miércoles, 14 de octubre de 2015

Vas a ver: Museología y Curaduría: algunos comentarios

1. Estuve hace unos días en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, en el Auditorio Emiliano Zapata, para compartir mesa de charla con Jesús Nieto (profesor de tiempo completo de la Facultad de Artes), Antonio Outón (profesor de tiempo parcial de la misma facultad), Andrea Azpeitia (estudiante) y el público asistente al Congreso de Arte y Cultura titulado “Espacio”.
Comencé diciendo que una mesa convocada a partir del tema “Museografía y curaduría” estaba dejando de lado la labor del museólogo, el profesionista del museo, refiriéndome no al comisario de arte, que puede ser sinónimo de curador. Un museólogo es el experto en estudios, ordenamiento y conservación de los bienes custodiados dentro de ese espacio social que es el museo. Entre el curador y el museólogo puede estar la colección entera del museo como objeto de interés, es decir, el curador está regularmente más involucrado con un proyecto en particular, que en la valoración o administración del espacio. Por su parte, el museógrafo se encarga de hacer sensible la muestra de obras artísticas, especialmente piensa en la mirada del espectador, pues es el que más tiene que ver con el diseño, color, tipografía, etc., de los espacios.
Uno de las conclusiones a las que llegamos es que en esta sociedad del espectáculo -nombrada así por Guy Debord-, se piensan las exposiciones para llamar la atención, privilegiando lo espectacular o el ansia de evento teatral sobre el acto de contar una historia a partir de obras de arte, que eso es lo que debe ser una curaduría.

2. Ponía yo el ejemplo de dos casos de estudio en Morelos, me refiero al Museo de Arte Popular (dependiente de la Secretaría de Cultura) y al Museo de Arte Indígena Contemporáneo (dependiente de la UAEM), mal nombrado este último por tratarse de artes de factura tradicional, más que de artes contemporáneas lo que exhibe. Hablaba yo de que perteneciendo a un circuito que podría ser virtuoso, por estar ambos en el centro de la ciudad (público cautivo que pasea y consume entretenimientos en los alrededores por ser lugar turístico), no han encontrado el sabor que podría destacar la particularidad y la originalidad de sus colecciones.
Es decir, sin ánimos de ser críticos en mal plan, diríamos que a pesar de sus ventajas (ubicación, colección, publicidad, identidad, producción local y competitividad ventajosa con los estados vecinos), estos recintos culturales dejan qué desear por cuento respecta a su presupuesto, seguridad, oferta educativa, tratamiento de públicos específicos y número de visitantes).

3. Otro de los puntos de la mesa fue la desventaja, ya hablando de curaduría, del famoso “Art Speak” o lenguaje técnico especializado que hace farragosos los textos de sala de muchas exhibiciones, tornándose aún más pesada la deambulación porque falta lugar para descansar en los museos (los curadores privilegian las obras y no al público), en este sentido, no estuvo mal recordar el “Manual del Estilo del Arte Contemporáneo”, de Pablo Helguera (Tumbona, CNCA, 2013) o el “How to visit an Art Museum. Tips for a Truly Rewarding Visit”, de Johan Idema (Bis Publishers, Amsterdam, 2014) porque ambos libros abordan con sentido del humor el mundo de esas empresas culturales, de las que a veces salimos más cansados y confundidos de lo que entramos.

4. Lo interesante de un encuentro como este congreso es que pueden lograrse desde documentos que ayuden a posicionar a los practicantes del arte en el universo nacional o internacional del arte y hasta podría influirse en las políticas públicas a la hora de generarse espacios como el Museo Juan Soriano, que el gobierno morelense está construyendo por estos días.

5. Finalmente comenté que es importante que el gestor de muestras artísticas piense su proyecto a partir de la intuición y de la imaginación, con la idea de transformarlo en una narrativa o visión personal. Resulta básico que ese conjunto de obras y su diálogo con el espectador sea posible, además de que cada muestra debe tratarse como un proyecto social.
Como consejo al calce pedí no olvidar el libro de visitas, porque éste suele ser un depósito interesante de opiniones públicas y también sugerí “molestar al artista”, es decir, abordarlo con preguntas cuando sea el caso de que esté en el sitio de la exposición, porque puede darse un “tras bambalinas” interesante.
Se me olvidó ese día hablar de las diversas miradas que inciden en la visita al museo, me refiero a la del facilitador o guía, la del experto, la del simple cazador de experiencias, la del recargador de baterías y la del artista, porque todas son diferentes e inciden en la historia de estas disciplinas, pero esa es otra historia. FIN.

Artículo publicado por: Diario de Morelos
Por: María Helena González
Correo electrónico: helenanoval@yahoo.com.mx


2 comentarios:

  1. Interesante crítica sobre la actividad de los museos y las exposiciones ,denota un gran conocimiento , felicitaciones .
    muy interesante el tema de las diversas miradas que inciden en la visita al museo, aguardo poder leerlo.
    mi actividad es en letras y sostengo que también hay distintas miradas y escuchas en las actividades poéticas o narrativas , cómo satisfacer a un público diverso , es una cuestión muy bien señalada en el punto 5.
    saludos cordiales
    Marisa Aragón Willner

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  2. Gracias por leer y comentar.

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