viernes, 21 de enero de 2011

Arte en Las Vegas


Las Vegas, esa ciudad en la que todo aparenta ser de cartón y de artificio, ahora se engalana con una colección de obras de grandes maestros muy bien vestida, pues se expone en la Galería de las Bellas Artes (Gallery of Fine Art) del hotel Bellagio, un sitio construido a la manera de un gran palacio toscano.

El esfuerzo de la curaduría parte de tratar de mostrar al público que asiste a otros menesteres, que la cultura también puede ser agradable y entretenida y que no está reñida con los ambientes típicamente superfluos. Por supuesto y para que esto suceda, las obras que se muestran deben de estar a la altura de la fastuosa decoración, deben ser reconocidas y accesibles, es decir, sin mucha complicación de contenidos y lógicamente deben ser redituables por donde se les vea.

¿Ya adivinó de quienes se exponen obras ? Pues claro, de varios de los seguidores del impresionismo tan de moda, aunque también hay piezas de Brancussi, Miró, Picasso, de Kooning y Pollock. Todos ellos artistas famosos y aceptados por el establishment.

El folleto de mano, firmado por Stephen A. Wynn, presidente del consejo de administración del gran corporativo, así como la audioguía, nos anuncian que esta colección de maestros de la vanguardia y la postvanguardia se ha conformado en los últimos tres años y que en ella se encuentran varias de las piezas maestras de esos artistas, algunas de ellas provenientes de colecciones privadas, por lo que se convierten en novedades para los espectadores.

Entre las piezas admirables se halla un óleo sobre tela de Renoir (The Loge), que representa a una pareja en el palco de un teatro ; una obra que se trata del hecho de ver y ser visto, pues la dama en primera fila mira al espectador y se sabe mirada por él, al mismo tiempo que el caballero que la acompaña mira de frente hacia el supuesto escenario a través de unos binoculares. Una pequeña joyita trabajada con detalle, que hace consciente al espectador de la intimidad de la vida de una pareja y de que cualquier asunto puede ser materia de la pintura, así sea una escena anecdótica, siempre y cuando esté bien pintado. Por cierto que ella porta un vestido a rayas negro y blanco, atuendo que Renoir repitió para sus modelos en más de una ocasión.

Otra de las piezas a comentar es el retrato de una mujer delante de un trigal de Van Gogh. De esta mujer se desconoce su identidad, pero aparece en otra obra del mismo autor portando un atuendo similar. Ellos suponen que entre Van Gogh y ella hubo alguna relación amorosa. En el mismo tenor de relación amorosa entre pintor y modelo, está el retrato semicubista de Dora Maar pintado por Picasso.

Vale la pena comentar también un hermoso diálogo de insectos surrealista de Joan Miró que está pintado como si el autor hubiera visto la escena desde el punto de vista de un minúsculo bicho ; así como un bodegón de Matisse que más que demostrar un arreglo de objetos y frutos sobre una mesa, pretende configurar un arreglo de colores y formas geométricas. La obra fue pintada en un invierno parisino en el que las piñas eran objetos muy codiciados, por lo que el tropical fruto aparece como centro de la pintura.

Los lirios de Monet, uno de tantos que pintó con el puente japonés de su jardín de Giverny como fondo, así como un retrato más que humano pintado por Rembrandt son también de las mejores piezas de este acopio “bellagianino” que entra con el pié derecho al mundo de las grandes colecciones norteamericanas, aunque no arriesgue mucho en sus propuestas autorales. Por otro lado, la colección está creciendo hacia el pasado; veremos más adelante que nos proponen.

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