jueves, 21 de marzo de 2013

‘La Dama se suelta el chongo’ o la fortaleza de las mujeres



Un buen libro es una forma de conversación que da santo y seña del autor, al mismo tiempo que retrata los códigos éticos y culturales de un momento dado, rescatándonos, durante su desarrollo, de la cotidianidad mediante la fortuna de las palabras bien puestas. Un buen libro le entrega al mundo algo que le faltaba, nos enamora con frases y metáforas, nos hace cómplices del autor, y si tenemos suerte, nos marca para siempre.

Tal es el caso de las memorias de Laura Fernández MacGregor Maza, publicadas por la Editorial Lectorum, un tercer volumen dedicado a las reflexiones de vida de una mujer que ha roto esquemas en varios ámbitos. Se trata de los relatos de vida, estructurados a manera de breves recuadros, de “una dama que se suelta el chongo” sin dejar de ser dama. Es decir, no se “deschonga” completamente.
Para ello se basa en el hecho de recordar —un proceso mental que tiene que ver a la vez con lo pasado y lo presente—, pero que incluye la imaginación y la creatividad, léase: abunda en el oficio de saber narrar con soltura, logra escribir como si estuviera platicando.

Dice Patricia Galeana que los movimientos radicales, entre ellos el feminismo de los años sesenta, han permitido que una época en la que imperaba la fuerza, haya dado paso a una época de mayor tolerancia y respeto a la otredad; para ella el feminismo actual se da de manera más individual que colectiva, y en el proceso de liberación ha entrado paulatinamente la empatía de la sociedad.


En este sentido, el libro de Fernández MacGregor puede ser leído como una historia ejemplar de los logros de la mujer en el siglo XX.

Sus hermanas en este andar son Elena Poniatowska, Isabel Allende, Gaby Vargas, Guadalupe Loaeza. Todas ellas se han dedicado desde su trinchera, que es la escritura, a dar ejemplo. Como señoras de sociedad, rompieron convenciones; entre ellas, la prohibición de no hablar sobre la vida privada, contar sus atrevimientos, casarse más de una vez, amar a alguien más que a su marido. Dejan atrás el orgullo de ser de un solo un hombre, y por si fuera poco, salen al mundo laboral, ámbito de lo masculino, a ganarse la vida.

Según Elena de Hoyos,  escritora experta en temas de género, una de las formas que revelan la falta de oportunidad que se le da a la mujer es que el hombre actúa lo público y la mujer lo privado.  Mientras que el reino de los sentimientos, los hijos, la decoración, la cocina, la intimidad del hogar quedan a cargo de la mujer… el hombre se encarga de lo público, el poder, el dinero, lo económico. Sin embargo, a la mujer se le prohíbe hablar de la intimidad, a no ser que se trate de lo llamado ego-sintónico, lo que no incomoda, lo que es convencional, la crianza de los hijos, la moda, etc.

Se ha creído durante mucho tiempo que hablar de sus problemas vuelve a la mujer vulnerable; bajo esta perspectiva, se entiende que un libro como éste sí es revolucionario: la autora habla de sus intimidades a partir de categorías de pensamiento que estableció Simone de Beauvoir, evitando el lugar común. Por ejemplo, si ella no entendiera que el amor romántico nos quita autonomía, repetiría el linaje de las mujeres que creen que el amor debe hacernos renunciar a todo. Laura comienza por resignificar estas situaciones desde el primer capítulo, cuando nos habla del “Codo”, su primer marido, y sigue haciéndolo cuando nos cuenta su historia con El Pingüino, el segundo al que le firmó un “sí quiero”.
Transgrede el mandato de la discreción y emula a Virginia Woolf, a quien le debemos el haber manifestado públicamente –es decir, publicándolo— que a la mujer se le debe reconocer su capacidad de escribir. De 1929 es la famosa sentencia sobre la importancia de contar con dinero y “una habitación propia” para efectuar tal labor.

Uno de los asuntos que llama la atención es cómo ha logrado sobrevivir en el mundo patriarcal, feroz de los negocios. De rango social elevado y sin educación para ello, se quedó con lo que le gusta de dama y sacó las uñas para defenderse en un mundo en el que se suele abusar de la inocencia femenina. Además, en este libro se habla de dinero, un tema tradicionalmente masculino en la vida cotidiana y en la literatura.

Luego, está el gran asunto del sexo… Nos invita a pensar en un erotismo femenino y en cómo las mujeres tenemos introyectado ese sometimiento frente al varón que… sabe hacernos felices. La autora se refiere a su sexualidad en varias ocasiones, sin embargo, hay un breve capítulo dedicado a estos menesteres que resulta, además de divertido por su empleo de metáforas y la sugerencia de imágenes, aleccionador, porque termina mostrándonos que se puede sobrevivir al enamoramiento sin  ceder la comarca.

Pensando en todo esto, me pregunto si éste es un libro más para mujeres que para hombres, o si ayudará a una mejor comprensión de nosotras por parte de ellos, cosa que buena falta nos hace a todos.




María Helena Noval


twitter:@helenanoval

Cuernavaca y los amigos de la cultura



“Hay razones que la razón no entiende”, y una de ellas es la del amor. Ni las endorfinas ni la teoría de las patologías complementarias explican por qué nos juntamos unos con otros y nos hacemos ojitos.

Nada descifra el amor. Lo digo porque este fin de semana me la pasé en el centro de Cuernavaca viviendo una serie de experiencias culturales por razones de amistad. Sí, a los asiduos a las exposiciones, los conciertos, las presentaciones de libros, no sólo nos mueve el amor al arte.

Empezó el maratón cultural con la presentación que hizo el viernes por la tarde mi amiga Cecil Camil de Abe, del proyecto del Museo de Arte Sacro, un sitio de exhibiciones próximo a inaugurarse atrás de la capilla abierta de la Catedral. Siendo la presidenta de Adopte una Obra de Arte, ella trabaja por la cultura desde la sociedad civil, y aunque hubiera sido deseable que se hablara más del contenido del museo, que se mencionaran los títulos de las pinturas, que se hablara del criterio museológico que se seguirá, estoy segura de que nos preparará a los morelenses, en su momento, un informe más detallado sobre el criterio de selección y restauración a cargo del italiano Marco Certo, también destacado maestro de pintura de esta ciudad.

En “La Maga”, un restaurante con más de diez años de antigüedad en la calle de Morrow, vi la muestra de Alison Lee Shroeder y luego corrí al Callejón del libro, con mi amigo Miguel Palma, quien organizó la presentación del libro “Axochiapan”, de su sobrino Óscar Cortés Palma, bisnieto del militar zapatista Joaquín Palma. Allí estuvieron Édgar Castro Zapata, de la Fundación Herederos de Zapata, y varios amigos, entre ellos Carlos Lavín, Valentín López y Lya Gutiérrez, todos colaboradores de este periódico. El acto estuvo amenizado por la música de un pitero axochiapense dispuesto también a explicarse por medio de la palabra. El aguacero que nos cayó, en lugar de espantarnos, logró que, apretaditos, nos comiéramos los bocadillos invitados por dos escuelas cercanas.

Libros y música

Luego vino la presentación del libro de cocina de Carmen Mendoza Cámara, a cargo de mi admirado amigo, el historiador Pepe Iturriaga (entre otros), en la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda. Una delicia este libro porque incluye reflexiones sobre el cocinar, la comida, los sabores, los olores y el erotismo.  Este último asunto se explica, dijo Iturriaga, porque la misma boca que se usa para comer se usa para amar.
El domingo, disfrutamos la presentación del libro “Escritos Mexicanos” de Carlota de Bélgica en el mismo sitio, a cargo de los escritores Raúl Moncada, mi estimada colega Gloria Ceijka, Ángel Cuevas, quien ha desempeñado un estupendo papel a cargo del Fondo Editorial del ICM durante casi toda la gestión de la incansable Martha Ketchum, y el propio Pepe Iturriaga, autor de esta interesante investigación: la Carlota escritora, una faceta que ha venido siendo opacada por su locura y su mala suerte.

En la mesa se mencionó el hecho a partir de “Corona de Sombras”, de Usigli, y “Noticias del Imperio” ,de Fernando del Paso, pues estas obras abordan algunas de sus desdichas: pobrecita Carlota, creía que la iban a envenenar e imploraba el lejano amor.

Carlota escribió cartas, notas, discursos y memoranda que vale la pena leer porque trata, de manera directa, el México que no se sabía México. Dijo Moncada que fue mejor escritora que emperatriz, y creo que tiene razón.

La feria del libro del Borda, cada vez más visitada, estuvo animadísima por música y exhibiciones variadas, charlas y la venta de variopintos objetos. ¡Cómo me dio gusto ver al público entrar y salir de las salas del lugar que fuera hogar de Maximiliano y Carlota llevando libros, pensando en términos estéticos, saludándose entre sí!

Acercándose las seis de la tarde, y, con ello, la hora de la ópera en el Ocampo, me di cuenta de que la disposición de la gente para salir a la calle, buscar estacionamiento y pagar su entrada a los diversos espectáculos que ofrecerá la secretaría de cultura próxima a nacer va a tener mucho que ver con los lazos interpersonales que se cultiven, con el vínculo emocional que logre dicha institución con la gente ya comprometida con la cultura como público frecuente.  Se trata de la relación humana, además de lo político.


María Helena Noval
helenanoval@yahoo.com.mx
http://www.diariodemorelos.com/article/cuernavaca-y-los-amigos-de-la-cultura
twitter:@helenanoval
 

La cereza del pastel


Confieso que desde niña he sido preguntona, que la curiosidad me impulsa a hablar con media humanidad y que la gula intelectual es una de mis debilidades más persistentes: me encanta saber cosas. ¿Es esto lo que me convirtió en periodista?

Confieso que encontrarme con imágenes inéditas me produce un enorme placer y que las palabras bien puestas sobre el papel me conmueven mucho. ¿Es esto lo que me convirtió en periodista?

Confieso que frecuentemente me da algo parecido al Síndrome de Stendhal, caracterizado por la vivencia de una emoción extrema frente a la obra de arte. ¿Ese estado orgánico lo que me convirtió en periodista?

Confieso que lo novedoso me seduce y que me encanta darle de vueltas al fenómeno de lo visual, tratando de deslindar qué es arte y qué no lo es. ¿Es esto lo que me convirtió en periodista?

Confieso que el teclado me toma de las manos y no me suelta hasta que ambos sentimos que hemos declarado algo que le hacía falta al mundo escrito. ¿Es esto lo que me convirtió en periodista?

A casi 20 años de mi primer artículo publicado en Excélsior, no acabo de responder qué es lo que me ha llevado, semana tras semana, a cumplir con las entregas en tiempo y forma, a las diversas redacciones que han tenido fe en mí. El hecho de satisfacer, en alguna medida, la demanda de una “historia del arte escrita” del Estado de Morelos me compromete de una manera especial, porque en esta entidad no acaba uno de enfrentarse con un artista valioso, cuando la sorpresa de otra obra viene a despertar las ganas de la siguiente reflexión, las ansias de contagiar el asombro.

Escribir sobre arte, una labor que incluye la solicitud del creador, la lectura del boletín de prensa, la elaboración de la entrevista, la asistencia a la inauguración de la muestra y la premura del cierre de edición no es fácil; y no lo es no sólo por las presiones propias del oficio, sino porque en términos de lectoría, esta nota especializada pierde frente al comentario deportivo, el editorial político, la nota sobre espectáculos. Su provecho no se reconoce a las claras y esto duele. No hablemos ya de lo económico, porque hoy no se trata de llorar, sino de pensar el oficio que hoy se torna labor de altura mediante su elevación al grado de profesión, arte liberal venida de antaño.


Si bien es cierto que no es la crítica lo que hace vivir al arte, sí es cierto que ante la abrumadora oferta de obras existentes, este tipo de textos ofrece la posibilidad de ayudar en la selección de lo que vale la pena ver.  Considerado género híbrido, entre lo académico, lo literario y lo periodístico, este editorial especializado brinda luz a la vida cultural. Al enlistar valores éticos, estéticos, simbólicos, formales y materiales de la obra de arte y otros fenómenos culturales, el lector entiende más fácilmente el espíritu de su época.   

Pero como he venido confesando, este trabajo es en primera instancia íntimo: ¿Qué mueve, qué toca, en dónde me identifico con el creador?- es la primera cuestión que uno de hace frente al objeto en turno. Se trata, antes que nada, de acallar la conmoción que invade el sistema. Quienes creen que se trata de pura racionalidad y teoría lo que inspira al periodista cultural, se equivocan. Con esto se decora, no se construye un discurso amoroso. 

Escribir sobre arte es una manera de sanar frente al asombro –a veces casi doloroso- de  la inagotable creatividad humana, del descubrimiento del alma, del lenguaje revisitado, de la poética de las cosas del mundo.

A dos días de titularme como licenciada en periodismo, junto con otros colegas --varios de ellos de esta casa--, tecleo este texto confesional que quiere ser modesto, para explicar el contento que me provoca la labor periódica reconocida: de golpe me encuentro entre colegas, me sé parte de un mundo en el que era solo una invitada, me veo periodista y eso me hace feliz.  Gracias APECOMOR, FAPERMEX y SEP.  Ω


María Helena Noval


Twitter: @helenanoval