lunes, 23 de noviembre de 2020

Vas a ver: PEF cultural 2021: para llorar

 1.

El tema es de obligada reflexión para quienes formamos parte del sector cultural, pero también para todos los mexicanos, debido a que el aprovechamiento de nuestro derecho a la cultura se verá afectado por el sustantivo recorte del presupuesto asignado al ramo 48 del Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año (PEF 2021).
Dicen los optimistas que la creatividad extrema tendrá que imponerse, que de algún modo la condición humana es inseparable del arte (y lo espiritual diría Kandinsky) y que el mundo no se acabará. Que habremos de seguir generando exposiciones, montajes de teatro, presentaciones de libros, danza, artesanías y demás intentos de embellecimiento del mundo (además de los indispensables chispazos de consciencia propios del arte), porque la creatividad no depende ni de la Ley de Planeación del Gasto Público, ni del mundo pospandemia que nos está tocando vivir.
Del otro lado están los muy enojados, como la crítica de arte Avelina Lésper, que asegura que habremos de apagar la luz de los museos, porque no habrá ni para el pago de los servicios más indispensables como pintura de mamparas, la fumigación, las cámaras de vigilancia, las contrataciones de técnicos y servicios profesionales, además de las curadurías, el transporte de obra, etc. 
Mediando están los moderados, como el especialista Carlos Villaseñor, que propone que la factibilidad del trabajo en pro de la cultura dependerá de los vínculos con la sociedad civil. Habremos de estirar la mano, hacer sinergias, dejar los centralismos y voltear a las formas de vida periféricas. En pocas palabras, recurrir a gestiones alternativas que no dependan del gobierno, como ha venido sucediendo tradicionalmente desde el siglo XIX (de la historia de los patrocinios procedentes de las monarquías y la Iglesias ya ni nos acordamos).
2.
En el mismo marco del análisis del “austericidio”, se dio el miércoles pasado, el informe de Alejandra Frausto a la Cámara de Diputados, siendo la instancia facultada para autorizar los recursos propuestos por el Ejecutivo. Durante las intervenciones de una y otros, no faltaron las frases triunfalistas de la política cultural, pero tampoco quienes cuestionaron fuertemente la gran tajada del pastel que se llevará el mega desarrollo de Chapultepec: 3508 mdp (25% del presupuesto para el sector).
Con calificativos como “es vergonzoso” y descalificaciones como “se esperaba que usted fuera la interlocutora y resulta que no cumplió su función, dejando a los vaivenes del mercado a la cultura, en lugar de arroparla” cuestionaron los diputados acremente a la titular de la secretaría federal.
Y es que los números son claros: si bien habrá un aumento para el ejercicio venidero, porque de $13517 mdp (2020) pasamos a $13985 mdp (2021), con un incremento de $467 mdp equivalente al 3.46% que compensa la inflación, le restarán a cada uno de los programas y objetivos de la S.C. porcentajes diversos que llegan al 100%, siendo las direcciones de vinculación cultural (menos 86%) y fomento a la lectura (menos 32%) dos de los sectores más afectados, además de la reducción del 21% del gasto operativo, necesario para el funcionamiento indispensable de las diversas áreas de la dependencia.
3.
¿Qué otra cosa duele? Que por miedo la gente no aprovecha lo que sí se puede aprovechar en esta época. Y es que hay museos abiertos, pero con poco público, como le dijo a la secretaria Frausto el Diputado Carlos Alberto Morales (sin partido). A lo que ella respondió: “debemos congratularnos, porque la oferta digital aumentó muchísimo y logramos generar públicos nuevos”.
Y sí, hoy somos materia digital y vivimos muy encerrados en nuestros aparatos electrónicos, pero no debemos perder la esperanza de que un día, al salir a la calle podamos encontrar rehabilitados los edificios dañados por los sismos de hace tres años y en operación las casi 200 zonas arqueológicas con las que contamos, pues hoy hay sólo 41 abiertas. Los derechos culturales son derechos humanos, pero los inmuebles también tienen derecho a seguir existiendo. Ojalá el destino no los alcance, como ha sucedido con tantos compatriotas por el maldito COVID. FIN 

Por María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

https://www.diariodemorelos.com/noticias/vas-ver-pef-cultural-2021-para-llorar

lunes, 9 de noviembre de 2020

Vas a ver: Biden, Trump y el alma de los norteamericanos

 1.

Pocas cosan ilustran más la animadversión que generaba el estilo de quien dejará la presidencia de nuestro país vecino, como la que manifestaron dos ancianas en el Museo Metropolitano de Nueva York, hace poco, al preguntarles por la ubicación de una de las muestras temporales: “bienvenida a nuestro país, nosotras no estamos de acuerdo con Trump, he is not a nice person”, me dijeron. Como si de entrada tuvieran que disculparse conmigo por mi nacionalidad. Y es que como él no hay dos. Durante su gobierno se encargó de hacerse repulsivo en todos sentidos. Fue malmodiento, grosero, mentiroso, invasivo, entrometido e inculto.
No. Trump no reflejaba el alma de los norteamericanos, por más que en su discurso metiera como con calzador, frases “políticamente correctas”, mandatos oficiales, esquemas pensados para el negocio. Trump es un niño berrinchudo, maleducado.
2.
Dice Clotaire Rapaille en su multicitado libro titulado “El Código cultural”, que la noción que representa la cultura norteamericana es la adolescencia, que los valores asociados a esta etapa de la vida son los ideales de los norteamericanos: recuerde usted que a los jovencitos se les da el cambio de humor constante, centrarse en el ahora, desafiar la autoridad, adorar el cuerpo esbelto, escultórico, musculoso y blanco y equiparar el amor con sexo. Lo que fascina a los fans de Bill Clinton, Tom Cruise, Michael Jackson, Mike Tyson y Venus Williams es su resistencia a crecer, dice Rapaille. Siempre son jóvenes de corazón, locos arriba y abajo, inconformes constantes. Por algo “los estadounidenses se inventaron el concepto de la guerra de los sexos”, concluye, al recordar la pasión de los mismos por la violencia.
3.
La edición semanal internacional de “The New York Times”, del 31 de octubre abre con un artículo que aborda un asunto aparentemente significativo. Tanto Trump como Biden insistieron en el concepto ALMA en sus campañas. El primero habló de su fe en Dios todopoderoso, mientras que el segundo dijo que había que demostrarle al mundo que su país sigue siendo un faro de luz. Pero ninguno de los se distinguió por apostarle a la cultura como vía de salvación.
“El que la elección se haya convertido en un referéndum sobre el alma de la nación, sugiere que en un país cada vez más laico, votar se ha convertido en un reflejo de la moralidad individual, y que el resultado depende en parte de cuestiones espirituales y filosóficas que trascienden la política. ¿Qué exactamente es el alma de la nación?  ¿Cuál es su estado? ¿Y qué significaría salvarlo?”, dice la articulista Elizabeth Dias https://www.nytimes.com/es/2020/10/17/espanol/estados-unidos/trump-biden...
Considerada en casi todas las religiones del mundo como sinónimo de respiración, la noción de alma resuena en una nación afectada por una pandemia que afecta el sistema respiratorio y su sistema policial, que ataca a las personas negras que exclaman “no puedo respirar”, similar al lema que empleara el reverendo Martín Luther King Jr., “para salvar el alma de Estados Unidos” en la década de los cincuenta.
4.
Estando Biden a la cabeza, valdría la pena recordar que los demócratas representan a una clase social que valora la súper formación profesional y los estudios avanzados. Resultado de una clase cada vez más poblada, gracias al ascenso de la economía posindustrial, la meritocracia demócrata de “cuello blanco” tiende a olvidarse de los trabajadores, “los de cuello azul”.
“No preocupan mucho por la desigualdad”, dice Victor Lenore en un artículo publicado en Vozpópuli (https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/biden-elecciones-eeuu_0_140686...). El capitalismo desregulado genera un mundo hostil para los más vulnerables, entre ellos el 60% de la población norteamericana, que no ostenta un título profesional (Trump dijo un día: “I love the poorly educated”.)
Así las cosas, tal parece que las grietas por las que se meterá la inconformidad contra el próximo presidente de los Estados Unidos serán las mismas por las que perdió Trump: la falta de “cultura de la cultura”, porque por más que los demócratas sean tecnócratas, en su discurso no entraron ni la sensibilidad, ni la poesía, ni las artes plásticas. Mucho menos el gran capital que representan sus enormes museos, depositarios de importantísimas obras de arte de todos los tiempos.
Como suele suceder, porque la cultura nunca ha sido sinónimo de capital político, ambos candidatos se olvidaron de lo mejor del alma humana: la capacidad de ver al otro en nosotros, la capacidad de mostrar empatía, propia del arte. FIN

Por María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

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lunes, 2 de noviembre de 2020

Vas a ver: Arturo Rivera, neoacadémico, neobarroco. In Memoriam.

 1

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La obra de Arturo Rivera no es fácil, está habitada por seres alucinantes, por encuerados amenazantes, por gente desolada. Todos de frente, todos enseñándonos las manos, la mirada endurecida. Inolvidables. Además, la paleta que usa, de tierras y fríos, no ayuda mucho a alegrarnos. Y sin embargo, lo primero que uno dice es: “Pero qué bien pinta este hombre”.

Caravaggio fue el que empezó con estas cosas, pero él es de los pocos que en México le dio un toque especial a lo que podríamos definir como “neobarroco” o, haciéndole caso a la etiqueta que él mismo se colgó “neo-academicismo”. En varias ocasiones se ocupó de diferenciar lo académico de los realismos.

De la pintura de Rivera hablo hoy, porque el pintor acaba de dejar este plano terrenal.

2. 

Tipo sumamente nervioso y de personalidad controvertida, Rivera se  destacó por ser uno de los pintores mejor cotizados y más admirados de los últimos años, aunque una conocida crítica de arte haya expresado llorando el viernes, que el pintor se había ido sin el reconocimiento debido. Lo cierto es que Rivera expuso en diversos foros artísticos nacionales e internacionales y su fortuna crítica es abundante.

Alberto Ruy Sánchez, describió su estilo como un “realismo de intensidades”, a lo cual habría que añadirle que su pintura se inscribe en la historia del arte a partir de la negación de los lugares más comunes.

Fiel a sí mismo, sumamente congruente, Rivera no se andaba por las ramas y no se atemperó con la edad. Su preocupación por la condición humana y lo sórdido encendían su creatividad. No se me olvida lo que me dijo un día: “Cuando pinto no sufro. No padezco al crear a esos personajes y atmósferas cargadas de patetismo. Es el receptor en su momento el que ve los cuadros así, hay incluso quien los ha tenido en su casa y luego me dice que no puede vivir con ellos. Yo siento que soy vital, tengo esperanza en el hombre, pero no puedo negar las cosas y manifiesto el mundo como lo veo.”

Sobre sus autorretratos también podríamos hablar largo y tendido, porque aunque no pretendía hacer de primera intención una obra autobiográfica, su rostro imperioso, dominante y avasallador, termina por requerir nuestra mirada e invitarnos a tratar de descifrar la suya. 

En fin, que con Rivera tenemos un excelente ejemplo de lo que la razón y la locura pueden lograr si se unen. Dicho de otro modo, y recordando a Gaston Bachelard, diríamos que el proceso creativo caracterizado por unir estas dos potencias del intelecto humano, el pensamiento racional y la imaginación, se manifiesta pocas veces con tanta pasión como con Rivera. Un pintor que tuvo que luchar con los consumos de enervantes, también hay que decirlo.

3.

Arturo Rivera nació el 15 de abril de 1945 en la Ciudad de México, estudió pintura y grabado en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM (San Carlos), luego en Londres y más adelante en Nueva York (1976-79) y Alemania (1980-81). Por cierto que como muchos artistas, en Nueva York se vio en la necesidad de producir imágenes “a la manera de” para poder sobrevivir.

Invitado por el pintor Mac Zimmermann a Alemania, Rivera se puso en contacto en las grandes galerías y en los museos bebió de los grandes de la historia del arte, entre ellos Hans Holbein y Alberto Durero y aprendió algunas técnicas pictóricas poco comunes en la actualidad, lo cual le imprimió un sello particular a su obra.

4.

Querido lector, le deseo mucha salud a usted, que me hace el favor de leerme en este significativo día dedicado a los difuntos. Pienso especialmente en las víctimas del COVID 19. 

Si le nace escribirme, por favor hágalo, prometo responderle muy pronto.

Por:  María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

https://www.diariodemorelos.com/noticias/vas-ver-arturo-rivera-neoacad-mico-neobarroco-memoriam