domingo, 20 de febrero de 2022

¿Qué onda con las ferias de arte?

María Helena González* / Especial

Cd. de México, México (20 febrero 2022).-

05:00 hrs


1.

Con su gran flujo de visitantes, las ferias de arte han ejercido un gran peso en la construcción histórica del espectáculo del arte, entendiendo este concepto no de manera peyorativa, sino como sinónimo de prácticas de exhibición.



Hace muchos años, siendo una joven estudiante de Historia del Arte escribí un texto en el que deploraba la existencia de los jardines del arte, porque me parecía que la posibilidad de comprar "un cuadro rosa para la sala" era una degradación del pensamiento estético, que esa inclinación a decorarlo todo, que viene empaquetada en el cerebro humano, debía pasar siempre por la reflexión "high brow".


El arte para llevar a casa, ese que anima los circuitos dopaminérgicos -el de las compras, el sistema neural vinculado a las adicciones- no me atraía. Me enojaban las piezas que repetían formas, estilos y contenidos ya probados. Y es verdad que en los jardines del arte y en las ferias se da eso, pero también hay más.


2.

Acudimos a las salas de los museos para llevarnos algo del orden de lo espiritual -belleza, historia, emociones- mientras que a las ferias de arte vamos a "aprehender" algo, pues están pensadas para vender objetos, sólo que al pensar estas prácticas del consumo del arte como opuestas, pasamos por alto, por ejemplo, el impacto que pueden tener en la economía.


Eduardo Caccia expone en "¡Es la Reforma Cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018- 2024" que la cultura puede ser una palanca de desarrollo económico y recurso clave de la gestión pública si queremos un cambio estructural en la dinámica social.


En México, la cultura ha sido vista y tratada como un tema de nicho, muy marginal -dice- el reto del país implica nuevas formas de enfrentar la realidad y el sector cultural representa esta oportunidad, la gran actividad nacional en cultura debe estar hecha de pequeñas grandes actividades locales.


3.

Pero ¿a qué va uno a una feria de arte, si no se tiene la capacidad adquisitiva en dólares para llevarse una o más piezas a casa? Existen varios esquemas de feriales. En días pasados nos enteramos por varios medios sobre Zona MACO, el Salón ACME, y un par de ejercicios menores, pero no todos fueron iguales. BADA México, por ejemplo, le rentó el espacio al artista directamente, eximiéndolo de la comisión, a veces altísima de la galería. Productor y consumidor entablaron relaciones sin intermediarios.


Zona Maco se ha ganado un lugar en el mundo de las ferias de arte porque allí se exhibe lo contemporáneo más internacional del país. Y a pesar de que algunas firmas se retiraron del encuentro por efectos de la pandemia, grandes y pequeñas galerías se dieron la mano para dar a conocer qué es lo que piensan que va a formar gusto en las generaciones futuras, no necesariamente coincidiendo con las selecciones curatoriales de los museos, que privilegian el discursos académicos.


4.

Felipe Ehrenberg en "El arte de vivir del arte" expone que el artista tiene que saber solventar sus necesidades vitales, materiales, con creatividad y empuje, que hay que superar aquel cliché de que si se vende, el arte se corrompe.


Por su parte, el investigador Ricardo Pérez Monfort dice en "Cultura en venta" que el anuncio comercial transforma todo lo que aparece en un objeto deseable y que como la publicidad crea el marco estético en el que la experiencia del receptor se manipula, terminamos sintiéndonos aquello que compramos.


Y sin embargo, los creadores tienen que colocar su obra en en el mercado. Más allá de las galerías, las ferias de arte representan una opción más, un modus vivendi.


* Historiadora del arte y titular de la Dirección General de Museos y Exposiciones de la Secretaría de Turismo y Cultura del Estado de Morelos. Correo: helenagonzalezcultura@gmail.com