martes, 16 de marzo de 2010
La crítica de arte como homenaje al tío Manuel
Comencé a escribir textos sobre arte de manera obligatoria. Siendo esposa y madre (ahora tengo tres hijos), no me quedó otro camino que el de seguir mi vocación natural –la reflexión estética— desde el escritorio ubicado a unos pasos de la cuna, la cama, la cocina, el coche, la escuela, el super, los libros… Los libros, que siendo depositarios de la palabra escrita, por la que se tuvo un gran respeto en mi casa, terminaron por brindarme las respuestas anheladas a muchas de las interrogantes de la vida. Y vaya que la vida ofrece interrogantes. Benditos libros, por eso los compro ¿compulsivamente? Y los leo, los consumo, los agoto, los uso, me los bebo lo más que puedo.
Decidida pues por el texto como expresión profesional, las visitas hechas a los talleres de algunos artistas y los muros de mi propia casa me facilitarían el material primario, pensé. Los viajes completarían el requisito de la visualidad enriquecida y ahora sólo tenía que dedicarme a estudiar incesantemente. Lo demás vendría solito. Ilusa de mí, eso deduje entonces, antes de sumar más de 15 años tratando de ganarme a los editores, poniéndole corazón a las entrevistas, persiguiendo artistas, hablando a galerías y museos, cobrando mucho menos de lo esperado. Conformarme con la vida efímera de la publicación en turno me ha costado más trabajo de lo que cualquiera puede imaginarse, por eso le entré al texto más largo. Los tres libros publicados, son sólo el comienzo de la lista que he ido alargando año con año. Afortunadamente ya no copio cédulas ni mal fotografío las obras; la web y los departamentos de prensa de los museos cooperan más conmigo, o yo ya aprendí a facilitarme la vida. Ya hice colmillo.
…
¿Pero por qué pongo esto si fue desde mucho antes que me sentí obligada a escribir? Y uso el calificativo “obligada” de nuevo ya que implica más pesares que gozo. Y es que soy yo la culpable, la que se echó a cuestas la carga de sacar adelante la historia familiar. ¿Qué clase de tarea es esta que incide en el mundo de los muertos y dialoga con un pasado diferente para todos?
Quienes contamos con algún artista en la familia, entendemos más el mundo a partir de lo sensible, los ideales románticos y la reflexión estética. Eso lo he platicado con algunos colegas descendientes de creadores y no tiene vuelta de hoja. Lo que uno oye se graba en el alma. Forma criterio. Creo que agregaré otro libro a mi lista, éste versará sobre el particular mundo de las relaciones familiares de los productores de obras de arte. Por el momento, sólo diré que el lenguaje cotidiano se contamina con expresiones culteranas, que termina uno juntándose con los llamados intelectuales y que el arte pasa a ser un mundo que hay que aprender a torear. ¿Por qué “torear”? Porque si en algunos casos la relación viene dada por el mercado del arte, sucede que en el mío vino dada por el afán de hacerle justicia al tío Manuel, a quien otros, en el afán de lograrle prestigio, estaban en cambio desprestigiando por haberle hecho el favorcito de la patrografía del arte.
En términos vulgares, diría entonces, que la figura de Manuel González Serrano, el hermano mayor de mi padre Alfonso, estaba posicionándose en el mundo del arte con un halo amarillote, una reputación que había que limar y adecuar a la realidad.
No es que yo quisiera maquillarla (la realidad) o deshacerme de los recuerdos que lo retratan como a un ser enfermo (de alcoholismo), sino que quería –y quiero fervientemente—hacerle justicia a su talento, enfatizar la importancia de su obra pictórica dentro de la historia del arte mexicano. Hablar de influencias, concomitancias, curiosidades, aciertos.
…
Sí, desde muy niña fui consciente de que me relacionaba con el imaginario de Manuel, el tío pintor, el estrafalario de la familia, de una manera muy especial, de una manera que requería desahogo. Lo vivido frente a su trabajo emotivo-plástico --muy emotivo, muy artístico— ha pasado a formar parte de mis obsesiones y eso, en términos de vida tiene que desembocar en trabajo creativo si uno pretende devolverle vida a la vida. Por eso, en este blog, insistiré en algunos aspectos relacionados con su imaginario y la llamada Escuela Mexicana de Pintura, el surrealismo a la mexicana, la Pintura Metafísica o simplemente la fantasía que puebla su arte y el de los demás.
¿Qué si tengo facilidad para la pintura y el dibujo? Claro está que sí. Nadie puede hablar del baile si no ha ido a la fiesta, nadie puede hablar del picor del chile si no se ha llevado una buena escaldada de lengua. Sólo que en algún momento del camino decidí no atreverme a pintar por respeto a un oficio que requiere de una entrega total y un tiempo que jamás encontré.
Habrá quien me diga que será porque no heredé el talento del tío, puede ser. Pero a tal pregunta yo contestaría con un simple ¿y qué? Si lo que heredé fue la pasión por la imagen pintada, el gozo del museo, el placer de la escultura. Hoy sé que lo que más me gusta en la vida es traducir en palabras el sentir de unos, la intención de otros, la emoción del color bien puesto, la carga de lo sublime encontrado. Eso es lo que soy yo y mis textos, cientos de ellos, no hacen más que ampliar lo que aquí apunto: no se puede vivir como si la belleza no existiera
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Felicidades por la lucha y a la vez placer por difundir, ponderar y engalanar la obra del maestro González Serrano, un gusto seguirle y ver el trato de los temas referentes al pintor Laguense.
ResponderEliminarSoy José Antonio Jiménez Torres, tuve el privilegio de conocerle en el Museo Casa Diego Rivera, (lugar dónde doy mis servicios y me saqué una foto con usted :) )a través del amigo, Ingeniero y Director del Museo. nuevamente saludos y realmente me gustaría meterme mas a fondo respecto al master MGS.