1.
El tema es de obligada reflexión para quienes formamos parte del sector cultural, pero también para todos los mexicanos, debido a que el aprovechamiento de nuestro derecho a la cultura se verá afectado por el sustantivo recorte del presupuesto asignado al ramo 48 del Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año (PEF 2021).
Dicen los optimistas que la creatividad extrema tendrá que imponerse, que de algún modo la condición humana es inseparable del arte (y lo espiritual diría Kandinsky) y que el mundo no se acabará. Que habremos de seguir generando exposiciones, montajes de teatro, presentaciones de libros, danza, artesanías y demás intentos de embellecimiento del mundo (además de los indispensables chispazos de consciencia propios del arte), porque la creatividad no depende ni de la Ley de Planeación del Gasto Público, ni del mundo pospandemia que nos está tocando vivir.
Del otro lado están los muy enojados, como la crítica de arte Avelina Lésper, que asegura que habremos de apagar la luz de los museos, porque no habrá ni para el pago de los servicios más indispensables como pintura de mamparas, la fumigación, las cámaras de vigilancia, las contrataciones de técnicos y servicios profesionales, además de las curadurías, el transporte de obra, etc.
Mediando están los moderados, como el especialista Carlos Villaseñor, que propone que la factibilidad del trabajo en pro de la cultura dependerá de los vínculos con la sociedad civil. Habremos de estirar la mano, hacer sinergias, dejar los centralismos y voltear a las formas de vida periféricas. En pocas palabras, recurrir a gestiones alternativas que no dependan del gobierno, como ha venido sucediendo tradicionalmente desde el siglo XIX (de la historia de los patrocinios procedentes de las monarquías y la Iglesias ya ni nos acordamos).
2.
En el mismo marco del análisis del “austericidio”, se dio el miércoles pasado, el informe de Alejandra Frausto a la Cámara de Diputados, siendo la instancia facultada para autorizar los recursos propuestos por el Ejecutivo. Durante las intervenciones de una y otros, no faltaron las frases triunfalistas de la política cultural, pero tampoco quienes cuestionaron fuertemente la gran tajada del pastel que se llevará el mega desarrollo de Chapultepec: 3508 mdp (25% del presupuesto para el sector).
Con calificativos como “es vergonzoso” y descalificaciones como “se esperaba que usted fuera la interlocutora y resulta que no cumplió su función, dejando a los vaivenes del mercado a la cultura, en lugar de arroparla” cuestionaron los diputados acremente a la titular de la secretaría federal.
Y es que los números son claros: si bien habrá un aumento para el ejercicio venidero, porque de $13517 mdp (2020) pasamos a $13985 mdp (2021), con un incremento de $467 mdp equivalente al 3.46% que compensa la inflación, le restarán a cada uno de los programas y objetivos de la S.C. porcentajes diversos que llegan al 100%, siendo las direcciones de vinculación cultural (menos 86%) y fomento a la lectura (menos 32%) dos de los sectores más afectados, además de la reducción del 21% del gasto operativo, necesario para el funcionamiento indispensable de las diversas áreas de la dependencia.
3.
¿Qué otra cosa duele? Que por miedo la gente no aprovecha lo que sí se puede aprovechar en esta época. Y es que hay museos abiertos, pero con poco público, como le dijo a la secretaria Frausto el Diputado Carlos Alberto Morales (sin partido). A lo que ella respondió: “debemos congratularnos, porque la oferta digital aumentó muchísimo y logramos generar públicos nuevos”.
Y sí, hoy somos materia digital y vivimos muy encerrados en nuestros aparatos electrónicos, pero no debemos perder la esperanza de que un día, al salir a la calle podamos encontrar rehabilitados los edificios dañados por los sismos de hace tres años y en operación las casi 200 zonas arqueológicas con las que contamos, pues hoy hay sólo 41 abiertas. Los derechos culturales son derechos humanos, pero los inmuebles también tienen derecho a seguir existiendo. Ojalá el destino no los alcance, como ha sucedido con tantos compatriotas por el maldito COVID. FIN
Por María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com