martes, 24 de noviembre de 2015

El paseo de las estrellas: propuestas para recordar

1.
Reconozcamos que no cualquier artista es merecedor de una estrella de concreto en un paseo urbano, aceptemos que siempre es necesario ser "personaje" para garantizar “fortuna crítica” en cualquiera de los medios masivos de comunicación (y un paseo urbano lo es).

Ahora bien, indican los diccionarios que "personajes" son los seres que aparecen en las obras artísticas, ya sean éstos imaginarios o procedan de la vida real. Lo interesante es que como parte de una narrativa sobre ellos, siempre hay cabida para la invención, para agregarle fantasías a la existencia del otro. Esto es, los personajes a los que admiramos conllevan una carga importante de interpretaciones,  ficciones y proyecciones de nuestra parte. El personaje es siempre una construcción mental elaborada mediante el lenguaje y la imagen.


2.
Patrocinado por don Manuel Suárez, David Alfaro Siqueiros pasó sus últimos años en Cuernavaca; Diego Rivera y Frida Kahlo vivieron aquí mientras él pintaba el mural del Palacio de Cortés y Rufino Tamayo, Carlos Pellicer, Lupe Marín, Matías Goeritz, Arnold Belkind, Abel Quezada y Luis Rius, pasaron temporadas en Cuernavaca y sus alrededores. Por su parte, Arnaldo Coen, Vicente Rojo, José Luis Cuevas y otros intelectuales y coleccionistas como siguen alumbrando con su fugaz luz algunos de los eventos culturales del lugar.

Guillermo Monroy, Elizabeth Cattlet, Fernando Ramos Prida, Julio Delos, Gabriel Ponzanelli, Ángel y Flora Guerrero Garro, Antonio Castellanos, Arturo Vázquez Navarrete, Víctor Hugo Castañeda, Antonio Ruiz, Adir Ascalón, Manuel Santoveña, Xerxes Díaz Loya, Carlos Piñar, Yolanda Iñiguez, Liliana Mercenario, Elisa Cano, José Luis Serrano, Víctor Hugo Núñez, Arturo Vázquez, Eduardo Olvéz, Roberto Turu, Cristina Cassy, Gustavo Machado, Nelva Basáñez, Armando Brito, Francisco Maza, Kim Ekemar, Cristina del Valle y muchos otros artistas plásticos que gozan de mayor o menor “fortuna crítica” vivieron o viven en Morelos, cada uno en su ámbito, su público y con su mercado.


En este panorama, es entendible que se le brinden reconocimientos y aplausos a los más destacados en la historia del arte y una de las razones es que se conocen los escenarios en los que laboraron y vivieron en la entidad.  Ello apunta a que seguramente tendrán sus estrellas al estilo Holywood en el paseo que propuso el promotor cultural y periodista Pablo Rubén Villalobos para esta capital.

3.
Sólo que mirando bien el asunto me gustaría añadir que no podemos olvidar a personajes de la talla de Tamara de Lempicka y Chabela Vargas, quienes pasaron por aquí largas temporadas, siendo grandes artistas de la escena internacional.


4.
Morelos es uno de los estados que más han escogido los creadores provenientes de diversos ámbitos para vivir por su clima y por la cercanía con la Ciudad de México, pero más allá, se trata de entender que el verdadero reconocimiento se deriva de leer o conocer la obra de  los creadores, no de saberse sus nombres. Por ejemplo, llama la atención que poca gente de la entidad sepa de qué trata “Bajo el Volcán” de Malcom Lowry, siendo que precisamente va describiendo aunque de manera alucinante la ciudad que nos ocupa; y poca gente sabe también que uno de los mejores paisajistas de la historia del arte contemporáneo es Jorge Cázares Campos, quien en el centro de esta ciudad. 

María Helena Noval

lunes, 23 de noviembre de 2015

JAVIER CRUZ: EL PODER DE LA IMAGINACIÓN

1.
Jugando con la idea de la realidad, que a su mirada provee ricas alternativas de orden ontológico, el pintor Javier Cruz dice que la inspiración para la creación de sus imaginarios fantásticos viene en buena medida de la literatura, pero también observamos que en el espacio pictórico de su obra conviven bestiarios y paradojas con seres que "se mueven" a la manera del vanguardista Futurismo, vuelan a lo Chagall, se copian a sí mismos en escala decreciente o se repiten sin caer en fáciles simetrías, en representaciones especulares.




Pero no se crea que en esta serie de reiteraciones el trabajo es obsesivo como ocurre con ciertos artistas: no, no se trata de acumulaciones compulsivas, a pesar de que en su obra la saturación del espacio es frecuente. El caso de las resonancias figurativas de Javier Cruz está sustentado por un lado en la intención narrativa de lo que podría ser un cuento para niños y por otro, en la magia de la poesía. 

2.
Cuando uno asiste al estudio del pintor en Alpuyeca, Morelos, sorprende el orden en el que se encuentran las bolsas de pigmentos, las espátulas, los frascos y los pinceles. No es raro que la lectura que hacemos del espacio contraste francamente con el sabor fantástico de su obra. Como hemos dejado asentado, es la imaginación la anima, pero hay que agregar que es la voluntad del orden dentro del caos la base de su poética y que esta voluntad ordenadora la articulan el sentido del color, la textura y la composición.





Y es que poseedor de un estilo sumamente personal, Javier Cruz es el creador de una serie de equilibradas construcciones en las que no destaca ninguno de estos elementos, sino que se combinan para crear esa especie de surrealismo mexicano poblado de juegos oníricos, huellas arcaicas, ceremonias mágicas, amores perdidos, encuentros nocturnos y animales enamorados, como bien dijo la crítica de arte Raquel Tibol[i]. 

Tratándose del color Javier Cruz aborda con maestría los análogos, siendo los azules, los rojos y los ocres los colores que más ocupa para regalarnos hermosas sublimaciones. Cuando aborda la familia de los azules, como en Lagarto, sus tonalidades van del índigo al ultramar y no se arredra ante lo tímbrico de un amarillo, o el estruendo de un bermellón que transita al coral y al vino.

No obstante a veces se convierte en el maestro de los complementarios, siendo el rojo y el verde, con sus respectivas familias, los contrastes que prefiere, como en esos signos casi arcaicos que son Pez 1 y Pez 2.



"Se muele la alúmina con el óleo, se va cerniendo el material y pasado un tiempo, que puede ser un mes o más, "se moja" la obra con una barniceta que tiene que estar lo suficientemente espesa como para que no escurra cuando pongo vertical la pieza y lo suficientemente aguada como para que corra y cubra la superficie entera de la obra. Luego suelo dibujar - esgrafiando comúnmente- y aprovecho el accidente y lo que la misma obra va dando, en un proceso que incluye descubrir durante meses".


3.
De lo anterior se desprende que la obra también responde a una voluntad lúdica: no podemos dejar de imaginar al artista jugando ante el rojiverde Cocodrilo comelunas y más cuando, haciéndole un homenaje a la ola de Hokusai (El viaje de la luna), nos hace cerrar los ojos de tanta salpicadura de agua. Se desliza en cambio al mundo de la poesía, cuando deja caer hojas que son peces, en un espacio pictórico que es un paisaje, que al mismo tiempo quiere ser una masa de agua, que es un delicioso doble campo semántico.

En La liberación de los pájaros vale preguntarnos quién libera a quién, porque es evidente que Cruz logra trastocar la idea del protagonista que redime, con sólo pintarle la mirada anhelante. En cambio, en Remolino de los sueños Macondo vuela, desaparece en una composición centrífuga.



Tratándose del mundo humano, hay en la obra cruciana de la presente muestra pictórica una escena azul en la que dos personajes imaginan o recuerdan una ciudad. Lo interesante de esta obra es que evidencia la aparente contradicción entre soñar -que se entiende como imaginar o visualizar el futuro- y recordar como recreación del pasado, sólo para descubrir que no hay tal conflicto, porque como dijimos en un inicio, para Cruz lo importante es la demostración de que la realidad no es una, sino muchas y todas dependen de los ojos con que se mira.


María Helena Noval



[i] Tibol, Raquel, “La dimensión poética de Javier Cruz” en Espejismos. Javier Cruz.. Catálogo de exposición. Casa Lamm,  México, D.F.,  Abril de 1990. Pág. 8.