nuestro estado a favor del desarrollo social?


He de decirles, que haber escuchado a Carlos Villaseñor Anaya, Jairo Castrillón Roldán y Luis Miguel Úsuga Zamudio hablar del caso Medellín desde la experiencia personal, desde el espíritu y no desde el saber, hizo la gran diferencia. Más de 50 promotores culturales permanecimos atentos a las gráficas, los testimonios grabados en video y las citas académicas que mostraron paulatinos cambios en aquella ciudad colombiana durante la década de los noventa, no obstante, fueron casos específicos como el del punkero que consumía drogas y dejó de hacerlo al convertirse en actor (hoy es gerente de una empresa, está casado y tiene 4 hijos), o la prueba de que el trabajo voluntario y colectivo en las comunidades no necesitó de la inversión de grandes sumas de dinero, lo que hizo inolvidable a este seminario.¿Por qué la cultura?


La cultura no es erudición, no es arte y no es cortesía, es una noción que tiene que ver con las diversas maneras de estar en el mundo, tiene que ver con elementos de identidad y se relaciona con la economía, la política, lo ambiental y lo social. Hoy se trabaja el concepto de manera transversal en diversos ámbitos de avanzada en el mundo. Se busca que la persona que se acerca a un museo, una biblioteca, un centro cultural, haga propio el contenido de la experiencia cultural; se habla incluso de la importancia de la neuroplasticidad porque está probado que las emociones positivas generan actitudes y acciones positivas en la gente; la gente busca vivir de nuevo las experiencias que le han sido placenteras y esto nos lleva a pensar que de un festival de poesía, de una muestra pictórica, de un concierto, la gente va a salir mejor que como llegó.



Me da gusto saber que en nuestro estado se habla ya de la creación de políticas culturales de avanzada, de que se buscará que las acciones culturales sean significativas para todos. Una de las cosas que más me llamó la atención del seminario fue desde luego la insistencia en la semiología de la cultura, en el hecho de que debemos pensar en el significado de lo que hacemos. De “los abajo firmantes”, a la ley de cultura del estado.


En Morelos no somos ajenos a las cartas pidiendo firmas, a los foros, a las mesas redondas, a los desplegados y la mediación cultural existe desde prácticas que van del trabajo comunitario al la exposición de contenidos diversos en los museos, conciertos, conferencias, espectáculos teatrales, etc. No obstante, no contamos todavía con una ley general de cultura. En este sentido, creo que la ley de Cultura del Distrito Federal, apuntalada por Elena Cepeda como secretaria de cultura puede servirnos de base a los morelenses para generar la propia.


El tema es que en este esquema de trabajo útil y feliz se equiparan. Se trata de autorrepresentar a las personas como merecedoras de sus espacios culturales, la calle es un bien preciado y no debe pertenecerle a quienes nos hacen daño.

Se trata de que nosotros los morelenses nos veamos en otro espejo, de que nos reconozcamos en la mirada del semejante y de que nos guste como vivimos, nuestras fiestas, nuestro lenguaje, nuestras tradiciones, nuestros textos. Que recuperemos el espíritu. Es en base a estas construcciones simbólicas, a estas ideas que podemos pensar el desarrollo de nuestro estado.




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