lunes, 9 de noviembre de 2020

Vas a ver: Biden, Trump y el alma de los norteamericanos

 1.

Pocas cosan ilustran más la animadversión que generaba el estilo de quien dejará la presidencia de nuestro país vecino, como la que manifestaron dos ancianas en el Museo Metropolitano de Nueva York, hace poco, al preguntarles por la ubicación de una de las muestras temporales: “bienvenida a nuestro país, nosotras no estamos de acuerdo con Trump, he is not a nice person”, me dijeron. Como si de entrada tuvieran que disculparse conmigo por mi nacionalidad. Y es que como él no hay dos. Durante su gobierno se encargó de hacerse repulsivo en todos sentidos. Fue malmodiento, grosero, mentiroso, invasivo, entrometido e inculto.
No. Trump no reflejaba el alma de los norteamericanos, por más que en su discurso metiera como con calzador, frases “políticamente correctas”, mandatos oficiales, esquemas pensados para el negocio. Trump es un niño berrinchudo, maleducado.
2.
Dice Clotaire Rapaille en su multicitado libro titulado “El Código cultural”, que la noción que representa la cultura norteamericana es la adolescencia, que los valores asociados a esta etapa de la vida son los ideales de los norteamericanos: recuerde usted que a los jovencitos se les da el cambio de humor constante, centrarse en el ahora, desafiar la autoridad, adorar el cuerpo esbelto, escultórico, musculoso y blanco y equiparar el amor con sexo. Lo que fascina a los fans de Bill Clinton, Tom Cruise, Michael Jackson, Mike Tyson y Venus Williams es su resistencia a crecer, dice Rapaille. Siempre son jóvenes de corazón, locos arriba y abajo, inconformes constantes. Por algo “los estadounidenses se inventaron el concepto de la guerra de los sexos”, concluye, al recordar la pasión de los mismos por la violencia.
3.
La edición semanal internacional de “The New York Times”, del 31 de octubre abre con un artículo que aborda un asunto aparentemente significativo. Tanto Trump como Biden insistieron en el concepto ALMA en sus campañas. El primero habló de su fe en Dios todopoderoso, mientras que el segundo dijo que había que demostrarle al mundo que su país sigue siendo un faro de luz. Pero ninguno de los se distinguió por apostarle a la cultura como vía de salvación.
“El que la elección se haya convertido en un referéndum sobre el alma de la nación, sugiere que en un país cada vez más laico, votar se ha convertido en un reflejo de la moralidad individual, y que el resultado depende en parte de cuestiones espirituales y filosóficas que trascienden la política. ¿Qué exactamente es el alma de la nación?  ¿Cuál es su estado? ¿Y qué significaría salvarlo?”, dice la articulista Elizabeth Dias https://www.nytimes.com/es/2020/10/17/espanol/estados-unidos/trump-biden...
Considerada en casi todas las religiones del mundo como sinónimo de respiración, la noción de alma resuena en una nación afectada por una pandemia que afecta el sistema respiratorio y su sistema policial, que ataca a las personas negras que exclaman “no puedo respirar”, similar al lema que empleara el reverendo Martín Luther King Jr., “para salvar el alma de Estados Unidos” en la década de los cincuenta.
4.
Estando Biden a la cabeza, valdría la pena recordar que los demócratas representan a una clase social que valora la súper formación profesional y los estudios avanzados. Resultado de una clase cada vez más poblada, gracias al ascenso de la economía posindustrial, la meritocracia demócrata de “cuello blanco” tiende a olvidarse de los trabajadores, “los de cuello azul”.
“No preocupan mucho por la desigualdad”, dice Victor Lenore en un artículo publicado en Vozpópuli (https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/biden-elecciones-eeuu_0_140686...). El capitalismo desregulado genera un mundo hostil para los más vulnerables, entre ellos el 60% de la población norteamericana, que no ostenta un título profesional (Trump dijo un día: “I love the poorly educated”.)
Así las cosas, tal parece que las grietas por las que se meterá la inconformidad contra el próximo presidente de los Estados Unidos serán las mismas por las que perdió Trump: la falta de “cultura de la cultura”, porque por más que los demócratas sean tecnócratas, en su discurso no entraron ni la sensibilidad, ni la poesía, ni las artes plásticas. Mucho menos el gran capital que representan sus enormes museos, depositarios de importantísimas obras de arte de todos los tiempos.
Como suele suceder, porque la cultura nunca ha sido sinónimo de capital político, ambos candidatos se olvidaron de lo mejor del alma humana: la capacidad de ver al otro en nosotros, la capacidad de mostrar empatía, propia del arte. FIN

Por María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

https://www.diariodemorelos.com/noticias/vas-ver-biden-trump-y-el-alma-de-los-norteamericanos


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