Un buen
libro es una forma de conversación que da santo y seña del autor, al mismo
tiempo que retrata los códigos éticos y culturales de un momento dado,
rescatándonos, durante su desarrollo, de la cotidianidad mediante la fortuna de
las palabras bien puestas. Un buen libro le entrega al mundo algo que le
faltaba, nos enamora con frases y metáforas, nos hace cómplices del autor, y si
tenemos suerte, nos marca para siempre.
Tal es el caso de las memorias de Laura Fernández MacGregor Maza, publicadas
por la Editorial Lectorum, un tercer volumen dedicado a las reflexiones de vida
de una mujer que ha roto esquemas en varios ámbitos. Se trata de los relatos de
vida, estructurados a manera de breves recuadros, de “una dama que se suelta el
chongo” sin dejar de ser dama. Es decir, no se “deschonga” completamente.
Para ello se basa en el hecho de recordar —un proceso mental que tiene que ver a la vez con lo pasado y lo presente—, pero que incluye la imaginación y la creatividad, léase: abunda en el oficio de saber narrar con soltura, logra escribir como si estuviera platicando.
Para ello se basa en el hecho de recordar —un proceso mental que tiene que ver a la vez con lo pasado y lo presente—, pero que incluye la imaginación y la creatividad, léase: abunda en el oficio de saber narrar con soltura, logra escribir como si estuviera platicando.
Dice Patricia Galeana que los movimientos radicales, entre ellos el feminismo de los años sesenta, han permitido que una época en la que imperaba la fuerza, haya dado paso a una época de mayor tolerancia y respeto a la otredad; para ella el feminismo actual se da de manera más individual que colectiva, y en el proceso de liberación ha entrado paulatinamente la empatía de la sociedad.
En este sentido, el libro de Fernández MacGregor puede ser leído como una historia ejemplar de los logros de la mujer en el siglo XX.
Sus hermanas en este andar son Elena Poniatowska, Isabel Allende, Gaby Vargas, Guadalupe Loaeza. Todas ellas se han dedicado desde su trinchera, que es la escritura, a dar ejemplo. Como señoras de sociedad, rompieron convenciones; entre ellas, la prohibición de no hablar sobre la vida privada, contar sus atrevimientos, casarse más de una vez, amar a alguien más que a su marido. Dejan atrás el orgullo de ser de un solo un hombre, y por si fuera poco, salen al mundo laboral, ámbito de lo masculino, a ganarse la vida.
Según Elena de Hoyos, escritora experta en temas de género, una de las formas que revelan la falta de oportunidad que se le da a la mujer es que el hombre actúa lo público y la mujer lo privado. Mientras que el reino de los sentimientos, los hijos, la decoración, la cocina, la intimidad del hogar quedan a cargo de la mujer… el hombre se encarga de lo público, el poder, el dinero, lo económico. Sin embargo, a la mujer se le prohíbe hablar de la intimidad, a no ser que se trate de lo llamado ego-sintónico, lo que no incomoda, lo que es convencional, la crianza de los hijos, la moda, etc.
Se ha creído durante mucho tiempo que hablar de sus problemas vuelve a la mujer vulnerable; bajo esta perspectiva, se entiende que un libro como éste sí es revolucionario: la autora habla de sus intimidades a partir de categorías de pensamiento que estableció Simone de Beauvoir, evitando el lugar común. Por ejemplo, si ella no entendiera que el amor romántico nos quita autonomía, repetiría el linaje de las mujeres que creen que el amor debe hacernos renunciar a todo. Laura comienza por resignificar estas situaciones desde el primer capítulo, cuando nos habla del “Codo”, su primer marido, y sigue haciéndolo cuando nos cuenta su historia con El Pingüino, el segundo al que le firmó un “sí quiero”.
Transgrede el mandato de la discreción y emula a Virginia Woolf, a quien le
debemos el haber manifestado públicamente –es decir, publicándolo— que a la
mujer se le debe reconocer su capacidad de escribir. De 1929 es la famosa
sentencia sobre la importancia de contar con dinero y “una habitación propia”
para efectuar tal labor.
Uno de los asuntos que llama la atención es cómo ha logrado sobrevivir en el mundo patriarcal, feroz de los negocios. De rango social elevado y sin educación para ello, se quedó con lo que le gusta de dama y sacó las uñas para defenderse en un mundo en el que se suele abusar de la inocencia femenina. Además, en este libro se habla de dinero, un tema tradicionalmente masculino en la vida cotidiana y en la literatura.
Luego, está el gran asunto del sexo… Nos invita a pensar en un erotismo femenino y en cómo las mujeres tenemos introyectado ese sometimiento frente al varón que… sabe hacernos felices. La autora se refiere a su sexualidad en varias ocasiones, sin embargo, hay un breve capítulo dedicado a estos menesteres que resulta, además de divertido por su empleo de metáforas y la sugerencia de imágenes, aleccionador, porque termina mostrándonos que se puede sobrevivir al enamoramiento sin ceder la comarca.
Pensando en todo esto, me pregunto si éste es un libro más para mujeres que para hombres, o si ayudará a una mejor comprensión de nosotras por parte de ellos, cosa que buena falta nos hace a todos.
María Helena Noval
twitter:@helenanoval