lunes, 10 de mayo de 2010
El Dibujante de sombras
1.
La idea de la sombra, esa zona oscura producida por la interposición de un cuerpo opaco entre un haz luminoso y una superficie cualquiera es el hilo conductor del trabajo más reciente de la multifacética creadora Ana Clavel. Sólo que ella no aborda, como se ha hecho en casos memorables, la idea de la sombra que adquiere autonomía; Clavel en cambio concibe a la sombra como la parte más importante de cualquier imagen salida de la mano de un artista que se precie de serlo, e incluso como el asunto primordial de la escena visual.
Acostumbrada a degustar imágenes en los museos, poco suelo encontrarlas tan concretas y gozosas en los libros, sin embargo, no dejo de buscar entre las más recientes publicaciones los temas que más me interesan, a saber, la historia del arte y en específico la de la pintura y la escultura. Así, he ido conformando una sección especial en mi librero que conjunta novelas sobre pintores, escultores, falsificadores, historiadores y restauradores: los oficios de las artes visuales convertidos en materia de reflexión del novelista avezado. De tanto leer estos trabajos, no dudo que terminaré escribiendo una obra en la que un loco pintor de autorretratos endemoniados hable de mí como el personaje que lo ha perseguido dolorosa, machaconamente. Pero esta es todavía una historia inconclusa.
2.
A Ana Clavel le escribí la semana pasada para felicitarla por su libro (Alfaguara 2009) dedicado a un tema tan cojo en los libros de arte y haber rescatado las propuestas de Johann Kaspar Lavater, el pastor protestante del siglo XVIII que escribió sobre las relaciones, para él evidentes entre la fisonomía y el carácter de las personas. No habla Clavel de que estas ideas sobre la fisiognomía llevadas al extremo dieron con la famosa frenología, aquella rama de la criminalística que en el siglo XIX midió cráneos buscando el germen de la mente asesina. Sí imagina Clavel en cambio, que a Lavater lo siguió un tal Giotto productor de retratos silueteados y que al joven émulo del renacentista lo amaron un par de gemelas de imaginación tan desbordada como la suya. Aquí Clavel le da un twist a la idea de la sombra, esta vez mudada en aquellos que pare una sola matriz al mismo tiempo, y que vienen a ser siempre casi el doble uno del otro.
La sombra como doble del cuerpo, dependiente de él pero al mismo tiempo oscura y variable, indujo a Clavel a incluir asimismo en su historia los inicios de la fotografía. Como sabemos, la Camera Oscura, aquel ingenioso aparato empleado desde el Renacimiento para proyectar imágenes sobre superficies planas (para poder silueterlas o dibujarlas con facilidad), se siguió empleando en los ateliers hasta inventarse, después de sucesivas modificaciones, el daguerrotipo y la cámara fotográfica.
Los gabinetes de curiosidades y la magia que acompaña a la mentalidad no acostumbrada a la imagen mecanizada no faltan en esta novela de aventuras, arte, amor y ciencia, porque hasta Goethe viene a aparecer dada su amistad con el pastor alemán.
3.
Hace tiempo me tocó ver una exposición dedicada a la sombra en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid. La misma me cautivó porque siendo un asunto común del arte, presentado en retrospectiva y como tema principal, invocó su importante papel como agente de verosimilitud en el caso de las representaciones realistas y nos hizo concientes de sus implicaciones en el campo de la psicología cuando se trata de obras simbolistas o surrealistas.
Cuenta la anécdota narrada por Plinio el Viejo (muerto en 79 D. C), que la hija del alfarero Butades inventó la pintura cuando dibujó el contorno de su amado en la pared a la luz de una vela; lo cierto es que este mito de origen corintio refleja la debilidad humana por la figura dibujada, el apego a las formas, el potencial que nos distingue de los animales, o si usted quiere la naturaleza fisiológica que nos hace pensar en términos visuales –cualidad de la que hablara Platón mucho antes de conocerse los vericuetos del cerebro--, porque como lo hace notar Clavel en esta su deliciosa novela, no podemos negar que lo que imaginamos, aunque sea imperfecto, suelen ser con mucho sombras, vislumbres, manchas.
Yo, por mi parte, prefiero pensar que mi cabecita loca funciona en términos visuales enriquecidos por el arte, y que las teorías lingüísticas que privilegian como materia primigenia el discurso y el concepto en mucho se equivocan. ¿Usted que opina? Ω
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Maravilloso, es la historia de un hábil dibujante de sombras quien da muestras de su talento por medio de los trazos que permiten revelar la personalidad del rostro que dibuja ...
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