lunes, 25 de julio de 2016

Morelos, las mandrágoras y Ethel Krauze

1.
Se entiende que como narradora y poeta, Ethel Krauze esté capacitada para traducir en palabras lo que siente, sin embargo, a partir de la lectura de su más reciente publicación -"El país de las mandrágoras” (Alfaguara)-, se percibe este entrenamiento como un proceso más complejo de lo que pudiera parecer. Y es que como llegamos a comprender a lo largo de la lectura, hay veces que los sentimientos son tan abrumadores, de tan pesarosa calidad, que tienen que salir de viva voz del  padece, no de la voz de un narrador omnisciente: dicha estrategia literaria llama la atención –y agarra el alma desde el principio- porque el que habla es Adrián Galindo, un descuartizado que relata su propia tortura y muerte.

La novela comienza con la descripción de su agonía, pero poco a poco vamos conociendo su vida, la preocupación de Gilda, su novia y el contexto social que permite esta atrocidad. Además –y es lo que trae dedicatoria para los morelenses- está el hecho de que nuestro estado es el probable escenario de una violencia que rebasa lo intolerable.

En el andar por las páginas nos enteramos asimismo de que el joven narrador-víctima (ficcional) es compañero de destino de Juan Francisco Sicilia Ortega, el hijo del poeta Javier Sicilia, quien ha llegado a afirmar que aquí los muertos son los que hablan, mientras los vivos callamos.

2.
Como producto cultural, un libro tan trabajado por la Doctora en Literatura Ethel Krauze debe poder ofrecernos además otras lecturas formales y lo hace. Al incluir voces que nacen de supuestos blogs, correos electrónicos, programas de radio y mensajes de texto, la autora está jugando con la noción de transtextualidad, una manera de leer y de escribir literatura, que aprovecha como modelo la manera en la que el mundo se comunica hoy en día.

Sustituir con estos discursos los diálogos de la novelística a la que estamos acostumbrados no debió ser fácil para la escritora, pero menos lo es para el lector que suele acudir al libro de papel para encontrar la dosis de imaginación que ofrece la ficción: estamos acostumbrados a sentarnos frente a la computadora y a saltar entre textos procedentes de varios medios para hacernos una propia y fragmentada idea del mundo real, pero no estamos acostumbrados a que desde la literatura se nos ofrezca un trayecto de lectura accidentado, un discurso quebrantado por voces que supuestamente nacen en la virtualidad. No obstante, le entramos y con mucho gusto, porque la experimentación en el área de la narratología le salió muy bien a la autora.

3.
El tema de la violencia ha sido uno de los más persistentes en la historia del arte; desde los martirios de santos hasta la guerra como asunto, no han faltado las atrocidades representadas, pero es en la literatura de este tipo, en la que cobra voz una víctima tan cercana a nosotros los mexicanos, asustados por los crímenes perpetrados por la delincuencia organizada, en la que más sentimos que el arte ayuda a entender el mundo y la catarsis del artista: Krauze afirma desde la negación de la dedicatoria, que es un libro que escribió a pesar de sí misma, que no debió haberse escrito nunca, y yo le creo.

4.
Pero además, como buena escritora que es, emplea la potencia de la metáfora para hacernos sentir infectados por una enfermedad terrible, ahogados por una plaga, invadidos por unos seres que se reproducen sin control posible. Ella eligió las mandrágoras, unas plantas cuyas raíces antropomorfas han llevado a la humanidad a relacionarlas con rituales mágicos y con presagios de buena o mala fortuna. Por contener sustancias alucinógenas, las mandrágoras además le caen como anillo al dedo a la autora para dar a entender que las drogas se han infiltrado hasta en el más mínimo hueco y de los hogares mexicanos.

5.
Viajo con esta novela al extranjero y una noche le escribo un whatsapp a Ethel; me lleva a hacerlo el afán de felicitarla por su valentía, al querer dejar constancia de una época en la que la calidad humana es más chafa que nunca. Ya por teléfono hablamos del país que “pierde a sus hijos sin el honor del combate…sin la medalla y sin el monumento” (p 164), de la afortunada inclusión de un poema de Sabines que me conmueve hasta las lágrimas (p. 125) y de sus estrategias como escritora: “Un libro es ese diálogo entre el autor y el lector y juntos completan el hecho literario –dice ella-; yo no hago denuncia pública ni política, sino discurso literario, porque es el único que no miente, el que toca el corazón de los seres humanos, el que no ha perdido la ética porque parte de los seres que somos nosotros, los que habitamos la tierra… Como narradora, además está Cayetana (Tana), que es un trasunto mío, pues aparece como una profesora que cuenta la historia de los jóvenes que quieren ser escuchados, por eso al final del texto pide que todo se publique. Y fíjate en el asunto del cuerpo (de Adrián) que le habla a ella, no desde su mirada, sino desde su sentir en carne viva la muerte; porque estos cuerpos que hoy se recuperan fueron personas y eso es lo que quise contar en la novela”. Ω 




Por: María Helena Noval

Morelos, las mandrágoras y Ethel Krauze

1.
Se entiende que como narradora y poeta, Ethel Krauze esté capacitada para traducir en palabras lo que siente, sin embargo, a partir de la lectura de su más reciente publicación -"El país de las mandrágoras” (Alfaguara)-, se percibe este entrenamiento como un proceso más complejo de lo que pudiera parecer. Y es que como llegamos a comprender a lo largo de la lectura, hay veces que los sentimientos son tan abrumadores, de tan pesarosa calidad, que tienen que salir de viva voz del  padece, no de la voz de un narrador omnisciente: dicha estrategia literaria llama la atención –y agarra el alma desde el principio- porque el que habla es Adrián Galindo, un descuartizado que relata su propia tortura y muerte.

La novela comienza con la descripción de su agonía, pero poco a poco vamos conociendo su vida, la preocupación de Gilda, su novia y el contexto social que permite esta atrocidad. Además –y es lo que trae dedicatoria para los morelenses- está el hecho de que nuestro estado es el probable escenario de una violencia que rebasa lo intolerable.

En el andar por las páginas nos enteramos asimismo de que el joven narrador-víctima (ficcional) es compañero de destino de Juan Francisco Sicilia Ortega, el hijo del poeta Javier Sicilia, quien ha llegado a afirmar que aquí los muertos son los que hablan, mientras los vivos callamos.

2.
Como producto cultural, un libro tan trabajado por la Doctora en Literatura Ethel Krauze debe poder ofrecernos además otras lecturas formales y lo hace. Al incluir voces que nacen de supuestos blogs, correos electrónicos, programas de radio y mensajes de texto, la autora está jugando con la noción de transtextualidad, una manera de leer y de escribir literatura, que aprovecha como modelo la manera en la que el mundo se comunica hoy en día.

Sustituir con estos discursos los diálogos de la novelística a la que estamos acostumbrados no debió ser fácil para la escritora, pero menos lo es para el lector que suele acudir al libro de papel para encontrar la dosis de imaginación que ofrece la ficción: estamos acostumbrados a sentarnos frente a la computadora y a saltar entre textos procedentes de varios medios para hacernos una propia y fragmentada idea del mundo real, pero no estamos acostumbrados a que desde la literatura se nos ofrezca un trayecto de lectura accidentado, un discurso quebrantado por voces que supuestamente nacen en la virtualidad. No obstante, le entramos y con mucho gusto, porque la experimentación en el área de la narratología le salió muy bien a la autora.

3.
El tema de la violencia ha sido uno de los más persistentes en la historia del arte; desde los martirios de santos hasta la guerra como asunto, no han faltado las atrocidades representadas, pero es en la literatura de este tipo, en la que cobra voz una víctima tan cercana a nosotros los mexicanos, asustados por los crímenes perpetrados por la delincuencia organizada, en la que más sentimos que el arte ayuda a entender el mundo y la catarsis del artista: Krauze afirma desde la negación de la dedicatoria, que es un libro que escribió a pesar de sí misma, que no debió haberse escrito nunca, y yo le creo.

4.
Pero además, como buena escritora que es, emplea la potencia de la metáfora para hacernos sentir infectados por una enfermedad terrible, ahogados por una plaga, invadidos por unos seres que se reproducen sin control posible. Ella eligió las mandrágoras, unas plantas cuyas raíces antropomorfas han llevado a la humanidad a relacionarlas con rituales mágicos y con presagios de buena o mala fortuna. Por contener sustancias alucinógenas, las mandrágoras además le caen como anillo al dedo a la autora para dar a entender que las drogas se han infiltrado hasta en el más mínimo hueco y de los hogares mexicanos.

5.
Viajo con esta novela al extranjero y una noche le escribo un whatsapp a Ethel; me lleva a hacerlo el afán de felicitarla por su valentía, al querer dejar constancia de una época en la que la calidad humana es más chafa que nunca. Ya por teléfono hablamos del país que “pierde a sus hijos sin el honor del combate…sin la medalla y sin el monumento” (p 164), de la afortunada inclusión de un poema de Sabines que me conmueve hasta las lágrimas (p. 125) y de sus estrategias como escritora: “Un libro es ese diálogo entre el autor y el lector y juntos completan el hecho literario –dice ella-; yo no hago denuncia pública ni política, sino discurso literario, porque es el único que no miente, el que toca el corazón de los seres humanos, el que no ha perdido la ética porque parte de los seres que somos nosotros, los que habitamos la tierra… Como narradora, además está Cayetana (Tana), que es un trasunto mío, pues aparece como una profesora que cuenta la historia de los jóvenes que quieren ser escuchados, por eso al final del texto pide que todo se publique. Y fíjate en el asunto del cuerpo (de Adrián) que le habla a ella, no desde su mirada, sino desde su sentir en carne viva la muerte; porque estos cuerpos que hoy se recuperan fueron personas y eso es lo que quise contar en la novela”. Ω       

lunes, 11 de julio de 2016

Municipios indígenas del estado en la época del neoliberalismo

Como una oportunidad de crecimiento en términos de independencia económica y de auto gobernanza deberán considerar los habitantes de Coatetelco, Xoxocotla, Tetelcingo y Hueyapan el dictamen en sentido positivo de la iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforman, el inciso d) y e) y se adicionan dos prárrafos a la fracción XI del artículo 40 de la Constituticón Política del Estado Libre y Soberano de MOrelos, presentada por el Gobernador Constitucional del Estado, para allanar la creación de municipios indígenas. Aprobada el 15 de junio, la iniciativa deberá contribuir a que dichas comunidades interesadas en constituirse en municipios lo logren, partiendo de la idea de que su especificidad etnolingüística y su organización social determinan condiciones especiales para ellos.

En el dictamen encontramos reflexiones de reconocidos especialistas en los temas de orden socio-político (Sergio López Ayllón, Sergio García Ramírez) y cultural (Rodolfo Stavenhagen, Francesco Taboada, Víctor Hugo Sánchez Reséndiz) que incluyen el reconocimiento de que ciertos “héroes culturales” como Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl y Emiliano Zapata instauraron en los pueblos una cosmovisión que relaciona el territorio con las culturas originales, misma que los faculta para escribir su propio destino.  También se menciona la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, porque ésta justifica su participación en la vida política del estado.

2.
Platico con el cineasta Francesco Taboada, quien también es Coordinador para la Reforma Política de las Comunidades Indígenas sobre este asunto y me dice que es a través de la memoria oral y la transmisión de la historia de larga duración que se podrá evitar la continua erosión de la identidad generada por la imposición de una cultura dominante a raíz de Independencia. Añade que la llamada “raza de bronce” propuesta por el vasconcelismo fue una hipótesis racista que no aceptaba el multilingüismo y que más adelante las políticas del Instituto Nacional Indigenista y la SEP impusieron el español, ocasionando que se fuera olvidando el náhuatl, lengua significante para los habitantes de nuestro estado. Pero tal vez lo más importante --y esto abre el panorama para la inserción de estos grupos en la economía nacional-, es el hecho de que al volver a los valores fundamentales basados en el trabajo agrícola, estos pueblos podrán vivir de acuerdo a su propia realidad y no a una establecida por un sistema económico neoliberal globalizado. “Cuando estos pueblos tienen necesidades creadas por la sociedad de consumo –dice-, se salen de su realidad y nunca llegan al nivel de satisfacción deseado, pero si van de acuerdo a su propio proyecto civilizatorio, la necesidad es diferente. Si sueñan con un OXXO en cada esquina su desarrollo será imposible, pero si sus elementos son los originarios, es más fácil que lo logren. El caso de éxito lo muestran las fiestas patronales, los comités de mayordomías y los consejos de ancianos, pues las finanzas les salen bien. En Cuentepec, por ejemplo, las autoridades no reciben dinero por actuar como tales, se trata de cargos honoríficos, ganados por jerarquía de servicios y por lo tanto no hay corrupción. Hueyapan es similar, porque aunque reciben dinero para el funcionamiento de la ayudantía, siguen funcionando de acuerdo con una ética”.

Taboada Tabone añade que uno de los requisitos para que los municipios se puedan constituir como tales es que comprueben que están regidos por usos y costumbres y advierte que la iniciativa legal contiene candados para que los futuros municipios no puedan ser manejados por partidos políticos, sino que se trata de que conserven la ejecución de la democracia participativa.  

3.
En el dictamen se habla de un Catálogo de Pueblos y Comunidades Indígenas para el Estado Libre y Soberano de Morelos, modificado, para adicionar otras comunidades, mediante Decreto Mil Seiscientos Cuarenta y Cuatro, expedido por la actual Legislatura; este instrumento jurídico fue creado por iniciativa de los diputados integrantes de la Comisión de Grupos Indígenas de la LI Legislatura, señalando en su exposición de motivos lo siguiente:
“Las poblaciones indígenas son aquéllas que se encontraban viviendo en sus tierras antes de que llegaran los colonizadores, comunidades que mediante la conquista fueron segregadas y discriminadas, sin embargo con el paso del tiempo las culturas y pueblos indígenas se han visto amenazadas, sin lograr su desaparición, por lo que los grupos y comunidades indígenas son consideradas como uno de los grupos más desfavorecidos en el mundo.”

Dice el Diputado Javier Montes Rosales, Presidente de la Comisión de Grupos Indígenas del Congreso del Estado, que para evitar tal vulnerabilidad hay que  gestionarles espacios políticos a las comunidades indígenas y añade que de este poder adquirido nacerá de manera natural su desarrollo económico. “Esta iniciativa cambiará el mapa geopolítico de Morelos. El 25 de julio se aprobará la reforma y tengo confianza en que se integre como ley en el periódico ´Tierra y Libertad´. Se hará un estudio por cada población que se quiera hacer municipio y por ende se les etiquetarán recursos. El otro tema es la territorialidad y si no aflojamos el paso, en el 2017 los pueblos indígenas se desincorporarán de los municipios a los que pertenecen y se crearán sus consejos municipales. Luego habrá que acompañarlos en la solicitud de los recursos federales e internacionales; también con ayuda de los empresarios podrán salir adelante, habrá que meterlos a la dinámica económica para que no se extingan”. Me comparte que en el tema de la medicina tradicional hay mucho que rescatar y que trabaja con el Dr. Víctor Manuel Caballero Solano en el mismo.


Por: María Helena Noval
 

lunes, 4 de julio de 2016

Entre forasteros y amigos

Para Rubén Pizano,
con mucho cariño

1.El viernes pasado nuestro amigo José N. Iturriaga dio a conocer dos libros de reciente publicación (“Cien Forasteros en Morelos” y “Otros cien forasteros en Morelos”, CONACULTA-Secretaría de Cultura de Morelos, 2015) dedicados a su área de expertisse, me refiero a la atención que han prestado muchos extranjeros sobre México.  Y para ser más específica, diré que haciendo un análisis de los siglos XVI al XXI, encontró Iturriaga a 200 que vieron algunas cualidades destacables de nuestro estado y las plasmaron en sus diversos escritos, recopilados y comentados ahora por él. Pero fíjense ustedes que lo que hizo más memorable el evento fue que la sala estuvo abarrotada de amigos: los asistentes nos sentimos parte de un grupo amante de la cultura y por eso la cita se tornó una experiencia sumamente gozosa.

Como reinas presentaron María Gabriela Dumay, Eliana Albala y Catherine M. Mayo; la primera dedicándole a la segunda parte de su presentación, misma que incluyó al antropólogo Bernardo Baytelman (marido de Albala); la segunda, o sea Albala habló de la condición de ser trasterrados en una Cuernavaca que recibe con los brazos abiertos y la señora Catherine M. Mayo habló del nieto de Agustín de Iturbide, que estuvo a punto de ser adoptado, nada menos, que por Maximiliano y Carlota en el Jardín Borda. Créanme, este viernes se distinguió por las coincidencias (o sincronismos diría Chopra), pues todo apuntó a una circularidad muy interesante. De verdad que fue una delicia escucharlas a ellas y al escritor y sentirnos todos en nuestros respectivos reencuentros.

Luego, hay que decir, que de los viajeros destacados por Don Pepe Iturriaga --a quien también queremos por ser cocinero mayor-, hay de chile, de verde y de dulce; todo gusta de sus libros, desde el relato de Alejandra Scheiman sobre Frida y Diego estando de luna de miel en la casa del embajador Morrow, hasta cómo García Márquez narra su preferencia por la palabra “cruda” para referirse al estado del cuerpo después de una borrachera, pasando por la historia de la pérdida de la Hacienda de San Gabriel de las Palmas -y la de Pita Amor-, narrada por Michael K. Schuessler.   También conmueven las presencias de Nadia Piemonte, quién habla sobre un Tepoztlán que se hace notar por sus restaurantes y vida artística; María Barbieri con su poema dedicado a Emiliano Zapata y desde el punto de vista de la crisis social que aqueja al estado, el relato de Malcolm Beith sobre la muerte de El Barbas, uno de los narcos más buscados del país.   Pero hay mucho, mucho más que leer para amar a nuestro terruño en estos dos volúmenes.

2.Comentaba nuestro querido amigo Rodolfo Becerril después de la presentación de estos libros, que es curioso que los extranjeros se refieran frecuentemente a Cuernavaca a partir de su clima, los volcanes y los jardines --lo natural--, en vez de hacerlo con respecto a la gente y las relaciones sociales y afectivas que se generan y se generaron en esta ciudad. Por fortuna lo que vivimos el viernes allí fue humano y a nosotros, que somos morelenses de corazón, nos enamoró aún más su gente y el ánimo que aún se da en tiempos de crisis. Iturriaga por su parte enfatizó la importancia de la mirada desde la “otredad”, porque ésta se desplanta desde la diferencia y no desde la experiencia achatada por la costumbre.

3.Y por supuesto no puedo dejar de mencionar que el sábado se le rindió homenaje póstumo a nuestra querida amiga Gloria Ceijka, a un año de su partida, porque sé que fue un evento organizado con el corazón.  Y aunque no estuve por motivos de trabajo, sé por mi amiga Lya Gutiérrez Quintanilla, que fue la gente más representativa de Cuernavaca y que lo más bello fueron los poemas de amor escritos por Gloria a Rubén Pizano, su marido, leídos por Lorena Ahumada y que en ellos se supo lo que es el amor más allá de la muerte; que el poema de la gran poeta Frida Varinia a Gloria, escrito en el momento de su muerte le provocó lágrimas a más de uno y por supuesto que la maestría de la gran SILVIA Navarrete, tocándole el piano a su amiga como si estuviera en Bellas Artes fue inolvidable.  Pero creo que lo mejor de todo fue poder abrazar a Rubén, que me cuentan se mostró a la altura de lo que ella, su amada Gloria, hubiera deseado, con una gran dignidad y elegancia, a pesar de tener el corazón partido. FIN


Por: María Helena Noval