lunes, 30 de agosto de 2010
Cómo ser culto y no morir en el intento
El presente conjunto de sugerencias quiere ser una de las recetas básicas para el museum goer feliz.
Entre “ser” y “parecer” hay una enorme diferencia que no se reduce a posturas filosóficas o de elevada tertulia: llevado a terrenos más prácticos, el asunto adquiere una enorme relevancia: ¿Ser o no ser…en sociedad? ¿Hacerla o no hacerla en un medio que nos exige más preparación cada día?
Y es que “parecer cultos” no nos resuelve el problema: el aprendizaje de dos o tres frases lustrosas y un par de poses pseudocientíficas nos llevará al fracaso tarde o temprano: basta recordar los resbalones de ciertos políticos al mencionar autores o querer manipular piezas que forman parte del ámbito de lo sagrado para comprobarlo.
Se trata en cambio, de poder asistir a las salas del museo y saber qué hacer, qué decir y cómo enfrentarnos a esa desconocida que está frente a nosotros y que se ha dado en llamar obra artística y que se nos presenta de golpe, sin darnos más elementos para su comprensión que los propios: el color, las formas, la composición, el material. Claro está que existen las cédulas o fichas técnicas, esos pedacitos de foambord que indican quien hizo la pieza, en qué año y por medio de qué técnica. La cuestión es que los datos ayudan con la información, pero estar informados no es ser cultos y es allí en donde empieza el problema. ¿Qué debemos hacer entonces? Antes que nada, abrir bien los ojos y esquivar las cédulas porque implica una muy mala costumbre acercarse a ellas sin dedicarle el suficiente tiempo a la creación humana más humana de todas, que es la obra de arte. Dedíquese a contar en su próxima visita a cualquier templo del arte, a todos aquellos que sólo ven cédulas y no toman en cuenta las piezas a las que se refieren y verá el tamaño del desatino al que me refiero.
Si usted es culto de verdad, mejor haga un comentario culto. Respire hondo y pregúntese qué le dice la pieza, desnúdela, seguro encuentra declaraciones muy lúcidas. He aquí el consejo de los iconógrafos, aquellos que se dedican a estudiar imágenes: “Lo primero que hay que hacer, sin miedo, es una lectura rápida (las imágenes se leen, queridos amigos) para tratar de entender el tema de la pieza”. ¿Que es abstracta? No importa, aún en esos casos las obras de arte tienen mucho que contarnos si sabemos escucharlas; por ejemplo ¿Nos transmite alegría o tristeza? ¿Se ve que el autor la pensó mucho o es el resultado de un impulso pasional? ¿Nos refiere a un tema ya conocido aunque sea tangencialmente? ¿Se trata de una pieza geométrica que nos remite a valores matemáticos?
A estas alturas, ha de saberse de cajón, que el arte abstracto es diferente en cada autor y que por más que quiera copiarse, cada estilo es irrepetible y demuestra el alma de su creador. Piénsese, por ejemplo, en la contemplación serena y el valor del color en los que pensó Mark Rothko frente al impulso vital de Jackson Pollock.
Pasado el trago amargo del arte abstracto --nunca falta aquel que dice “Mi hijo de 4 años pinta mejor”, “Esto no lo entiendo, qué quiso decir el autor” “Esas son jaladas, yo lo hago en 5 minutos” y un interminable etc., de sandeces--, me regresaré un poco para explicar el abecé básico de la sala clásica de exhibiciones.
El ABC
Antes que nada hay que decir que el texto grandote, en el que suelen aparecer algunas explicaciones, la biografía del pintor y los agradecimientos institucionales, se llama “Hoja de sala” y está allí para que lo leamos y nos enteremos de la información básica. Una vez leído el rollo, que suelen ser alrededor de dos páginas compiladas en una sola, grandota, debemos pasar a ver la muestra –saltándose las cédulas lo más que se pueda, ya dije— y haremos comentarios personales cuando se pueda. Aquí lo importante es dejar claro que los mismos no deben indicar más que lo que sentimos frente a una obra de arte, así sea nada; no en balde se la pasó el artista horas o una vida haciendo cositas para que uno no sea capaz de entender un pedacito de su idea general, no hay que ser.
Por último: una retrospectiva se refiere a la presentación del trabajo realizado a lo largo de muchos años por parte de un autor; una colectiva es, desde luego, el montaje de un cúmulo de obras de varios artistas y puede haberse colgado temáticamente o por épocas. ¡Ah! Y cuando se trata de una muestra temática, entonces dedíquese a mirar cómo han cambiado los estilos y las miradas de cada hombre o mujer que se ha detenido en un asunto por un rato.
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Qué razón tienes!! La mayoría de nosotros vamos a un museo y rondamos por la sala, "observando" las obras de arte por menos de 30 seg, es más cómodo ver la ficha técnica...
ResponderEliminarDe ahora en adelante, cada que vaya a un museo (que he de confesar que no es muy seguido) "leeré las imágenes"
Besos y mucho éxito.
Paola
This article really describes most of the people and it actually helps them understand the proper way of how to read the paintings and analyze them, instead of just recognizing the main idea. The fact, like you said that most people go to seem more cultural, is true and it helps us realize what aspects we should change in our visits to museums.
ResponderEliminarJulia f.
ser culto va mas alla de saber apreciar una obra de arte
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