viernes, 27 de mayo de 2011

Primer Salón de la Plástica Morelense: ¿una iniciativa con peso específico?


Me gustaría felicitar --antes que nada--, a la organizadora de esta colectiva, la escritora Graciela Salas por poner el ejemplo, por atreverse a romper una dinámica que ha afectado nuestra “culta” imagen ante el mundo, y muy en particular el ánimo de los agentes productores del arte, los llamados artistas. Me refiero, al hablar de esta falla, a la inexistencia de una política cultural que muestre fe en lo propio y se encargue de historiar lo que aquí se produce…parto de un breve análisis para preguntar ¿es esta muestra un parteaguas?
Como Miguel Salas Anzures, quien fuera director del Departamento de Artes Plásticas del INBA hace casi cincuenta años, su hija, la señora Salas decide preguntarse por la historia del arte local y poner el dedo en la llaga, incidir en esta falta de historia del arte local, no porque no exista, sino porque no se cuestiona y registra lo que se hace.
Es de este modo, como decide juntar a 18 artistas en un espacio vinculado con la cultura y la educación –el lugar es emblemático-- y a dicha muestra colectiva le da el nombre de “Primer Salón de la Plástica Morelense”, cosa que implica, no sólo la selección de los artistas que considera representativos de la plástica del estado porque cada uno ha logrado un currículum sólido, sino la selección de la obra que cree está representando, de alguna manera, la historia del arte de esta región, y eso, queridos amigos, es mucho decir.

Hacer cortes reflexivos, voltear a sopesar producciones de una manera seria, es una labor que se hace con frecuencia en los ámbitos académicos más prestigiados del mundo, no obstante, no es costumbre morelense cuestionarse cómo se piensa el arte aquí, por más que desde el CEMA y la facultad de artes de esta casa de estudios egresen cada año decenas de estudiantes formados como artistas profesionales. ¿Qué se le contesta a quien busca información sobre lo que aquí se ha producido en materia de arte en el siglo XX? ¿Acaso un salón como este puede convertirse en el primer capítulo de un texto serio sobre la el asunto?
Quiero pensar que sí, que esta voluntad de análisis y registro –porque esta muestra va a contar con un catálogo—, esta sumatoria de almas expresivas va a dar cuenta de intereses, sensibilidades, influencias, estilos y escuelas. Y creo, Graciela, que al instaurar tú la voluntad en quienes toman las decisiones sobre lo que se exhibe y promueve, al invitarlos a echarse el trompo a la uña con tal compromiso, has dado un paso crucial. Para nadie es novedad que las últimas muestras aquí colgadas dejaban mucho que desear en todos sentidos, empezando por el bajo presupuesto. Hoy, tú tomas en serio, como lo hiciera tu padre en su momento al fundar el Museo de Arte Moderno en México, el arte producido en un lugar en el que no sólo se retiran a vivir los artistas, sino en el que nacen día a día como tales.

En tu texto de sala hablas de palabras pintadas, de que la pintura habla y de que sin tal forma de discurso nos quedaríamos profundamente solos. Pues bien comienzo este breve análisis partiendo de tal paradigma para enfatizar la noción de unidad en la diversidad. ¿Qué los une? La terrible vocación expresiva, el gozo de la arte-factura. ¿Qué los separa? Todo.
Hay que entender, de entrada que una muestra como esta requiere respiros varios mientras se deambula por el reducido espacio en el que se montó. Debió ser muy difícil colgar tanto monólogo…, aquí hay gritos y calladas voces, poesía dicha al oído y textos atravesados por la pulsión del homenaje. Tantos estilos y propuestas conforman aquí un coloquio, que debe verse espaciadamente para que las voces no nos enloquezcan.

Yendo de lo figurativo a lo abstracto, los homenajes y las influencias del arte surgido de las vanguardias históricas se dejan sentir en las piezas de todos ellos. Si acaso un costumbrismo florido viene a darle un toque animoso al consenso general, que apuesta por el rompimiento con la tradición académica.
La muestra abre con el sintetismo de sabor brancussiano de Estela Ubando y cierra, en la sala negra, con una pieza de Xerxes Díaz que engalana el tiro visual del espacio alongado. Rojo sobre negro se convierten en este caso, en una propuesta acertadísima para la lectura de una modernísima sirena de lámina de fierro.
En el otro extremo, el lado izquierdo de la sala vista de frente, cuelgan dos fabulosos trabajos dedicados al hombre visto en su dimensión corporal; ambas recuerdan las composiciones monumentales de la escuela mexicana de pintura, en particular de algunos trabajos de Rodríguez Lozano por sus aspiraciones, una vocación que bien vista se desprende hasta los cuerpos que pintaba Miguel Ángel. El primero de estos cuerpos lo pintó Adriano Silva en tonos neutros y es una hermosa pieza compuesta en suavísimos y mil veces diversos blancos; el segundo, un hombre hincado, lo pintó Francisco Maza y lo adornó con ricos símbolos como acostumbra, ya que su obra es siempre el resultado de su extensa cultura. Ambas pinturas son ricas en texturas y gamas cromáticas.
A un lado de dichas piezas, las esculturas del maestro de maestros Antonio Castellanos, quien se destaca por su gran oficio, pero también por imprimirle sentido del humor al bronce. De Castellanos “El Gran Teatro de la Suprema Corta”, una pieza que habla del mundo socio-político que nos ha tocado vivir en el México pos-revolucionario, pero también una pieza que le rinde homenaje al cuento más breve escrito en lengua española, me refiero al de Monterroso sobre un dinosaurio que se distingue por su voluntad de permanencia, al mismo tiempo que homenajea a un colega mediante la cita de “El sueño”, escultura del colombiano-mexicano Rómulo Rozo que representa un indio que oculta el rostro entre las piernas flexionadas, como si reposara la borrachera.
Los drippings de Willy Ávila no sólo homenajean a Jackson Pollock, sino que de una manera muy inteligente hablan de la situación vivida en las fronteras del país. Por un lado el caos que vive el inmigrante (los colores chorreados), por el otro la estructura inamovible con la que se topan. Dos geometrías inconexas, dos situaciones de vida, que el autor logra esquematizar perfectamente.
Por su parte, Xolo Polo presenta un trabajo que merece ser visto y revisto porque le da al díptico de continuación un valor nuevo. De un lado, la figura pesa porque ocupa casi todo el espacio pictórico fondeado en verde ácido, del otro, la segunda tela recibe sólo al brazo estirado de la exasperada figura. Un mundo de nervios y músculos, que grita su existencia en esta pieza que logra dialogar, de algún modo con el expresionismo de Miriam Pérez.
Los trabajos de Fernando Silva, de sabor setentero por su propuesta vinculada con el geometrismo óptico, contrastan con el figurativismo de orden simbólico de Luis Miguel Valdés, artista de origen cubano avecindado en Cuernavaca, mientras que las representaciones dedicadas a la vida en la playa, del maestro Adolfo Mexiac --digno hijo de Gauguin—, vienen a recordar que en toda propuesta vanguardista hay algo de nostalgia.
Casi en el centro de la sala se destaca una oficiosa pieza del maestro del realismo Rafael Cauduro. En dicho trabajo que obedece a los afanes del realismo matérico, aparece el frente de una locomotora para recordarnos la historia del país, pero también la tragedia del ser humano atropellado por la vida.

Nada inocente, el título de esta colectiva queda pues, como un compromiso de los autores para con su propio quehacer porque están presentándose en un salón representativo del área cultural que los acoge, pero queda asimismo como un gran compromiso para los organizadores, quienes deberán convencer a esta comunidad tan vapuleada, de que un esfuerzo consistente y sostenido en materia de reflexión artística podría redundar en un espacio de encuentro y diálogo permanente. De que si todos --creadores-espectadores serios-- le echamos ganas, podríamos hablar con el tiempo de una escuela de pintura y de escultura morelense que le hiciera contrapeso a la oaxaqueña, o al centralismo defeño ¿por qué no? Ω
Publicado en el Diario de Morelos, 18 de mayo de 2011

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